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    Serbia en la encrucijada, con la mirada puesta en Bruselas, pero sin olvidar a Moscú  

    Estrechos y profundos lazos históricos, religiosos y culturales unen a la República de Serbia con la Federación de Rusia. Estos dos pueblos eslavos que profesan mayoritariamente la fe cristiana ortodoxa han mantenido una fluida relación política, económica, y cultural a través del tiempo a pesar de la lejanía geográfica y las distintas dificultades a las que se ha enfrentado esta cercana relación. Serbia ha sido considerada históricamente uno de los aliados más cercanos de Rusia en territorio europeo y un estado clave para extender la influencia rusa en los Balcanes occidentales y las zonas adyacentes. Por estos motivos, la guerra en Ucrania ha situado al gobierno serbio en una situación de extrema complejidad y sensibilidad.   

    El presidente de la República Aleksandar Vučić proveniente del Partido Progresista Serbio está intentado mantener un equilibrio en el plano internacional y por eso Serbia es el único estado europeo junto con Bielorusia que no ha participado de manera directa de las sanciones impuestas a la Federación de Rusia. Sin embargo, pese a su cercanía con Rusia, Serbia ha iniciado hace ya tiempo las negociaciones para su adhesión a la Unión Europea, y tiene en la entidad comunitaria el principal destino de sus exportaciones y origen de sus importaciones. La cuestión de Kosovo es un tópico de vital importancia para la agenda política serbia y un motivo de discrepancias entre los socios comunitarios que respaldan la independencia de Kosovo, y Serbia que considera la provincia de Kosovo y Metohija como parte integral de su territorio. El apoyo ruso a la causa serbia con respecto a Kosovo es de gran ayuda para evitar un reconocimiento internacional pleno de la independencia Kosovar. El Kremlin también ha sabido desarrollar buenas relaciones con el gobierno de la República Srpska, una de las entidades (habitada mayoritariamente por serbobosnios) componen Bosnia y Herzegovina.   

    La crisis del Covid-19 y la gestión para obtener las vacunas de manera rápida y eficaz son una clara muestra de la posición internacional de Serbia y sus prioridades. Las sanciones económicas sufridas en los años noventa por la antigua Yugoslavia, de la que Serbia formaba parte, debido a la guerra en Bosnia y posteriormente en Kosovo, sumado a la decisión de la OTAN de bombardear Serbia en 1999 sin la aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y el aislamiento internacional sufrido en esos años, han influenciado de manera considerable el accionar de la clase política serbia en el ámbito internacional. Los líderes serbios entienden la defensa y la protección de los intereses serbios como único objetivo de la política exterior y ven con un alto grado de desconfianza la actuación de occidente, a la que acusan de haber atacado al pueblo serbio a través de la OTAN.   

    Como he mencionado anteriormente esta situación se ha visto plasmada en la compra de vacunas contra la Covid-19. Serbia fue de los primeros estados en recibir dosis de la vacuna Sinovac China y el presidente Vučić sorprendió a todos besando la bandera del gigante asiático como forma de agradecimiento. Pero Serbia también recibió grandes cantidades de la vacuna Sputnik rusa, además de contar con instalaciones para su producción fuera de Rusia. Belgrado también recibió una gran cantidad de vacunas de fabricación occidental como las producidas por Pfizer y AstraZeneca. El éxito de la campaña de vacunación serbia se debió a la voluntad del gobierno de evitar limitar su capacidad de maniobra en el escenario geopolítico mundial.   

    Aunque Serbia ha sido capaz de lidiar de manera eficaz con la gestión de la pandemia, el conflicto en Ucrania y sus consecuencias la han puesto en una situación de extrema presión. El gobierno debe medir de manera precisa cada uno de sus movimientos para poder seguir manteniendo una relación cercana a Rusia, sin sufrir un deterioro de las relaciones con occidente y ver reducidas sus posibilidades de acceder a la Unión Europea. El estado balcánico ha votado a favor de condenar la invasión rusa de Ucrania, en la Asamblea General de la ONU. Sin embargo, el gobierno serbio se ha negado a secundar las sanciones impuestas a Moscú, como también a colaborar con alguna de las partes envueltas en el conflicto.  

     El margen de acción que tiene Serbia con respecto a su política exterior se ha ido reduciendo con el transcurrir de la guerra. Pese a no participar de las sanciones occidentales, la relación económica entre Moscú y Belgrado se ha visto reducida debido a los efectos regionales de las mismas y la ubicación geográfica de Serbia. La decisión de los vecinos balcánicos de cerrar el espacio aéreo a las aeronaves de origen ruso, además de las restricciones a la importación del crudo ruso han aislado a Serbia de su tradicional aliado. Un claro ejemplo fue la cancelación de la visita del ministro de Asuntos Exteriores de Rusia Sergei Lavrov, que tenía previsto visitar la capital del estado balcánico, debido a que varios estados vecinos de Serbia no permitieron que su avión penetre en sus respectivos espacios aéreos.   

    Los últimos sucesos ocurridos en el tablero geopolítico y económico mundial han hecho necesario repensar esta relación estratégica entre dos pueblos hermanos y su desarrollo de cara al futuro. Serbia debe mirar hacia la Unión Europea y occidente si quiere disfrutar de un futuro de progreso y prosperidad. Pero tampoco debe olvidar su pasado, el amplio apoyo popular del que goza Rusia entre los serbios, junto con su dependencia en el plano energético y en el plano diplomático. Los líderes serbios saben que una posible mayor integración en occidente y el consecuente alejamiento de la esfera rusa, provocaría un gran debilitamiento de su posición con respecto a la cuestión de Kosovo y la situación de los serbobosnios en Bosnia. Dos cuestiones en las cuales la posición de occidente se encuentra en las antípodas de la posición sostenida por Belgrado.  

    La Unión Europea también debe hacer un mayor esfuerzo y comprometerse con la integración de los Balcanes occidentales en la Unión a través de la resolución de los conflictos regionales. El compromiso de la elite política serbia para con el proceso de adhesión a la Unión Europea, debe ser correspondido por un compromiso por parte de los estados miembros para trabajar de manera conjunta y lograr que Serbia alcance los estándares necesarios para ingresar en el selecto club. El reclamo serbio sobre la soberanía de Kosovo, no debe ser un impedimento ni erigirse como una traba para que Belgrado se incorpore de una vez por todas en el club comunitario. Esto también conlleva un debilitamiento de la posición rusa en la región y por ende un deterioro de su influencia.   

    Serbia busca su lugar en el escenario internacional, con la mirada puesta en la Unión Europea y sus aliados, pero sin olvidar a su tradicional aliado ruso ni tampoco el periodo de sufrimiento que vivió el pueblo serbio causado por los bombardeos de la OTAN y las sanciones impuestas por la comunidad internacional. Resulta muy interesante escuchar las declaraciones de una figura mundialmente reconocida como lo es Novak Djokovic para entender el sufrimiento de los ciudadanos serbios que vivieron meses bajos los bombardeos, y como esta situación ha provocado secuelas psicológicas y sentimentales que aún perduran en la actualidad.  

    « el compromiso de la elite política serbia para con el proceso de adhesión a la Unión Europea, debe ser correspondido por un compromiso por parte de los estados miembros para trabajar de manera conjunta y lograr que Serbia alcance los estándares necesarios para ingresar en el selecto club. El reclamo serbio sobre la soberanía de Kosovo, no debe ser un impedimento ni erigirse como una traba para que Belgrado se incorpore de una vez por todas en el club comunitario»

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