Alfonso L. Galiana – El preludio de una temporada histórica – 7 de febrero de 2022
Tras casi cuatro meses de espera, volvieron los toros. Arrancaba la temporada 2022, y lo hacia en el coso de La Candelaria, en la madrileña localidad de Valdemorillo. Como no podía ser de otra manera, Morante de la Puebla era el encargado de abrir plaza por primera vez en este nuevo año. El 22 también trajo a los aficionados una renovada ilusión por seguir al diestro sevillano allá donde este vaya, como atestigua la gran afluencia de aficionados que acudieron en peregrinación a ver a Morante, llegando a colapsar las calles del pintoresco pueblo con sus automóviles. No es de extrañar que se agotara el papel en una abrir y cerrar de ojos, colgándose el “no hay billetes” el mismo día que salieron las entradas a la venta.
Y digo que no es de extrañar porque todo parece indicar que el genio de la Puebla se ha propuesto poner patas arriba el ecosistema taurino, tan venido a menos en los últimos años; estaremos para contarlo.
Le acompañaron en el paseíllo el riojano Diego Urdiales y Daniel Luque, que cerraba una terna dispuesta a matar el encierro de Zacarías Moreno, proveniente de Domecq. Hay algunas costumbres que nunca cambian por mucho que pasen los años. La expectación podía verse desde los alrededores de la plaza, era una tarde grande, se notaba en el ambiente.
El paseíllo culminó con el himno de España y los tendidos rompieron en un sonoro aplauso mientras los matadores salieron a saludar.
Todo lo que tuvo de bonito y noble el primer toro, de nombre “Cabezón” y pelaje burraco, lo tuvo también de flojo. Lo recibío Morante rodilla en tierra, cuatro verónicas y al caballo galleando por chicuelinas con su recién estrenado capote color verde manzana que a nadie dejó indiferente.
La faena prometía, y más con los ayudados por alto tan característicos del cigarrero con los que esta comenzó. Dos buenas tandas por la izquierda bastaron para satisfacer al respetable antes de que el animal se viniera abajo. Y en esto Morante es de los que no dudan, directo a por la espada. Estocada en todo lo alto que mereció por si sola una oreja, sin puntilla.
Sin embargo, la fuerte petición no fue suficiente para que el presidente tuviera a bien conceder el trofeo, y Jose Antonio salió a saludar haciendo un gesto así como: “el siguiente”.
No obstante, el descastado cuarto nos iba a privar de ver torear al sevillano. O eso pudiera parecer, pero este es otro Morante. Cuando el de antaño hubiera salido a quitar las moscas y con la espada de matar, el de ahora salió dispuesto a sacar faena espoleado por “el Lili” desde el burladero. Protestón y levantando la cara, el toro acabó entrando en vereda. Torero y público se vinieron arrriba y vibraron con sendas tandas por ambos pitones y algún molinete de ensueño. Solo los aceros impidieron el triunfo. Morante se autoconcedió una vuelta al ruedo, por lo de antes. Al fin y al cabo la gente había venido a verle a él.
Solo Urdiales fue capaz de cortar una oreja al toro con más fuerzas de la tarde, que no el de más clase. Fue muy notable el inicio de su primera faena. No pudo transmitir lo mismo en el quinto, donde la plaza había perdido ya la efusividad inicial y el astado tampoco ayudó. Luque demostró que tenía ganas, pero no terminó de cuajar ninguno de los toros de su lote ni de conectar con los tendidos, exceptuando los primeros muletazos del tercero de la tarde y el recibo capotero de su segundo toro. Tampoco estuvo acertado con la espada.
En general, la corrida fue bastante justita de fuerzas y exenta de grandes triunfos. Valdemorillo nos dejó con la miel en los labios, pero los detallles toreros de Urdiales y sobre todo Morante nos hicieron disfrutar de la primera tarde de toros del año y vislumbrar los primeros tintes de una temporada que puede ser histórica.
Ahora toca esperar otro mes hasta que las figuras vuelvan a vestirse de luces en la tradicional feria de Olivenza, veremos como transcurre.
