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    Contra el FMI y la Banca Central

    José Joaquín Casavilla Calvo – el melancólico – 13 de julio de 2022

    El FMI es una institución que emerge con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, con la intencionalidad de lograr una estabilidad financiera. Este órgano internacional junto al Banco Mundial fue producto del acuerdo de Bretton Woods. Ambas fueron creación intelectual de dos personajes; el primero, John Maynard Keynes, un economista que está a favor de un gran estado cuyo papel es central para el funcionamiento de la economía, con numerosas políticas intervencionistas dentro de la vida de los individuos, promoviendo con un sistema de impuestos considerables, en otras palabras un socialdemócrata; el segundo, auspiciador del FMI, era Harry Dexter White, que representaba a Washinghton, aunque era un espía soviético, esto significa que sus ideales eran de corte comunistas y creía en un sistema de planificación y regulaciones intensivas en la economía y nuestras vidas.

    El FMI supuestamente «rescata» y financia a los países insolventes que se han estrellado debido a sus políticas irresponsables. El Fondo Monetario Internacional busca promover que en las situaciones en las que los gobiernos que no tienen crédito, no requieran ajustarse tanto como en los sistemas de patrón oro, en los que aquellos estados que no se ajustaran a estas condiciones tendrían que cumplir con sus inversionistas, o con los que adquiriesen su deuda, para recuperar su credibilidad.

    El FMI concede créditos a estos Estados, también los capacita de no tener que cumplir con los inversores que compraron su deuda. Desde 1973 la situación se ha agravado aún más puesto que ya no existe el patrón oro al que los Estados tenían que ajustarse. Claros ejemplo de la ineficacia del FMI es el caso de la República Argentina, seguido por muchos Estados como la República de Egipto, que han promovido más gastos de los que el país podía permitirse, e instituciones como el FMI, especialmente en el caso argentino, son cómplices de conservar un sistema desastroso que debe cambiar ya que se ha constatado que es ineficaz, insostenible, irresponsable e improductivo y a la larga está damnificando aún más la situación de los ciudadanos que habitan estos países.

    Otro punto es que el FMI se financia a través de los impuestos, éstos son una incautación ya que se trata de un dinero que se extrae, a través del uso de medios coercitivos, en los que el Estado ejerce la violencia. La misma institución que atenta contra la soberanía y patrimonio de los individuos, concediendo esos fondos al FMI, que se encarga de cedérselo a otros Estados y a la partitocracia que impera en éstos, que hacen un uso de lo prestado para servir a los intereses partisanos.

    En muchos casos los Estados a los que se les conceden estos préstamos tienen serios problemas de corrupción e incumplen los acuerdos alcanzados. No hay ninguna garantía real, ni medio coercitivo alguno de hacer cumplir a los Estados con el pago de estos préstamos.       

    No vivimos en una sociedad de libre mercado puramente, ya que hay grandes crisis como las de 1929, 2008, o la actual, en las que, si bien intervienen muchos agentes, si vamos a la raíz de la cuestión son provocadas por el intervencionismo y el estatismo, que se encuentran presentes en el mismo sistema bancario.

    Presuntamente es una institución que tiene como objetivo el que sus integrantes logren la estabilidad económica, no obstante, esto resulta irónico, pues ignora que principalmente los ciclos económicos son causados por problemas en el sistema bancario que se encuentra altamente intervenido por los propios Estados desde los Bancos Centrales, que no dejan de ser un monopolio público y de facto éste determina el marco y parámetro de una serie de pautas que todo banco puede seguir. Esos pasivos emitidos por el Banco Central no son convertibles en nada, ni siquiera en oro. Para entender el origen de estas situaciones es necesario entender dos conceptos principales: Dinero y Bancos.

    El dinero puede entenderse como un sistema de intercambio comúnmente reconocido y con capacidad de acumular valor. Sin dinero sólo habría trueque y éste generaría un sistema de economía de subsistencia. El sistema comúnmente elegido históricamente era el oro, que fue el estándar hasta que Nixon lo abolió ya que los dólares no eran convertibles en el oro estimado, puesto que el importe del gasto depreciaba el dólar, que era según el acuerdo de Bretton Woods la principal moneda FIAT, dado que el eje era anglosajón, siendo Estados Unidos, y Gran Bretaña los mayores impulsores de este acuerdo.

    El motivo por el que el dólar no era convertible en el oro estimado, radicaba en una pésima política monetaria y de gasto público que se fomentó, en primera instancia, durante los mandatos presidenciales de JFK y Lyndon B. Johnson. Ambos compartían una visión keynesiana de la economía, y que continuarían figuras como el propio Nixon.

