More

    Matutino

    La mañana amanece soleada en Argüelles, barrio cosmopolita donde coexisten el pequeñoburgués amanerado, calzado de ante, peluca y verde cazador, el artista, aunque, claro, no vive el día, y el elenco de trabajadores que hospedan en sus comercios, pequeñas realidades dentro de un todo mayor, la verdadera idiosincrasia del barrio: el personal. La maraña se mueve apresurada por los paralelos de los ensanches en todas las direcciones, y los coches colapsan la Calle de la Princesa en un ir y venir hacia un destino tanto común como – hay que lamentarlo– prosaico, cual es el trabajo de ocho a cinco.

    El escrutinio diario del café con leche, vuelta en disolución perpetua de lo amargo y dulce, tiene como mejor complemento y guarnición la voz neutra, indiferente, informativa y coñazo del noticiario matutino, sinfonía del suceso, despertador de conciencias dormidas luego de una noche de sueño débil por la hostilidad con que trata la ciudad al sujeto, aletargado en su lecho, que sufre de la realidad sin saberlo.

    Los infortunios del virus pandémico parecen estar cediendo por sencilla pesadumbre y cansancio de todos. La mascarilla, velo de mal gusto para los feos y escudo político para los demagogos, llegará a su fin de forma inminente. Y es de agradecer. La primavera despierta el alma del humano que, demasiado humano, se acoge a sus instintos más primarios, escuetos y puros en esta época del año. La mirada lasciva, aviesa, aquilina y cómplice de los enamorados hace compañía, ahora, al rostro que permanecía oculto en un trapo necesario.

    El noticiario continúa, esta vez poniendo en apuros a José Luis Martínez Almeida, accidentado alcalde de Madrid, que ha sido acusado de hacer de intermediario, junto con un familiar, en un asunto de venta de material sanitario, fallando en favor de empresarios oportunistas con comisiones millonarias. Titubeante, con la voz del que parece seguro sin estarlo, negó intervención alguna por su parte. Una vez más, el barro del caso singular ensucia la realidad política en este país. Imposible, inevitable, que el votante miope no se sienta decepcionado con sus mediocres políticos. Es normal, joder.

    – ¡Almeida, yo te creo! Todo esto es una conjetura de la bancada de enfrente, seguro. Quieren erosionar la estabilidad de la capital, que tan bien está siendo gestionada por esta derecha centrada y moderada que mima al emprendedor, al autónomo. ¡Ellos son el alma de este país! Hay que hacer todo lo posible por cuidarlos.

    – No olvide, señor, pagar el desayuno y la cena de ayer.

    El café se está quedando frío. Pido otro, luego de la intervención de uno de los habituales del local. Como viene siendo costumbre en las últimas semanas, se relatan emocionantes historias de empresarios que contratan refugiados ucranianos, de conductores que trasladan familias enteras hacia una tierra fértil donde enfrentar el porvenir, lejos de las bombas y la metralla, y de llamamientos generales para dar apoyo a las mujeres, los hombres y los niños de la guerra. A uno se le saltan las lágrimas. Ejemplar respuesta.

    El Presidente del Gobierno se entrevistará en las próximas horas con el Rey de Marruecos. Intentarán concretar el futuro de la relación bilateral después del reconocimiento español sobre la soberanía marroquí del Sáhara Occidental. A este respecto, una imbecilidad en toda regla. Nos recuerdan, también, los más recientes acontecimientos entre Marruecos y España, durante la invasión fronteriza del pasado mayo.

    –  Fue vergonzoso. España y Marruecos son enemigos naturales, tanto como Turquía y Grecia lo son. No deberían realizarse concesiones mutuas. Lo del Sáhara es un error. Es la presión estadounidense el verdadero artífice de esta política. De otra forma, es inconcebible. Ahora bien, en cuestión migratoria hay que ser inflexible. ¡No quieran exportar sus problemas!

    –  ¿Qué pasa con los ucranianos entonces?

    –  Ellos son diferentes; un caso aparte. ¿No los ves? Blancos, con los ojos azules, como tú y cómo yo. De buena gana los acogemos, claro que sí. ¿Qué podríamos hacer sino? Ante todo, España es un Estado señor. Termino el café. Pago religiosamente lo que debo, saludo con un leve movimiento de cabeza a los habituales del lugar, que por cuenta de sus acaloradas opiniones siempre llegan tarde, cualquiera que sea su compromiso, y me voy. Olvido el pormenor de la noticia. No pienso en nada cuando bajo la calle. El eterno retorno de una idéntica mañana. El sol araña la vista y achanta mis ojos que, cansados, ven sin observar el despertar de la ciudad.

    Artículos más recientes

    spot_img

    Related articles

    Deja tu comentario

    Por favor ingrese su comentario!
    Por favor ingrese su nombre aquí