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    No es tanto porqué, sino para qué

    AGA No es tanto porqué, sino para qué9 de febrero de 2022

    Si hay que gobernar, se gobierna; pero gobernar para nada es tontería. Podríamos establecer esta máxima para cualquier gobierno de cualquier situación y contexto. Ni más ni menos, que por la responsabilidad que ello implica.

    Como premisa, todo acto humano y todo proceso se lleva a cabo con un objeto y fin y teniendo unas causas previas. No obstante, la labor de gobernar no es una acción más, tal es su dimensión, que las decisiones y acciones que se lleven a cabo involucran y repercuten a naciones o comunidades políticas por completo. Un candidato político exhibe sin miramientos sus fortalezas, cualidades y virtudes. Es evidente que esto es inmensamente relevante, el votante debe saber contestar a la pregunta ¿porqué votaré a este partido y, en concreto, a esta persona? Pues debe tener un fundamento lógico y racional. El voto no se debe visto jamás como algo irrelevante o un acto más a llevar a cabo con desprecio , sino como la más alta involucración ciudadana en un común denominado sociedad.

    Así, es de aborrecer quienes justifican su voto en una tradición familiar, en la apariencia exterior de un candidato o en un slogan que no supere el par de palabras. Debemos saber para qué se quiere el poder, para qué se desea gobernar, para qué se anhela el poder. Esto que tenemos, la sociedad en la que vivimos, tiene sus más y sus menos.
    Es importante ver el gobierno, la herramienta de gobernar, como un medio, no como un fin. Actuar sobre la sociedad debe ser, naturalmente un anhelo, el fin a alcanzar; siendo el gobierno, herramienta aparentemente más poderosa con la que influir sobre la sociedad, un mero medio para ello.

    Fiel reflejo de este planteamiento es el empleado hace escasos días por el expresidente español d. Jose María Aznar:
     
    “La pregunta es:
    ¿y para hacer qué?
    Se gana para hacer qué:
    la respuesta es,
    se gana para construir”

    De este modo, el primer presidente español en conseguir una mayoría absoluta va más allá, no solo es para qué, sino para hacer qué. En efecto, si los planteamientos no se llevan a hechos, en poco quedan. Por tanto, elevemos el planteamiento, no debemos gobernar por unas causas, ni para unos ideales, sino para hacer, para llevar a cabo una determinadas y muy concretas acciones.

    Dicho esto, no es que gobernar para nada sea tontería, sino que gobernar para pragmáticamente no hacer nada, no solo no es gobernar, sino que es la mayor forma de corromper y desvirtuar el gobierno y su institución. Saber gobernar es un arte, gobernar para hacer cosas positivas es digno de belleza y enaltecimiento. Es despreciable, representa vileza y debe ser excluido quien con intereses particulares gobierna.

    Más allá del ámbito político, ni porqué, ni para qué, para hacer o conseguir qué se hacen las cosas.

    «Si hay que gobernar se gobierna, pero gobernar para nada es tontería»

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