MSG – ¿QUÉ TE OCURRE, REINO UNIDO? – 9 de junio de 2022
Las fiestas en el número diez de Downing Street durante el confinamiento en Reino Unido ha sido la gota que ha colmado el vaso entre buena parte de los miembros del Partido Conservador. Señal de ello es que el 41,22% de los tories haya votado a favor de la moción de confianza interna al primer ministro británico Boris Johnson.
A pesar del fracaso de la moción, que debía contar con ciento ochenta votos a favor o el 50% de ellos para salir adelante, y de la consecuente alegría de Johnson, el pasado nos revela que tiene los días contados en la Cámara de los Comunes. John Major perdió las elecciones en 1997 ante Tony Blair aun habiendo resistido a la moción de confianza. Margaret Thatcher sufrió dos mociones, una en 1989 y la segunda un año después, y aunque venció en ambas, se retiró tras la segunda con motivo del “poll tax” o de la deriva antieuropeísta de su administración. Y por último, en 2018 le tocó padecerla a Theresa May, que pese a contar con un 63% de apoyo, abandonó la presidencia a los seis meses tras no haber sido capaz de aprobar el Acuerdo de la Retirada de la UE.
Estos tres casos nos hacen ver cómo incluso Johnson es consciente de la difícil situación que tiene por delante, aunque muestre una imagen distinta de cara a los medios. Lo que sí puede ser diferente con respecto a sus antecesores es su talante supremacista y fanático, que le harán sin duda aferrarse a la presidencia, no pudiendo además presentarse otra moción de confianza hasta pasados doce meses. Pero a lo que no podrá escapar es a la voluntad general de los ciudadanos británicos en las próximas elecciones, que mucho me temo que castigará la actuación y decisiones de su primer ministro durante la pandemia.
Habiendo analizado brevemente la moción de confianza presentada por el 15% de los tories y “su fracaso”, continuaremos reflexionando sobre las consecuencias de esta a nivel internacional. En primer lugar, podemos comprobar cómo se está degradando la imagen de Reino Unido en el exterior. Resulta muy curioso que una de las principales democracias del mundo, miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, del G7, o de la OTAN, haya propiciado tal comportamiento, incumpliendo por supuesto el principio fundamental del código ministerial. No es de extrañar que la opinión pública internacional continúe haciéndose eco de lo sucedido hace ya meses, me refiero al Partygate, que sigue dañando la imagen internacional de Reino Unido. La inestabilidad del Ejecutivo británico a tres semanas de la Cumbre de la OTAN en Madrid hará que este Estado acapare muchas miradas en ella.
La fragmentación del Gobierno británico llega además en el momento idóneo, véase, en pleno conflicto armado internacional entre Oriente y Occidente, entre la autocracia y la democracia. Si ya sabemos de la complejidad de combatir regímenes políticos como el ruso, no contando con la presencia adecuada de Reino Unido, repito, una de las democracias más avanzadas del globo, y un Estado no miembro de la UE, con el consiguiente previsible papel de mediador, convierte el reto en algo más difícil de alcanzar.
Pero, ¿qué piensan los ciudadanos británicos de lo ocurrido durante los meses de mayo, noviembre y diciembre del año pasado? La pregunta se responde por sí sola. Es evidente que la mayoría de ellos, incluidos los conservadores, están muy descontentos con la actuación de su primer ministro, que sólo hace que aumente la desafección ciudadana hacia la política y su clase, y también que asciendan los extremismos, cosa que ya conocemos en nuestro país.
Algo de lo que no se está hablando aún, y que podría suceder, es la reapertura del debate del BREXIT. Recordando que fue aprobado solamente con un 52% de los votos, que se hizo bajo el mandato de Johnson, y dada la mala reputación que está generando este hacia sí mismo, no me sorprendería que los británicos reivindicasen de nuevo su derecho a voto, lo que significaría una buena noticia para la UE.
Por último, y no menos importante, conviene analizar la más que probable victoria del Partido Laborista de Keir Starmer en las próximas elecciones, que convertiría Europa en un refugio de ideólogos socialdemócratas, sumándose a España, Portugal, Italia, o Alemania.
En definitiva, la crisis política interna de Reino Unido llega en un momento donde las democracias debían vestir sus mejores galas en su lucha contra el autoritarismo de Putin. Y todo por culpa de una persona llamada Boris Johnson, que no está capacitado para gobernar un país como Reino Unido ni tiene la suficiente dignidad para responder debidamente sobre sus actos.
