Alfonso L. Galiana – Por la tauromaquia, contra la alcaldesa de Gijón – 3 de abril de 2022
La última fechoría cometida por la alcaldesa socialista de Gijón, doña Ana González, es una más de una gran colección de ofensas, o mejor dicho actos criminales, perpetrados en los últimos años contra el activo más valioso de la cultura española: la tauromaquia.
Desde la prohibición flagrantemente inconstitucional de dar toros en Cataluña, delito que no olvidamos y que todavía no ha sido reparado pese a la sentencia del Tribunal Constitucional de octubre de 2016, hasta la pérfida exclusión de las corridas de toros del Bono Cultural Joven por parte del dizque Ministro de Cultura Miquel Iceta, los taurinos hemos ido encajando golpe tras golpe, sin que nadie haga ni diga nada.
Pero lo de la señora alcaldesa de Gijón no tiene nombre, y exige, en consecuencia, una respuesta a la altura de la larga lista de ilegalidades que esta señora ha cometido y pretende seguir cometiendo hasta cumplir con su fin sectario de no dar toros nunca más en esta localidad.
No obstante, hemos de hacer primero una breve recapitulación para contextualizar y enumerar los muchos agravios que se han cometido contra la fiesta de los toros desde la alcaldía de Gijón. Debemos remontarnos al mes de agosto del pasado año, 2021. Tras un año de ausencia por las restricciones derivadas de la pandemia, los toros volvían a El Bibio para la tradicional feria de Nuestra Señora de la Begoña.
La polémica se desató después de que un grupo de tuiteros ofendidos tacharan de inaceptable que el maligno fascista y asesino de toros, Morante de la Puebla, diera muerte en aquel coso a los nobles ejemplares de Daniel Ruíz Yagüe llamados “Feminista” y “Nigeriano”. La astuta alcaldesa aprovechó la coyuntura para declarar ante los medios que este “lamentable acontecimiento” era “la gota que colma el vaso”, y que, por que ella lo vale y dando una patada en el tafanario a la ley, se acabaron los toros en Gijón.
Tuvieron que salir distintas asociaciones, la Fundación del Toro de Lidia, ganaderos, toreros y el propio empresario de la plaza a recordar a la señora alcaldesa que, como dicta la ley, su voluntad personal no podía impedir que se celebren corridas de toros, por muy alcaldesa de Gijón que sea. Doña Ana se excusó diciendo que ella “no estaba prohibiendo nada”, simplemente que como la plaza es propiedad del ayuntamiento, pues a partir de ahora se iba a dedicar a “otros fines”, dejando entrever así su intención de rehuir su obligación legal como representante pública de proteger y amparar la tauromaquia.
Sin embargo, esta no es la primera vez que algún que otro alcalde, motivado por razones ideológicas, o simplemente por su supina ignorancia e incultura, intenta impedir la celebración de un festejo taurino. Y lo curioso es que todos y cada uno de ellos han acabado de la misma forma, condenados por prevaricación e inhabilitados.
Pero doña Ana es mucho más ladina y tendenciosa de lo que uno podría haberse imaginado en un principio, y ha recurrido a una técnica obscena, propia de representantes públicos de baja catadura moral como Gustavo Petro, distinguido criminal que durante su etapa como alcalde de Bogotá intentó servirse del mismo ardid para acabar con los toros en la ciudad natal de César Rincón.
Resulta sorprendente comprobar que todos y cada uno de los repetidos ataques a la tauromaquia en todas las partes del mundo estén motivados por el mismo mal. Y no, no es el animalismo, sino un claro y ferviente anti-españolismo. Un rechazo frontal, un odio irracional, a todo lo que tenga que ver con la nación, la cultura y la identidad española. Una aversión que es compartida a ambos lados del Atlántico tanto por los indigenistas y bolivarianos de América como por los independentistas catalanes y gran parte de la izquierda española.
Ahora, la alcaldesa hace referencia a un informe ad hoc que señala la necesidad de clausurar la plaza de toros de Gijón por el “riesgo de hundimientos” que pueden provocar “situaciones de pánico”. El informe, filtrado recientemente, bien pudiera haber sido confeccionado por un crío de cinco años, pero con tanto indigente intelectual que habita en el ayuntamiento de Gijón, no es descabellado suponer que es de algún despacho de tan denostada institución de donde ha salido.
