Francisco Provenzano Viñuales- La Hispanidad-18 de Octubre de 2022
El día 12 de Octubre es una fecha muy especial y relevante, para quienes creemos en la importancia de defender el concepto de Hispanidad, y su legado cultural, lingüístico y religioso. En la misma fecha en la que celebramos el Día de la Hispanidad, oficialmente denominada Fiesta Nacional de España, también conmemoramos el aniversario del famoso discurso de Don Miguel de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, en el cual expresó sus ideas acerca de las imposiciones y el convencimiento. En estos días las ideas de quien fuera uno de los grandes defensores de este concepto, están más vigentes que nunca. Quienes desde hace siglos buscan destruir y reducir el potencial de desarrollo de España y su esfera de influencia, lo hacen a través de la imposición de una serie de mentiras y falsedades que buscan destruir su reputación y su labor civilizatoria en los territorios que pertenecieron a la Corona Española. Que haya actores extranjeros que busquen imponer sus intereses a los del Reino de España, a través de la construcción y elaboración de un relato manipulado de la historia, puedo llegar a entenderlo. Lo que me es inconcebible es que haya actores dentro del espectro político español y de la sociedad española que defienden estas ideas, que solamente buscan disminuir la influencia española en el mundo y faltar a la memoria de todos los españoles que contribuyeron a expandir la obra civilizadora y evangelizadora más allá de las fronteras europeas.
Los tres mayores exponentes y responsables del desarrollo y promoción del concepto de Hispanidad, Zacarías de Vizcarra, Ramiro de Maeztu y como he mencionado anteriormente Miguel de Unamuno, centraron sus esfuerzos en desarrollar un concepto inclusivo que reemplazará al concepto de Raza. La naturaleza inclusiva del concepto de Hispanidad deriva de la naturaleza inclusiva de la labor realizada por España en sus dominios de ultramar, que buscan negar los enemigos de la Hispanidad. Las referencias a la sangre, el color de piel y la raza quedan excluidas en las definiciones de esta gran comunidad lingüística, cultural y religiosa. Los pilares de la civilización hispánica son la lengua castellana, la religión católica y por ende los valores cristianos y la cultura española. Desde un primer momento la religión jugó un papel clave en este proceso histórico, a diferencia de lo sucedido con otros imperios, la principal misión de la monarquía desde la llegada de Cristóbal Colón a América fue evangelizar los nuevos territorios y promover los valores de la fe católica. La monarquía española, no solamente no priorizó los intereses económicos como sí lo hicieron las naciones anglosajonas, sino que sufrió grandes pérdidas económicas debido a los grandes gastos que conllevaba sostener un imperio de tales dimensiones. La llegada de los españoles no solo a América, sino también a África o Filipinas, trajo consigo no solamente la cultura, la lengua y la religión, sino también un conjunto de leyes y normas que buscaban regular el comportamiento de la población.
En el caso del continente americano, en la América precolombina abundaban las atrocidades, el canibalismo, los sacrificios humanos, la esclavitud y el sometimiento de cientos de pueblos a manos de las tribus más poderosas. La versión que se promueve y se enseña en la actualidad, no hace más que repetir una serie de mentiras, falsedades y falacias que buscan despreciar y negar el papel de los conquistadores como liberadores de América. Intentar imponer en el mundo académico y educativo, que la américa precolombina era una gran comunidad donde las diferentes comunidades convivían sin mayores sobresaltos y fue la llegada de los españoles el principio de todos los males es inaceptable, ridículo, y poco profesional. Esto también da lugar al fenómeno del indigenismo en América, que busca destruir todos los vestigios de la gran obra civilizadora. Las Leyes de Indias, el testamento de Isabel la Católica a favor de los derechos de los indígenas, el trabajo realizado por los jesuitas y otras órdenes religiosas, y las instituciones de las que la Corona dotó a los territorios de ultramar.
