Desde el formalismo que me define y representa, por las metáforas que me agradan y la reflexión que me deslumbra: “Dime si te acuerdas, de todo lo que hacíamos hasta que saliera el Sol.” Pocas canciones existen cuya letra y contenido desprecie, me horrorice y repugne más que la que abordo. La canción se llama Dime si te acuerdas y aunque data del 2018, podría ser la frase que con nostalgia y pesadumbre más repita a sus allegados quien durante esta semana aprovecha sus últimos días de matrimonio.
A pesar de lo dicho, la canción inicia con una frase que enmarca, esclarece y representa de manera cristalina y con escueta perfección lo ocurrido bajo el Sol. Un matrimonio que ya tenía pensado su destino de luna de miel, la Moncloa, pero que desde que ha salido el Sol, unos segundos de visita hasta la séptima planta del edificio genovés es ya a lo que más aspiran.
Porque ya todo queda en un recuerdo. La gigantesca ola que algunos anticipaban al grito de ¡Pablo presidente! se ha evaporado. Parecía que el movimiento del mar se movía según distintos bailes. Primero la jota murciana, después un sonado chotis madrileño, el retumbar de las palmas flamencas y, pretendían que también , los titos castellanoleoneses. Lo que no esperaba Pablo es que, entre tanta música tradicional, entre cánticos alegres y entusiasmados, alguien le cambiase la emisora. En lugar de música alegre y entusiasmada llegó la melancólica y entristecida. Unas canciones que no animaban el presente ni presagiaban un espléndido futuro, sino que recordaban un alegre pasado que no volvería. En un país tan mediterráneo, el Sol agrada a muchos, menos cuando quema. El agua se evapora con una cierta temperatura y parece que el Sol tanto ha ardido y deslumbrado que ha hecho evaporar la costa genovesa.
El mismo Pablo pensaba que el Sol tan solo lo iluminaba, que le haría resplandecer, lo recubriría con un aura de luminosidad. No obstante, cuando se percató de que le podía quemar, pretendió generar un gran nubarrón, que más que tapar el Sol, ha llevado tempestades a Génova, cogiendo a Pablo sin paraguas ya que pensaba que el Sol ni se iría ni le haría daño. Incluso, tan es así, que quien siempre ha tenido paraguas por las condiciones de su tierra, le puede haber cogido agrado al Sol y desee arrimarse al mismo.
Hace muchos, muchos años, se pensaba que se modificaba el tiempo con sacrificios humanos. Ante las pocas soluciones viables, como si de tal cosa se tratase, Pablo creyó que, ofreciendo a la máxima autoridad, todo se arreglaría. Aun así, en el Ágora Popular lo bajaron de cualquier fantasía, y por aclamación popular, decidieron ofrecer en sacrificio a el mismo Pablo.
“Vivíamos alegres y no lo sabíamos. Dime, te acuerdas, imaginábamos el futuro sin hacer frente al presente. Dime, te acuerdas, pensábamos que lo que nos decían en casa es lo que pensaban en la calle. Dime, te acuerdas, augurábamos victorias por evitar otra derrota. Dime que te acuerdas, de lo que hacíamos hasta que salió el Sol.”
«Dime si te acuerdas de todo lo que hacíamos hasta que saliera el Sol»
AGA – Dime si te acuerdas – 25 de febrero de 2022
A pesar de lo dicho, la canción inicia con una frase que enmarca, esclarece y representa de manera cristalina y con escueta perfección lo ocurrido bajo el Sol. Un matrimonio que ya tenía pensado su destino de luna de miel, la Moncloa, pero que desde que ha salido el Sol, unos segundos de visita hasta la séptima planta del edificio genovés es ya a lo que más aspiran.
Porque ya todo queda en un recuerdo. La gigantesca ola que algunos anticipaban al grito de ¡Pablo presidente! se ha evaporado. Parecía que el movimiento del mar se movía según distintos bailes. Primero la jota murciana, después un sonado chotis madrileño, el retumbar de las palmas flamencas y, pretendían que también , los titos castellanoleoneses. Lo que no esperaba Pablo es que, entre tanta música tradicional, entre cánticos alegres y entusiasmados, alguien le cambiase la emisora. En lugar de música alegre y entusiasmada llegó la melancólica y entristecida. Unas canciones que no animaban el presente ni presagiaban un espléndido futuro, sino que recordaban un alegre pasado que no volvería. En un país tan mediterráneo, el Sol agrada a muchos, menos cuando quema. El agua se evapora con una cierta temperatura y parece que el Sol tanto ha ardido y deslumbrado que ha hecho evaporar la costa genovesa.
El mismo Pablo pensaba que el Sol tan solo lo iluminaba, que le haría resplandecer, lo recubriría con un aura de luminosidad. No obstante, cuando se percató de que le podía quemar, pretendió generar un gran nubarrón, que más que tapar el Sol, ha llevado tempestades a Génova, cogiendo a Pablo sin paraguas ya que pensaba que el Sol ni se iría ni le haría daño. Incluso, tan es así, que quien siempre ha tenido paraguas por las condiciones de su tierra, le puede haber cogido agrado al Sol y desee arrimarse al mismo.
Hace muchos, muchos años, se pensaba que se modificaba el tiempo con sacrificios humanos. Ante las pocas soluciones viables, como si de tal cosa se tratase, Pablo creyó que, ofreciendo a la máxima autoridad, todo se arreglaría. Aun así, en el Ágora Popular lo bajaron de cualquier fantasía, y por aclamación popular, decidieron ofrecer en sacrificio a el mismo Pablo.
“Vivíamos alegres y no lo sabíamos. Dime, te acuerdas, imaginábamos el futuro sin hacer frente al presente. Dime, te acuerdas, pensábamos que lo que nos decían en casa es lo que pensaban en la calle. Dime, te acuerdas, augurábamos victorias por evitar otra derrota. Dime que te acuerdas, de lo que hacíamos hasta que salió el Sol.”