De esta manera, nos encontramos solo ante dos posibles disyuntivas. Si el informe es verídico, la señora alcaldesa debe ser procesada por cometer una enorme irresponsabilidad al autorizar la celebración de los festejos que tuvieron lugar el pasado agosto, donde supuestamente se puso en juego la vida de unos 15.000 espectadores en repetidas ocasiones.
Además, El Bibio es una estructura del Siglo XIX, declarado como Bien de Interés Cultural, por lo que la obligación de su titular, la alcaldía de Gijón, debe ser la de su conservación y protección. Así que, si el informe es cierto, estamos ante un claro caso de dejación de funciones, lo cual no sería de extrañar ya que en la también localidad asturiana de Oviedo se prefirió abandonar la preciosa plaza de Buenavista, que data del 1889, para no dar toros. Otro ataque más que, hasta ahora, ha quedado impune.
Por otra parte, si, como todo parece indicar, el informe es tan solo una confección a medida para usar como pretexto la “ruina” del coso con el fin alcanzar el objetivo sectario de doña Ana González de acabar con los festejos taurinos en su localidad, en este caso, la alcaldesa debe ser desalojada del ayuntamiento y juzgada por prevaricación.
En este sentido, los aficionados taurinos debemos instar a los políticos y a los representantes de este sector a que no cejen en su empeño de dar toros en Gijón, pues es una batalla que no podemos permitirnos perder. Desde aquí, animo humildemente al empresario Carlos Zúñiga a que continúe con este cometido, y que trabaje para anunciar una corrida histórica, que reúna a todas las primeras figuras del toreo para este verano en Gijón y que reivindique nuestro derecho a disfrutar de este gran arte que, a dia de hoy, sigue siendo completamente legal y moral.
Yo, personalmente, no descansaré hasta ver como la Justicia de este país manda a Ana González, tras recibir los tres avisos, a dónde le corresponde: ¡al corral!
“todos y cada uno de los repetidos ataques a la tauromaquia en todas las partes del mundo están motivados por el mismo mal.”
Alfonso L. Galiana – Por la tauromaquia, contra la alcaldesa de Gijón – 3 de abril de 2022
La última fechoría cometida por la alcaldesa socialista de Gijón, doña Ana González, es una más de una gran colección de ofensas, o mejor dicho actos criminales, perpetrados en los últimos años contra el activo más valioso de la cultura española: la tauromaquia.
Desde la prohibición flagrantemente inconstitucional de dar toros en Cataluña, delito que no olvidamos y que todavía no ha sido reparado pese a la sentencia del Tribunal Constitucional de octubre de 2016, hasta la pérfida exclusión de las corridas de toros del Bono Cultural Joven por parte del dizque Ministro de Cultura Miquel Iceta, los taurinos hemos ido encajando golpe tras golpe, sin que nadie haga ni diga nada.
Pero lo de la señora alcaldesa de Gijón no tiene nombre, y exige, en consecuencia, una respuesta a la altura de la larga lista de ilegalidades que esta señora ha cometido y pretende seguir cometiendo hasta cumplir con su fin sectario de no dar toros nunca más en esta localidad.
No obstante, hemos de hacer primero una breve recapitulación para contextualizar y enumerar los muchos agravios que se han cometido contra la fiesta de los toros desde la alcaldía de Gijón. Debemos remontarnos al mes de agosto del pasado año, 2021. Tras un año de ausencia por las restricciones derivadas de la pandemia, los toros volvían a El Bibio para la tradicional feria de Nuestra Señora de la Begoña.
La polémica se desató después de que un grupo de tuiteros ofendidos tacharan de inaceptable que el maligno fascista y asesino de toros, Morante de la Puebla, diera muerte en aquel coso a los nobles ejemplares de Daniel Ruíz Yagüe llamados “Feminista” y “Nigeriano”. La astuta alcaldesa aprovechó la coyuntura para declarar ante los medios que este “lamentable acontecimiento” era “la gota que colma el vaso”, y que, por que ella lo vale y dando una patada en el tafanario a la ley, se acabaron los toros en Gijón.
