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    Viva los novios

    AGA – Viva los novios – 11 de marzo de 2022

    Qué bonito es el amor. Primero sí, luego no, ahora ven tú a por mí, ahora voy yo a por ti. Ahora hago como que no te conozco, pero en verdad te quiero. Te quiero, pero no lo puedo mostrar porque a mis otros amigos no les gusta que nos queramos. Un gran teatro, una seria realidad, una anticipada puesta en escena, un desenlace sin emoción. Un noviazgo anticipado, del cual muchos rumoreaban, pero del que poco se conocía.

    Pocas certezas había, uno del otro casi nada sabía, certezas pocos tenían, incluso con reproches y menosprecios se respondían, pero el corazón, el uno por el otro les latía. Qué bonito es el silencio, hablar con la mirada, decir con la acción y enmudecer a la hora de cara cara expresarse el amor mutuo.

    Lo que no se dice no se sabe, de lo que no se hace, nada se dice, pero si no se sabe, nada se hace. Por eso, como siempre, ambos primero observaron, unos cuanto habían sembrado, otros, cuanta fuerza tenían para moverse. Primero, supieron para ver qué tenían que hacer, se pusieron a hacer para poder empezar a decir, para finalmente, tras decirse el uno al otro, supieron lo que harían:
     
    Te quiero querer,
    querría quererte más,
    quiero que me quieras,
    para de verdad poder querernos.
    Sin importar que otras sepan,
    que nos queremos,
    quererte tanto como he querido a otros,
    tan solo dime que me quieres,
    muéstrame que merece la pena quererte,
    que queriéndote sabré quererte.
    No es tanto que quiera quererte,
    sino que necesito quererte.

    Por encima de la ficción, de los sueños, de los deseos, de las ansias y las angustias, están el pragmatismo y la realidad. No siempre una es igual a la otra, vencedor será quien transforme una en la otra, quien haga pensar a unos que una es la otra y que mediante la segunda se puede llegar a la primera. Se equivoca quien piense que el matrimonio es el trámite previo al divorcio: en la salud y en la enfermedad, en el Congreso y en las Cortes, en la juventud y la vejez, en el Senado y en la Asamblea, en el pasillo y en la tribuna, en la prosperidad y adversidad, prometo serte fiel todos los días de mi vida, hasta que la muerte nos separe.  

    La siembra ha dado su fruto, la fuerza ha movido, se marchitan las rosas, se pudren las naranjas y se empieza a cansar la mano que se alzaba al grito de “sí se puede”. Poco enloquecimiento habrá en la noche de bodas. No habrá luna de miel.
    La costa tendrá que esperar, el sol mediterráneo aguarda, la lluvia llega a Madrid, las tierras murcianas esperan su siembra, los bambúes guardan silencio con el pragmatismo como máxima y Valencia sigue aún entregado pa’ ella. En definitiva, tendremos que Feijarnos qué ocurre en las próximas semanas.

    Tiempo al tiempo y paciencia con el tiempo, esperar el error, provocar el error, no esperar la oportunidad, sino generarla; gobernarse para no ser gobernado.
    Seis de la mañana, suena el teléfono en Moncloa: “Pedro, Pedriño, dime, qué hacemos ahora”.
    “Tranquila, Yolanda, tranquila, sé paciente, ahora toca esperar”.

    «Prometo serte fiel, hasta que la muerte nos separe»

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