Tras realizar un análisis de la relación entre el Reino de España y los países hispánicos he llegado a la conclusión de que la Leyenda Negra y los ataques dirigidos contra el rol desempeñado por la Monarquía española en sus territorios de ultramar, han calado profundamente en el pensamiento de muchas sociedades latinoamericanas, pero también en algunos sectores de la sociedad española. Para que esto no siga sucediendo es necesario dar la batalla cultural y defender el concepto de Hispanidad, acercar el conocimiento de la historia a la población, y que tanto el gobierno como las instituciones culturales y educativas trabajen de manera conjunta y activa, en defensa de los valores que se erigen como pilares de la nación española y de la hermosa comunidad que llamamos Hispanidad.
España debe mirar a América, allí está su pasado, allí están sus apellidos, allí buscaron refugio millones de españoles durante las sucesivas crisis que afectaron al pueblo español, allí se desarrollaron profesionalmente muchas de las grandes figuras de la historia española y allí se expandieron de manera extraordinaria la lengua castellana y la fe católica. Quienes creemos en la Hispanidad como la mayor obra civilizatoria de la historia, no podemos permitir que América caiga en manos del indigenismo, que se desprecie el pasado español, que las sectas evangélicas reemplacen la fe católica o que se busque destruir la relación con la madre patria.
Yo que he nacido y me criado en Buenos Aires, estoy profundamente orgulloso del pasado español, de haberme criado en una familia de origen español e italiano, de profesar la fé católica y los valores cristianos, de hablar el idioma castellano y de haber decidido desarrollar mi vida en España, la tierra que dejo atrás mi familia, para partir hacia Argentina junto a otros seis millones de europeos en busca de un futuro mejor. Por eso repito que la nación española no puede olvidarse de quienes todos los días defienden el concepto de Hispanidad, los valores y el legado español en esas tierras. Cuando desde posturas indigenistas o progresistas se busca negar las raíces españolas de la sociedad argentina, yo respondo que en el contexto en el que me crié mi abuela rezaba en gallego, mi padre miraba todas las noches el telediario de TVE o el telexornal de TVG, algunos de mis amigos estudiaban Euskera, en el Euskal Etxea de mi ciudad y mis abuelos escuchaban a Camarón de la Isla y Paco de Lucia. Cuando era pequeño a través de los relatos de mis padres imaginaba los montes del País Vasco, las calles de Madrid y Toledo, a mi bisabuela haciendo palmas en algún patio andaluz o a mi bisabuelo tocando el acordeón en su Galicia natal. Era tal el sentimiento que generaban en mis dichos relatos, que mi mayor anhelo era poder conocer España. Todavía resuenan en mi cabeza las palabras de mi padre prometiendo que algún día visitaríamos el País Vasco, mientras señalaba una imagen de un Pelotari y un poster del Athletic Club en un restaurante vasco en la provincia de Buenos Aires.
Para entender la profunda relación existente entre la nación española y Argentina, basta con escuchar al escritor Arturo Pérez-Reverte explicando que en la única guerra en la cual no fue imparcial como corresponsal, fue en la Guerra de las Malvinas, porque cuando escuchaba los apellidos de los soldados caídos en combate, escuchaba los mismos apellidos que tenían sus colegas y familiares en España. En el otoño austral de 1982 caían defendiendo la soberanía argentina, los mismos apellidos que años antes habían dejado sus vidas peleando en ambos bandos durante la Guerra civil española.
Hoy más que nunca, es momento de defender el legado español y la importancia de la obra civilizadora y evangelizadora que brindó una identidad a Hispanoamérica. A los enemigos de la Hispanidad, les interesa mantener a las naciones hispánicas alejadas de la madre patria y de sus pilares fundamentales. Y de esta manera evitar la constitución de un bloque político, cultural y religioso que tendría un rol relevante en el contexto internacional. La nación española en su conjunto debe sentir orgullo de su pasado y no debe rendir cuentas ante nadie. Pese a los aciertos y los errores, es importante recordar que la hispanidad fue la mayor obra civilizadora de la historia y la mayor aportación de España a la civilización. No hay nada por lo que pedir perdón y mucho de lo que sentirse orgulloso. El pueblo español solo se arrodilla ante Dios.