    Del mismo modo que el conflicto en Vietnam contribuyó al déficit público, hecho que a la postre lastró la economía estadounidense en este marco histórico. El oro no se ha querido reimplantar puesto que éste limita profundamente a la Banca Central y a los Estados de cara a su intervencionismo.

    Los bancos originalmente eran meros intermediarios de los ahorradores de dinero y de los inversores, lo que significa que los ahorradores de dinero tienen la capacidad y la soberanía de su propio dinero teniendo ellos la elección de a quién prestan su dinero. El problema comienza cuando los banqueros no respetan los principios fundamentales del derecho ya que pretenden poder utilizar el dinero que no es suyo y utilizarlo para las inversiones que consideren.

    Es a través de este fenómeno en el que nace el sistema bancario fraccional ya que sólo tienen que reservar una parte del dinero, que los ahorradores depositaron en los bancos. Como los Bancos son capaces de hacer esto, cada vez que un ahorrador de dinero solicita su devolución no se le puede devolver este dinero ya que está invertido. Así que, como consecuencia de ello, los Bancos Centrales imprimen más dinero lo que lleva a la inflación y a la crisis.

    Varias Escuelas Económicas se han opuesto al sistema actual, entre las que destaca la figura de los Monetaristas, que sostiene una teoría macroeconómica. La escuela monetarista cree, valga la redundancia, en la política monetaria, como lo indica el propio nombre, anteponiendo ésta sobre la fiscal, dando una primicia al poder del dinero y realizar gasto del mismo modo que los keynesianos. Esta escuela defiende el fijar un crecimiento a la cantidad de dinero como método limitador de la inflación.

    Los Monetaristas entienden la inflación como un suceso única y exclusivamente monetario cuya causa es la expansión de la cantidad de dinero. Las teorías monetaristas defienden el control monetario, es decir, creen en la figura del Banco Central, sin embargo, considerando que ha de ser un ente distinto e independiente de la influencia política, se ha de controlar el déficit fiscal evitando una situación de déficit, no realizando un gasto superior a las capacidades que se posean, y finalmente el control de las expectativas de inflación de la población, evitándose así que hayan creencias sobre el desarrollo de la inflación.

    Este sistema presuntamente aboga según ellos por el “libre mercado”, por la no “intervención del estado en la economía”, entre muchas otras. El mayor exponente monetarista es Milton Friedman quien defiende la tesis del coeficiente de caja del 100%, pues para él influía en los ciclos económicos el sistema de reserva fraccionaria.

    Mientras que otros economistas como Jesús Huerta de Soto, Friederich Hayek, Ludwig von Mises y Murray N. Rothbard, que pertenecen a la Escuela Austríaca, sostienen una teoría microeconómica, defienden la idea de un sistema de banca libre de coeficiente de caja del 100% a la vista, son fieles defensores de la propiedad privada y de la libertad, el libre mercado, y la descentralización, estableciendo reformas con la aplicación de un coeficiente de caja del 100%, la abolición de los Bancos Centrales para evitar que el Estado intervenga dentro de la economía y por último, volver al patrón oro para blindar la economía de la inflación que es el principal pretexto que se utiliza para tener un Banco Central.

    Esta Escuela se opone a las medidas monetaristas y el uso de la política monetaria, puesto que la Banca Central al ser un órgano estatal es difícil mantenerle ajeno indefinidamente de la partitocracia, del mismo modo que la manipulación de la masa monetaria puede llegar a generar fenómenos monetarios no deseables como la inflación, pues es cierto exige un coeficiente del 100% para la emisión de billetes, pero no exigen lo mismo para los depósitos que son parte de la masa monetaria al igual que los billetes.

    También se oponen a la política fiscal perteneciente a los keynesianos, pues como se ha mencionado previamente ésta se fundamenta en los impuestos que son considerados como robo, pues es una extracción coercitiva del patrimonio de una persona física o jurídica, del mismo modo que la intención de esta recaudación es el uso de este dinero, que termina provocando déficit público, siendo esto algo que lastra a todos los particulares por conjunto pues estos podrían llevar a cabo y administrar su propio dinero, pues son conscientes de sus necesidades más que nadie.

    Y finalmente, recordemos el porqué se encuentran en contra de un sistema de Banca con reserva fraccionaria, ya sea libre, o central. Esto es así debido a que la reserva fraccionaria atenta contra los principios generales del derecho, la soberanía monetaria de los individuos, al igual que en caso de banca libre con reserva fraccionaria termina derivando en un sistema de Banca Central.  

    En definitiva, como diría Friederich Nietzsche.

    “La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre.”

     

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