Hace 44 años que los españoles decidieron vivir en un país libre y democrático votando a favor de la Constitución Española (CE), siendo este referéndum una de las partes fundamentales de la Transición Española.
Los españoles votaron concordia, democracia y reconciliación. El 91% de los electores votaron a favor de la Constitución. Hubo un claro deseo de la sociedad española de pasar página y de instaurar un régimen liberal en España.
La España de hoy no se entiende sin la actuación de los diferentes actores políticos de la época, que dejaron a un lado sus diferencias para dar paso a la España democrática.
Los padres fundadores de la Constitución eran de diversas ideologías: Gabriel Cisneros, José Pedro Pérez-Llorca y Miguel Herrero de UCD; Jordi Solé del Partido Comunista; Gregorio Peces-Barba del PSOE; Manuel Fraga de Alianza Popular y Miquel Roca de Pacte Democràtic de Catalunya.
Esas ganas de conseguir lo que nunca antes se había conseguido en España fue lo que en definitiva llevó a estos 7 hombres a diseñar la España moderna.
La Constitución Española es liberal, por eso recoge numerosos derechos civiles que han situado a España entre las mejores democracias del mundo. En España, a día de hoy, hay libertad de expresión, libertad de prensa, libertad para sindicarse, libertad para crear partidos políticos etc.
Porque de eso va la Constitución, de establecer, no solo los deberes, sino también los derechos de los ciudadanos, para que puedan DEFENDERSE de los poderes públicos en caso de que estos se sobrepasen en sus funciones, y para que sean LIBRES.
Se dudó si legalizar el Partido Comunista o no, hasta que finalmente fue registrado en 1977 y obtuvo 23 escaños en las elecciones de 1979.
En España solo existen algunos supuestos por los que un partido puede ser ilegalizado. El primero es la falta de democracia interna, este requisito se lo saltan casi todos los partidos, para qué engañarles. El segundo es vulnerar sistemáticamente las libertades y los derechos fundamentales, promoviendo, justificando o exculpando los atentados contra la vida o la integridad de las personas. El tercero, fomentar, propiciar o legitimar la violencia como método para la consecución de objetivos políticos o para hacer desaparecer las condiciones precisas para el ejercicio de la democracia, del pluralismo y de las libertades políticas.
Estos dos últimos se pueden resumir en que aquellos partidos que vayan en contra de los derechos fundamentales y legitimen el terrorismo para fines políticos no tienen cabida en nuestra democracia.
La Constitución es símbolo de unidad y estabilidad. Es por eso por lo que se debe llegar a grandes acuerdos para reformarla. La CE no es “cualquier texto” que se pueda ir cambiando así a la ligera. Todas las normas jurídicas deben de estar adaptadas a ella, cualquiera que esté fuera será expulsada del ordenamiento jurídico.
Solo en dos ocasiones muy específicas han sido los que han llevado a modificar la Carta Magna.
La primera, la reforma para que los extranjeros residentes pudieran tener derecho a sufragio activo y pasivo en las elecciones municipales tras la entrada en la UEE en 1992.
La segunda, en 2011, fue la reforma aprobada tras la crisis inmobiliaria para tener mecanismos de estabilización de las cuentas públicas.
La Constitución no solo es liberal en términos de derechos, sino que también es liberal en términos orgánicos.
Accedieron por la vía rápida al Estatuto de Autonomía Cataluña, País Vasco y Galicia. Poco a poco el resto de comunidades autónomas fueron abrazando el modelo territorial y creando la España que tenemos hoy.
No solo hablamos de la descentralización de competencias, también del reconocimiento de unos fueros vascos y navarros que son históricos. Muchos dirán que crean desigualdades entre españoles, pero lo cierto es que hasta los Reyes Católicos juraron defenderlos.
El debate en la actualidad sigue abierto, y debe estarlo, porque en España se debe poder expresar diferentes opiniones, todo gracias a la CE.
Por desgracia, el estado de las autonomías ha dado lugar a un estado cada vez más elefantiásico y poco eficiente. Pero eso no significa que debamos apostar por la recentralización total como en Francia, sino todo lo contrario.
España debe apostar por la digitalización de la administración pública haciéndola más eficiente y dejar atrás todo el gasto superfluo y duplicado entre el gobierno de la nación y el autonómico.
En estos últimos años hemos visto como diferentes instituciones han despreciado la CE como nunca antes habíamos visto.
No olvidemos cuando el gobierno restringió derechos fundamentales de manera ilegal utilizando el Estado de Alarma y no el Estado de Excepción dos veces. No lo digo yo, lo dice el Tribunal Constitucional. Tampoco olvidemos el cierre de Las Cortes sin justificación alguna, también lo dice el TC.
También me gustaría recodarles que aquellos partidos políticos que se declaran enemigos del Rey y de la CE tienen más poder que nunca y no reparan en reconocerlo y sacar pecho cada vez que chantajean al Estado.
Son estos motivos y muchísimos más por los que estos días debemos ser más constitucionalistas que nunca y defender el texto que cerró un periodo donde todos dejaron sus diferencias y se pusieron de acuerdo en una cosa: España debía ser un estado democrático donde todos cupieran y no se persiguiera a nadie.