« Hoy más que nunca, es momento de defender el legado español y la importancia de la obra civilizadora y evangelizadora que brindó una identidad a Hispanoamérica. A los enemigos de la Hispanidad, les interesa mantener a las naciones hispánicas alejadas de la madre patria y de sus pilares fundamentales. Y de esta manera evitar la constitución de un bloque político, cultural y religioso que tendría un rol relevante en el contexto internacional»
Francisco Provenzano Viñuales- La Hispanidad-18 de Octubre de 2022
El día 12 de Octubre es una fecha muy especial y relevante, para quienes creemos en la importancia de defender el concepto de Hispanidad, y su legado cultural, lingüístico y religioso. En la misma fecha en la que celebramos el Día de la Hispanidad, oficialmente denominada Fiesta Nacional de España, también conmemoramos el aniversario del famoso discurso de Don Miguel de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, en el cual expresó sus ideas acerca de las imposiciones y el convencimiento. En estos días las ideas de quien fuera uno de los grandes defensores de este concepto, están más vigentes que nunca. Quienes desde hace siglos buscan destruir y reducir el potencial de desarrollo de España y su esfera de influencia, lo hacen a través de la imposición de una serie de mentiras y falsedades que buscan destruir su reputación y su labor civilizatoria en los territorios que pertenecieron a la Corona Española. Que haya actores extranjeros que busquen imponer sus intereses a los del Reino de España, a través de la construcción y elaboración de un relato manipulado de la historia, puedo llegar a entenderlo. Lo que me es inconcebible es que haya actores dentro del espectro político español y de la sociedad española que defienden estas ideas, que solamente buscan disminuir la influencia española en el mundo y faltar a la memoria de todos los españoles que contribuyeron a expandir la obra civilizadora y evangelizadora más allá de las fronteras europeas.
Los tres mayores exponentes y responsables del desarrollo y promoción del concepto de Hispanidad, Zacarías de Vizcarra, Ramiro de Maeztu y como he mencionado anteriormente Miguel de Unamuno, centraron sus esfuerzos en desarrollar un concepto inclusivo que reemplazará al concepto de Raza. La naturaleza inclusiva del concepto de Hispanidad deriva de la naturaleza inclusiva de la labor realizada por España en sus dominios de ultramar, que buscan negar los enemigos de la Hispanidad. Las referencias a la sangre, el color de piel y la raza quedan excluidas en las definiciones de esta gran comunidad lingüística, cultural y religiosa. Los pilares de la civilización hispánica son la lengua castellana, la religión católica y por ende los valores cristianos y la cultura española. Desde un primer momento la religión jugó un papel clave en este proceso histórico, a diferencia de lo sucedido con otros imperios, la principal misión de la monarquía desde la llegada de Cristóbal Colón a América fue evangelizar los nuevos territorios y promover los valores de la fe católica. La monarquía española, no solamente no priorizó los intereses económicos como sí lo hicieron las naciones anglosajonas, sino que sufrió grandes pérdidas económicas debido a los grandes gastos que conllevaba sostener un imperio de tales dimensiones. La llegada de los españoles no solo a América, sino también a África o Filipinas, trajo consigo no solamente la cultura, la lengua y la religión, sino también un conjunto de leyes y normas que buscaban regular el comportamiento de la población.
En el caso del continente americano, en la América precolombina abundaban las atrocidades, el canibalismo, los sacrificios humanos, la esclavitud y el sometimiento de cientos de pueblos a manos de las tribus más poderosas. La versión que se promueve y se enseña en la actualidad, no hace más que repetir una serie de mentiras, falsedades y falacias que buscan despreciar y negar el papel de los conquistadores como liberadores de América. Intentar imponer en el mundo académico y educativo, que la américa precolombina era una gran comunidad donde las diferentes comunidades convivían sin mayores sobresaltos y fue la llegada de los españoles el principio de todos los males es inaceptable, ridículo, y poco profesional. Esto también da lugar al fenómeno del indigenismo en América, que busca destruir todos los vestigios de la gran obra civilizadora. Las Leyes de Indias, el testamento de Isabel la Católica a favor de los derechos de los indígenas, el trabajo realizado por los jesuitas y otras órdenes religiosas, y las instituciones de las que la Corona dotó a los territorios de ultramar.