Mario Sanz Galacho
«Situaciones como la del Partygate perjudica al conjunto de las democracias»
MSG – ¿QUÉ TE OCURRE, REINO UNIDO? – 9 de junio de 2022
A pesar del fracaso de la moción, que debía contar con ciento ochenta votos a favor o el 50% de ellos para salir adelante, y de la consecuente alegría de Johnson, el pasado nos revela que tiene los días contados en la Cámara de los Comunes. John Major perdió las elecciones en 1997 ante Tony Blair aun habiendo resistido a la moción de confianza. Margaret Thatcher sufrió dos mociones, una en 1989 y la segunda un año después, y aunque venció en ambas, se retiró tras la segunda con motivo del “poll tax” o de la deriva antieuropeísta de su administración. Y por último, en 2018 le tocó padecerla a Theresa May, que pese a contar con un 63% de apoyo, abandonó la presidencia a los seis meses tras no haber sido capaz de aprobar el Acuerdo de la Retirada de la UE.
Estos tres casos nos hacen ver cómo incluso Johnson es consciente de la difícil situación que tiene por delante, aunque muestre una imagen distinta de cara a los medios. Lo que sí puede ser diferente con respecto a sus antecesores es su talante supremacista y fanático, que le harán sin duda aferrarse a la presidencia, no pudiendo además presentarse otra moción de confianza hasta pasados doce meses. Pero a lo que no podrá escapar es a la voluntad general de los ciudadanos británicos en las próximas elecciones, que mucho me temo que castigará la actuación y decisiones de su primer ministro durante la pandemia.
Habiendo analizado brevemente la moción de confianza presentada por el 15% de los tories y “su fracaso”, continuaremos reflexionando sobre las consecuencias de esta a nivel internacional. En primer lugar, podemos comprobar cómo se está degradando la imagen de Reino Unido en el exterior. Resulta muy curioso que una de las principales democracias del mundo, miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, del G7, o de la OTAN, haya propiciado tal comportamiento, incumpliendo por supuesto el principio fundamental del código ministerial. No es de extrañar que la opinión pública internacional continúe haciéndose eco de lo sucedido hace ya meses, me refiero al Partygate, que sigue dañando la imagen internacional de Reino Unido. La inestabilidad del Ejecutivo británico a tres semanas de la Cumbre de la OTAN en Madrid hará que este Estado acapare muchas miradas en ella.
La fragmentación del Gobierno británico llega además en el momento idóneo, véase, en pleno conflicto armado internacional entre Oriente y Occidente, entre la autocracia y la democracia. Si ya sabemos de la complejidad de combatir regímenes políticos como el ruso, no contando con la presencia adecuada de Reino Unido, repito, una de las democracias más avanzadas del globo, y un Estado no miembro de la UE, con el consiguiente previsible papel de mediador, convierte el reto en algo más difícil de alcanzar.
Pero, ¿qué piensan los ciudadanos británicos de lo ocurrido durante los meses de mayo, noviembre y diciembre del año pasado? La pregunta se responde por sí sola. Es evidente que la mayoría de ellos, incluidos los conservadores, están muy descontentos con la actuación de su primer ministro, que sólo hace que aumente la desafección ciudadana hacia la política y su clase, y también que asciendan los extremismos, cosa que ya conocemos en nuestro país.
Algo de lo que no se está hablando aún, y que podría suceder, es la reapertura del debate del BREXIT. Recordando que fue aprobado solamente con un 52% de los votos, que se hizo bajo el mandato de Johnson, y dada la mala reputación que está generando este hacia sí mismo, no me sorprendería que los británicos reivindicasen de nuevo su derecho a voto, lo que significaría una buena noticia para la UE.
Por último, y no menos importante, conviene analizar la más que probable victoria del Partido Laborista de Keir Starmer en las próximas elecciones, que convertiría Europa en un refugio de ideólogos socialdemócratas, sumándose a España, Portugal, Italia, o Alemania.
En definitiva, la crisis política interna de Reino Unido llega en un momento donde las democracias debían vestir sus mejores galas en su lucha contra el autoritarismo de Putin. Y todo por culpa de una persona llamada Boris Johnson, que no está capacitado para gobernar un país como Reino Unido ni tiene la suficiente dignidad para
responder debidamente sobre sus actos.
Mario Sanz Galacho