Hace 44 años que los españoles decidieron vivir en un país libre y democrático votando a favor de la Constitución Española (CE), siendo este referéndum una de las partes fundamentales de la Transición Española.
Los españoles votaron concordia, democracia y reconciliación. El 91% de los electores votaron a favor de la Constitución. Hubo un claro deseo de la sociedad española de pasar página y de instaurar un régimen liberal en España.
La España de hoy no se entiende sin la actuación de los diferentes actores políticos de la época, que dejaron a un lado sus diferencias para dar paso a la España democrática.
Los padres fundadores de la Constitución eran de diversas ideologías: Gabriel Cisneros, José Pedro Pérez-Llorca y Miguel Herrero de UCD; Jordi Solé del Partido Comunista; Gregorio Peces-Barba del PSOE; Manuel Fraga de Alianza Popular y Miquel Roca de Pacte Democràtic de Catalunya.
Esas ganas de conseguir lo que nunca antes se había conseguido en España fue lo que en definitiva llevó a estos 7 hombres a diseñar la España moderna.
La Constitución Española es liberal, por eso recoge numerosos derechos civiles que han situado a España entre las mejores democracias del mundo. En España, a día de hoy, hay libertad de expresión, libertad de prensa, libertad para sindicarse, libertad para crear partidos políticos etc.
Porque de eso va la Constitución, de establecer, no solo los deberes, sino también los derechos de los ciudadanos, para que puedan DEFENDERSE de los poderes públicos en caso de que estos se sobrepasen en sus funciones, y para que sean LIBRES.
Se dudó si legalizar el Partido Comunista o no, hasta que finalmente fue registrado en 1977 y obtuvo 23 escaños en las elecciones de 1979.
En España solo existen algunos supuestos por los que un partido puede ser ilegalizado. El primero es la falta de democracia interna, este requisito se lo saltan casi todos los partidos, para qué engañarles. El segundo es vulnerar sistemáticamente las libertades y los derechos fundamentales, promoviendo, justificando o exculpando los atentados contra la vida o la integridad de las personas. El tercero, fomentar, propiciar o legitimar la violencia como método para la consecución de objetivos políticos o para hacer desaparecer las condiciones precisas para el ejercicio de la democracia, del pluralismo y de las libertades políticas.
Estos dos últimos se pueden resumir en que aquellos partidos que vayan en contra de los derechos fundamentales y legitimen el terrorismo para fines políticos no tienen cabida en nuestra democracia.
La Constitución es símbolo de unidad y estabilidad. Es por eso por lo que se debe llegar a grandes acuerdos para reformarla. La CE no es “cualquier texto” que se pueda ir cambiando así a la ligera. Todas las normas jurídicas deben de estar adaptadas a ella, cualquiera que esté fuera será expulsada del ordenamiento jurídico.
Solo en dos ocasiones muy específicas han sido los que han llevado a modificar la Carta Magna.
La primera, la reforma para que los extranjeros residentes pudieran tener derecho a sufragio activo y pasivo en las elecciones municipales tras la entrada en la UEE en 1992.
La segunda, en 2011, fue la reforma aprobada tras la crisis inmobiliaria para tener mecanismos de estabilización de las cuentas públicas.
La Constitución no solo es liberal en términos de derechos, sino que también es liberal en términos orgánicos.
Accedieron por la vía rápida al Estatuto de Autonomía Cataluña, País Vasco y Galicia. Poco a poco el resto de comunidades autónomas fueron abrazando el modelo territorial y creando la España que tenemos hoy.
No solo hablamos de la descentralización de competencias, también del reconocimiento de unos fueros vascos y navarros que son históricos. Muchos dirán que crean desigualdades entre españoles, pero lo cierto es que hasta los Reyes Católicos juraron defenderlos.
El debate en la actualidad sigue abierto, y debe estarlo, porque en España se debe poder expresar diferentes opiniones, todo gracias a la CE.
Por desgracia, el estado de las autonomías ha dado lugar a un estado cada vez más elefantiásico y poco eficiente. Pero eso no significa que debamos apostar por la recentralización total como en Francia, sino todo lo contrario.
España debe apostar por la digitalización de la administración pública haciéndola más eficiente y dejar atrás todo el gasto superfluo y duplicado entre el gobierno de la nación y el autonómico.
En estos últimos años hemos visto como diferentes instituciones han despreciado la CE como nunca antes habíamos visto.
No olvidemos cuando el gobierno restringió derechos fundamentales de manera ilegal utilizando el Estado de Alarma y no el Estado de Excepción dos veces. No lo digo yo, lo dice el Tribunal Constitucional. Tampoco olvidemos el cierre de Las Cortes sin justificación alguna, también lo dice el TC.
También me gustaría recodarles que aquellos partidos políticos que se declaran enemigos del Rey y de la CE tienen más poder que nunca y no reparan en reconocerlo y sacar pecho cada vez que chantajean al Estado.
Son estos motivos y muchísimos más por los que estos días debemos ser más constitucionalistas que nunca y defender el texto que cerró un periodo donde todos dejaron sus diferencias y se pusieron de acuerdo en una cosa: España debía ser un estado democrático donde todos cupieran y no se persiguiera a nadie.
Miguel Millet Ruiz