Los sueños, sueños son y el destino decidirá. Lo que el futuro me espera y si mis sueños se cumplirán.
Porque los sueños que uno tiene son aquellos que desearía compartir, que desea que el otro también tenga porque son los míos y los mejores y uno puede querer que el resto los comparta y desee. Supongamos dos personas miopes, solo una de estas tiene gafas. La que carece de lentes se acerca al objetivo para poderlo ver y observar con detenimiento, por lo que al que tiene gafas que se encuentra a lo lejos le explica que consigue ver.
Este primero ve, sin gafas. El segundo también ve, con gafas. Ambos se explican los maravilloso que es ver, lo bonito que es haber encontrado una solución. Lo grandioso que resulta haber encontrado una solución a un problema que todos padecen, pero cuya solución todos carecen. Más aun, en definitiva, todos ven, han solucionado el no ver, existen distintas soluciones, pero una es, evidentemente, mejor, más veloz y fructífera que la otra.
El uno, eufórico por haber dado con la solución corre a contarle, explicarle y transmitirle al otro el maravilloso hallazgo con que ha dado. Ambos tienen la plena certeza de haber dado con la solución, que no una solución, que será válida para todos y acabará con el problema. Aun así, bajo la certeza de haber encontrado la solución, empieza la perdición, el problema.
Un problema con soluciones, pero con solución. Una disyuntiva planteable, pero evidente. De entre las soluciones, todas resuelven el problema, pero dar solución no es sinónimo de dar la mejor solución. Un problema con soluciones, pero con solución. Una disyuntiva planteable, pero evidente. De entre las soluciones, todas resuelven el problema, pero dar solución no es sinónimo de dar la mejor solución. Tal vez les suene: modelo keynesiano o libre mercado, globalismo o localismo, derechas o izquierdas, casta o pueblo, comunismo o liberalismo, razón o sentimiento, monismo o pluralismo, ley o anarquía, mundo natural o mundo artificial, vida pública o vida privada, modelo holístico o atomista, democracia representativa o directa. Así, infinitud de cuestiones casi dicotómicas que han movido, mueven y moverán la historia.
De cada una de estas elecciones, cada uno, todos sin excepción, tenemos una opción preferida, la cual revindicaremos, con cierto ímpetu haremos por defender y, sobre todo, por imponer. Porque es la que consideramos mejor y por ello, la que ansiamos que el resto que nos rodea llegue a conocer, porque es la mejor, y quiera aplicar, porque es la mejor. Así, de manera natural, lleva a un deseo personalmente dictatorial: la dictadura unipersonal.
Una vez más, basta con observar, la historia nos lo muestra, los grandes pensadores ponen la evidencia y la realidad lo coloca en certeza. Desde la búsqueda de la homogeneidad, la exaltación de la polis griega, la reivindicación del pluralismo, la bandera de la Ilustración, el relativismo romántico, el poderío económico, el auge de lo social o la hoz liberal, hasta uno mismo.
Finalmente, el miope que decidió ponerse gafas en lugar de andar hasta el objetivo, instó a su compañero a retroceder. Al volver hacia atrás, abandonar su previo planteamiento y afrontar la realidad, se puso las gafas y vio. Tan solo eran dos.
“Lo personal también es político” – Simone de Beauvoir
AGA – Dictadura Unipersonal – 29 de abril de 2022
Porque los sueños que uno tiene son aquellos que desearía compartir, que desea que el otro también tenga porque son los míos y los mejores y uno puede querer que el resto los comparta y desee. Supongamos dos personas miopes, solo una de estas tiene gafas. La que carece de lentes se acerca al objetivo para poderlo ver y observar con detenimiento, por lo que al que tiene gafas que se encuentra a lo lejos le explica que consigue ver.
Este primero ve, sin gafas. El segundo también ve, con gafas. Ambos se explican los maravilloso que es ver, lo bonito que es haber encontrado una solución. Lo grandioso que resulta haber encontrado una solución a un problema que todos padecen, pero cuya solución todos carecen. Más aun, en definitiva, todos ven, han solucionado el no ver, existen distintas soluciones, pero una es, evidentemente, mejor, más veloz y fructífera que la otra.
El uno, eufórico por haber dado con la solución corre a contarle, explicarle y transmitirle al otro el maravilloso hallazgo con que ha dado. Ambos tienen la plena certeza de haber dado con la solución, que no una solución, que será válida para todos y acabará con el problema. Aun así, bajo la certeza de haber encontrado la solución, empieza la perdición, el problema.
Un problema con soluciones, pero con solución. Una disyuntiva planteable, pero evidente. De entre las soluciones, todas resuelven el problema, pero dar solución no es sinónimo de dar la mejor solución. Un problema con soluciones, pero con solución. Una disyuntiva planteable, pero evidente. De entre las soluciones, todas resuelven el problema, pero dar solución no es sinónimo de dar la mejor solución. Tal vez les suene: modelo keynesiano o libre mercado, globalismo o localismo, derechas o izquierdas, casta o pueblo, comunismo o liberalismo, razón o sentimiento, monismo o pluralismo, ley o anarquía, mundo natural o mundo artificial, vida pública o vida privada, modelo holístico o atomista, democracia representativa o directa. Así, infinitud de cuestiones casi dicotómicas que han movido, mueven y moverán la historia.
De cada una de estas elecciones, cada uno, todos sin excepción, tenemos una opción preferida, la cual revindicaremos, con cierto ímpetu haremos por defender y, sobre todo, por imponer. Porque es la que consideramos mejor y por ello, la que ansiamos que el resto que nos rodea llegue a conocer, porque es la mejor, y quiera aplicar, porque es la mejor. Así, de manera natural, lleva a un deseo personalmente dictatorial: la dictadura unipersonal.
Una vez más, basta con observar, la historia nos lo muestra, los grandes pensadores ponen la evidencia y la realidad lo coloca en certeza.
Desde la búsqueda de la homogeneidad, la exaltación de la polis griega, la reivindicación del pluralismo, la bandera de la Ilustración, el relativismo romántico, el poderío económico, el auge de lo social o la hoz liberal, hasta uno mismo.
Finalmente, el miope que decidió ponerse gafas en lugar de andar hasta el objetivo, instó a su compañero a retroceder.
Al volver hacia atrás, abandonar su previo planteamiento y afrontar la realidad, se puso las gafas y vio. Tan solo eran dos.
“Lo personal también es político” –
Simone de Beauvoir