Tras realizar un análisis de la relación entre el Reino de España y los países hispánicos he llegado a la conclusión de que la Leyenda Negra y los ataques dirigidos contra el rol desempeñado por la Monarquía española en sus territorios de ultramar, han calado profundamente en el pensamiento de muchas sociedades latinoamericanas, pero también en algunos sectores de la sociedad española. Para que esto no siga sucediendo es necesario dar la batalla cultural y defender el concepto de Hispanidad, acercar el conocimiento de la historia a la población, y que tanto el gobierno como las instituciones culturales y educativas trabajen de manera conjunta y activa, en defensa de los valores que se erigen como pilares de la nación española y de la hermosa comunidad que llamamos Hispanidad.
España debe mirar a América, allí está su pasado, allí están sus apellidos, allí buscaron refugio millones de españoles durante las sucesivas crisis que afectaron al pueblo español, allí se desarrollaron profesionalmente muchas de las grandes figuras de la historia española y allí se expandieron de manera extraordinaria la lengua castellana y la fe católica. Quienes creemos en la Hispanidad como la mayor obra civilizatoria de la historia, no podemos permitir que América caiga en manos del indigenismo, que se desprecie el pasado español, que las sectas evangélicas reemplacen la fe católica o que se busque destruir la relación con la madre patria.
Yo que he nacido y me criado en Buenos Aires, estoy profundamente orgulloso del pasado español, de haberme criado en una familia de origen español e italiano, de profesar la fé católica y los valores cristianos, de hablar el idioma castellano y de haber decidido desarrollar mi vida en España, la tierra que dejo atrás mi familia, para partir hacia Argentina junto a otros seis millones de europeos en busca de un futuro mejor. Por eso repito que la nación española no puede olvidarse de quienes todos los días defienden el concepto de Hispanidad, los valores y el legado español en esas tierras. Cuando desde posturas indigenistas o progresistas se busca negar las raíces españolas de la sociedad argentina, yo respondo que en el contexto en el que me crié mi abuela rezaba en gallego, mi padre miraba todas las noches el telediario de TVE o el telexornal de TVG, algunos de mis amigos estudiaban Euskera, en el Euskal Etxea de mi ciudad y mis abuelos escuchaban a Camarón de la Isla y Paco de Lucia. Cuando era pequeño a través de los relatos de mis padres imaginaba los montes del País Vasco, las calles de Madrid y Toledo, a mi bisabuela haciendo palmas en algún patio andaluz o a mi bisabuelo tocando el acordeón en su Galicia natal. Era tal el sentimiento que generaban en mis dichos relatos, que mi mayor anhelo era poder conocer España. Todavía resuenan en mi cabeza las palabras de mi padre prometiendo que algún día visitaríamos el País Vasco, mientras señalaba una imagen de un Pelotari y un poster del Athletic Club en un restaurante vasco en la provincia de Buenos Aires.
Para entender la profunda relación existente entre la nación española y Argentina, basta con escuchar al escritor Arturo Pérez-Reverte explicando que en la única guerra en la cual no fue imparcial como corresponsal, fue en la Guerra de las Malvinas, porque cuando escuchaba los apellidos de los soldados caídos en combate, escuchaba los mismos apellidos que tenían sus colegas y familiares en España. En el otoño austral de 1982 caían defendiendo la soberanía argentina, los mismos apellidos que años antes habían dejado sus vidas peleando en ambos bandos durante la Guerra civil española.
Hoy más que nunca, es momento de defender el legado español y la importancia de la obra civilizadora y evangelizadora que brindó una identidad a Hispanoamérica. A los enemigos de la Hispanidad, les interesa mantener a las naciones hispánicas alejadas de la madre patria y de sus pilares fundamentales. Y de esta manera evitar la constitución de un bloque político, cultural y religioso que tendría un rol relevante en el contexto internacional. La nación española en su conjunto debe sentir orgullo de su pasado y no debe rendir cuentas ante nadie. Pese a los aciertos y los errores, es importante recordar que la hispanidad fue la mayor obra civilizadora de la historia y la mayor aportación de España a la civilización. No hay nada por lo que pedir perdón y mucho de lo que sentirse orgulloso. El pueblo español solo se arrodilla ante Dios.