«Tras casi cuatro meses de espera, volvieron los toros.»
Alfonso L. Galiana – El preludio de una temporada histórica – 7 de febrero de 2022
Tras casi cuatro meses de espera, volvieron los toros. Arrancaba la temporada 2022, y lo hacia en el coso de La Candelaria, en la madrileña localidad de Valdemorillo. Como no podía ser de otra manera, Morante de la Puebla era el encargado de abrir plaza por primera vez en este nuevo año. El 22 también trajo a los aficionados una renovada ilusión por seguir al diestro sevillano allá donde este vaya, como atestigua la gran afluencia de aficionados que acudieron en peregrinación a ver a Morante, llegando a colapsar las calles del pintoresco pueblo con sus automóviles. No es de extrañar que se agotara el papel en una abrir y cerrar de ojos, colgándose el “no hay billetes” el mismo día que salieron las entradas a la venta.
Y digo que no es de extrañar porque todo parece indicar que el genio de la Puebla se ha propuesto poner patas arriba el ecosistema taurino, tan venido a menos en los últimos años; estaremos para contarlo.
Le acompañaron en el paseíllo el riojano Diego Urdiales y Daniel Luque, que cerraba una terna dispuesta a matar el encierro de Zacarías Moreno, proveniente de Domecq. Hay algunas costumbres que nunca cambian por mucho que pasen los años. La expectación podía verse desde los alrededores de la plaza, era una tarde grande, se notaba en el ambiente.
El paseíllo culminó con el himno de España y los tendidos rompieron en un sonoro aplauso mientras los matadores salieron a saludar.
Todo lo que tuvo de bonito y noble el primer toro, de nombre “Cabezón” y pelaje burraco, lo tuvo también de flojo. Lo recibío Morante rodilla en tierra, cuatro verónicas y al caballo galleando por chicuelinas con su recién estrenado capote color verde manzana que a nadie dejó indiferente.
La faena prometía, y más con los ayudados por alto tan característicos del cigarrero con los que esta comenzó. Dos buenas tandas por la izquierda bastaron para satisfacer al respetable antes de que el animal se viniera abajo. Y en esto Morante es de los que no dudan, directo a por la espada. Estocada en todo lo alto que mereció por si sola una oreja, sin puntilla.
Sin embargo, la fuerte petición no fue suficiente para que el presidente tuviera a bien conceder el trofeo, y Jose Antonio salió a saludar haciendo un gesto así como: “el siguiente”.
No obstante, el descastado cuarto nos iba a privar de ver torear al sevillano. O eso pudiera parecer, pero este es otro Morante. Cuando el de antaño hubiera salido a quitar las moscas y con la espada de matar, el de ahora salió dispuesto a sacar faena espoleado por “el Lili” desde el burladero. Protestón y levantando la cara, el toro acabó entrando en vereda. Torero y público se vinieron arrriba y vibraron con sendas tandas por ambos pitones y algún molinete de ensueño. Solo los aceros impidieron el triunfo. Morante se autoconcedió una vuelta al ruedo, por lo de antes. Al fin y al cabo la gente había venido a verle a él.
Solo Urdiales fue capaz de cortar una oreja al toro con más fuerzas de la tarde, que no el de más clase. Fue muy notable el inicio de su primera faena. No pudo transmitir lo mismo en el quinto, donde la plaza había perdido ya la efusividad inicial y el astado tampoco ayudó. Luque demostró que tenía ganas, pero no terminó de cuajar ninguno de los toros de su lote ni de conectar con los tendidos, exceptuando los primeros muletazos del tercero de la tarde y el recibo capotero de su segundo toro. Tampoco estuvo acertado con la espada.
En general, la corrida fue bastante justita de fuerzas y exenta de grandes triunfos. Valdemorillo nos dejó con la miel en los labios, pero los detallles toreros de Urdiales y sobre todo Morante nos hicieron disfrutar de la primera tarde de toros del año y vislumbrar los primeros tintes de una temporada que puede ser histórica.
Ahora toca esperar otro mes hasta que las figuras vuelvan a vestirse de luces en la tradicional feria de Olivenza, veremos como transcurre.