Tuvieron que salir distintas asociaciones, la Fundación del Toro de Lidia, ganaderos, toreros y el propio empresario de la plaza a recordar a la señora alcaldesa que, como dicta la ley, su voluntad personal no podía impedir que se celebren corridas de toros, por muy alcaldesa de Gijón que sea. Doña Ana se excusó diciendo que ella “no estaba prohibiendo nada”, simplemente que como la plaza es propiedad del ayuntamiento, pues a partir de ahora se iba a dedicar a “otros fines”, dejando entrever así su intención de rehuir su obligación legal como representante pública de proteger y amparar la tauromaquia.
Sin embargo, esta no es la primera vez que algún que otro alcalde, motivado por razones ideológicas, o simplemente por su supina ignorancia e incultura, intenta impedir la celebración de un festejo taurino. Y lo curioso es que todos y cada uno de ellos han acabado de la misma forma, condenados por prevaricación e inhabilitados.
Pero doña Ana es mucho más ladina y tendenciosa de lo que uno podría haberse imaginado en un principio, y ha recurrido a una técnica obscena, propia de representantes públicos de baja catadura moral como Gustavo Petro, distinguido criminal que durante su etapa como alcalde de Bogotá intentó servirse del mismo ardid para acabar con los toros en la ciudad natal de César Rincón.
Resulta sorprendente comprobar que todos y cada uno de los repetidos ataques a la tauromaquia en todas las partes del mundo estén motivados por el mismo mal. Y no, no es el animalismo, sino un claro y ferviente anti-españolismo. Un rechazo frontal, un odio irracional, a todo lo que tenga que ver con la nación, la cultura y la identidad española. Una aversión que es compartida a ambos lados del Atlántico tanto por los indigenistas y bolivarianos de América como por los independentistas catalanes y gran parte de la izquierda española.
Ahora, la alcaldesa hace referencia a un informe ad hoc que señala la necesidad de clausurar la plaza de toros de Gijón por el “riesgo de hundimientos” que pueden provocar “situaciones de pánico”. El informe, filtrado recientemente, bien pudiera haber sido confeccionado por un crío de cinco años, pero con tanto indigente intelectual que habita en el ayuntamiento de Gijón, no es descabellado suponer que es de algún despacho de tan denostada institución de donde ha salido.
De esta manera, nos encontramos solo ante dos posibles disyuntivas. Si el informe es verídico, la señora alcaldesa debe ser procesada por cometer una enorme irresponsabilidad al autorizar la celebración de los festejos que tuvieron lugar el pasado agosto, donde supuestamente se puso en juego la vida de unos 15.000 espectadores en repetidas ocasiones.
Además, El Bibio es una estructura del Siglo XIX, declarado como Bien de Interés Cultural, por lo que la obligación de su titular, la alcaldía de Gijón, debe ser la de su conservación y protección. Así que, si el informe es cierto, estamos ante un claro caso de dejación de funciones, lo cual no sería de extrañar ya que en la también localidad asturiana de Oviedo se prefirió abandonar la preciosa plaza de Buenavista, que data del 1889, para no dar toros. Otro ataque más que, hasta ahora, ha quedado impune.
Por otra parte, si, como todo parece indicar, el informe es tan solo una confección a medida para usar como pretexto la “ruina” del coso con el fin alcanzar el objetivo sectario de doña Ana González de acabar con los festejos taurinos en su localidad, en este caso, la alcaldesa debe ser desalojada del ayuntamiento y juzgada por prevaricación.
En este sentido, los aficionados taurinos debemos instar a los políticos y a los representantes de este sector a que no cejen en su empeño de dar toros en Gijón, pues es una batalla que no podemos permitirnos perder. Desde aquí, animo humildemente al empresario Carlos Zúñiga a que continúe con este cometido, y que trabaje para anunciar una corrida histórica, que reúna a todas las primeras figuras del toreo para este verano en Gijón y que reivindique nuestro derecho a disfrutar de este gran arte que, a dia de hoy, sigue siendo completamente legal y moral.
Yo, personalmente, no descansaré hasta ver como la Justicia de este país manda a Ana González, tras recibir los tres avisos, a dónde le corresponde: ¡al corral!