Los próximos 4 y 5 de noviembre tendrá lugar el Congreso de las Nuevas Generaciones del Partido Popular de la Comunidad de Madrid, en el que será elegido Ignacio Dancausa como presidente.
Después de siete años de pasión e interés por la política, he tenido la oportunidad de conocer cómo funcionan las entrañas de un partido, y, más especialmente, sus juventudes. Sería faltar a la verdad si dijéramos que no hay personas de profunda valía y capacidad en las filiales jóvenes de las principales formaciones políticas de nuestro país. Conozco, de primera mano, jóvenes comprometidos con sus ideales en todos los partidos, de izquierda a derecha, del rojo al azul, pasando por el verde, el naranja y el morado.
Pese a ello, es un hecho, irrefutable, que la valentía, la crítica y la sana competencia son cualidades poco queridas en el marco de las juventudes de las organizaciones políticas en España. Bajo el imperio de una estrategia carroñera y de espaldas, muchas personas que habrían, ya no aportado un granito de arena, sino construido un castillo entero, han huido despavoridos de una estructura desesperadamente sangrante. Las luchas fratricidas por un sillón futuro, las ideologías líquidas, cambiantes y adaptables según convenga, y los apoyos veleta que rotan según sople el viento se han extendido como una grave metástasis. Son palabras duras y de difícil digestión, pero cualquiera que haya estado o esté navegando por el océano de la política juvenil dentro de una organización política sabe que son ciertas.
Sin embargo, entre tanta oscuridad y hermetismo, en ocasiones hay oportunidades para levantar con fuerza la persiana, abrir de par en par la ventana y dejar que el aire fresco inunde una habitación que huele a podrido desde hace ya demasiado tiempo. Las Nuevas Generaciones del Partido Popular en Madrid tiene, desde este fin de semana, la brillante oportunidad de iniciar el mayor proyecto de regeneración interna de unas juventudes políticas que jamás se haya visto en nuestro país. La elección de una persona valiente como Ignacio Dancausa, que ha estado a la altura en la Universidad Complutense, y que ha plantado cara al independentismo radical en Cataluña, es la idónea para que, de una vez por todas, sangre nueva tome el timón de un barco que carecía de rumbo, ideología y discurso. Es el momento perfecto para despojarse de todos y cada uno de los pesados complejos con los que el centro derecha ha caminado desde que aceptó plácidamente la fúnebre narrativa de la izquierda.
Es el momento de que los jóvenes que creen en la unidad de España, que se sienten orgullosos de nuestra nación y que defienden los valores de justicia, igualdad y libertad, den un paso al frente para cambiar este país a mejor; en Nuevas Generaciones de la Comunidad de Madrid, tienen, desde este sábado, todo lo necesario para hacerlo.
Los próximos 4 y 5 de noviembre tendrá lugar el Congreso de las Nuevas Generaciones del Partido Popular de la Comunidad de Madrid, en el que será elegido Ignacio Dancausa como presidente.
Después de siete años de pasión e interés por la política, he tenido la oportunidad de conocer cómo funcionan las entrañas de un partido, y, más especialmente, sus juventudes. Sería faltar a la verdad si dijéramos que no hay personas de profunda valía y capacidad en las filiales jóvenes de las principales formaciones políticas de nuestro país. Conozco, de primera mano, jóvenes comprometidos con sus ideales en todos los partidos, de izquierda a derecha, del rojo al azul, pasando por el verde, el naranja y el morado.
Pese a ello, es un hecho, irrefutable, que la valentía, la crítica y la sana competencia son cualidades poco queridas en el marco de las juventudes de las organizaciones políticas en España. Bajo el imperio de una estrategia carroñera y de espaldas, muchas personas que habrían, ya no aportado un granito de arena, sino construido un castillo entero, han huido despavoridos de una estructura desesperadamente sangrante. Las luchas fratricidas por un sillón futuro, las ideologías líquidas, cambiantes y adaptables según convenga, y los apoyos veleta que rotan según sople el viento se han extendido como una grave metástasis. Son palabras duras y de difícil digestión, pero cualquiera que haya estado o esté navegando por el océano de la política juvenil dentro de una organización política sabe que son ciertas.
Sin embargo, entre tanta oscuridad y hermetismo, en ocasiones hay oportunidades para levantar con fuerza la persiana, abrir de par en par la ventana y dejar que el aire fresco inunde una habitación que huele a podrido desde hace ya demasiado tiempo. Las Nuevas Generaciones del Partido Popular en Madrid tiene, desde este fin de semana, la brillante oportunidad de iniciar el mayor proyecto de regeneración interna de unas juventudes políticas que jamás se haya visto en nuestro país. La elección de una persona valiente como Ignacio Dancausa, que ha estado a la altura en la Universidad Complutense, y que ha plantado cara al independentismo radical en Cataluña, es la idónea para que, de una vez por todas, sangre nueva tome el timón de un barco que carecía de rumbo, ideología y discurso. Es el momento perfecto para despojarse de todos y cada uno de los pesados complejos con los que el centro derecha ha caminado desde que aceptó plácidamente la fúnebre narrativa de la izquierda.
Es el momento de que los jóvenes que creen en la unidad de España, que se sienten orgullosos de nuestra nación y que defienden los valores de justicia, igualdad y libertad, den un paso al frente para cambiar este país a mejor; en Nuevas Generaciones de la Comunidad de Madrid, tienen, desde este sábado, todo lo necesario para hacerlo.
Alberto García Chaparro