La guerra sigue su curso. Ella avanza según lo previsto. No es distinta a las demás. Al contrario, recuerda a las otras. Sólo hay una diferencia. Que sabemos lo que puede llegar a pasar. Y, aún así, dejamos que siga su transcurso natural. Triste de nosotros, pues ella vencerá.
A nadie le es indiferente la situación actual del conflicto entre Rusia y Ucrania, donde cada vez hay más riesgo de que surja una confrontación directa entre Rusia y Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. El envío de tanques supone un aumento claro de la escalada. Es un paso grande hacia la Primera Guerra Nuclear.
Entiendo que Ucrania y en concreto Zelenski soliciten esta ayuda militar para impedir que Rusia siga ocupando territorio ucraniano. También entiendo que Polonia haya enviado ya más de 250 T-72, y esté preparando un segundo envío, dada su proximidad a Rusia. Sin embargo, lo que no logro entender es que EEUU, Alemania, Francia, Reino Unido, e Israel, además de otros Estados como España, aunque algo más tarde, vayan a obedecer esta demanda en lugar de continuar trabajando en un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania.
Las únicas razones que encuentro a esta decisión política son, por un lado, evitar que Rusia siga conquistando territorio ucraniano y pueda ganar la guerra, y por otro, no echar por tierra la ayuda financiera a Ucrania y las sanciones económicas a Rusia que tanto están perjudicando la economía europea y mundial, además de la asistencia humanitaria y el apoyo armamentístico ya brindado.
Y es ahora cuando tenemos que formularnos una pregunta: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para evitar que Putin invada Ucrania? ¿Qué nivel de riesgo vamos a asumir?
La contienda bélica se acerca a un momento crucial, muy delicado para todos. Cada día que pasa estamos más cerca de un enfrentamiento directo con Rusia, que, a nadie se le escapa, pondría en peligro la vida de todos los ciudadanos del globo, haciéndose realidad la doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada del que fuera secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger.
Y ya no sólo eso, sino la desprotección de la seguridad nacional que implica que un Estado se desprenda de sus tanques y los envíe a otro país. A esto se suma el desconocimiento de los soldados ucranianos sobre cómo emplear esos tanques, para cuyo proceso de formación llevará semanas.
Ahora bien, ¿quién es el mayor responsable de esta precipitada decisión política? Los Estados Unidos de América, los cuales han presionado a sus socios aliados para proceder al envío de los Leopard 2 alemanes, los Leclerc franceses, los Challenger 2 británicos, y los Merkava israelíes. No hay duda de que los norteamericanos siguen siendo los escritores de la historia, mientras que Europa sucumbe a sus deseos. Deseos que pueden significar la catástrofe humana más grande conocida.
Esto sin hablar de los cazas F-16 que también ha solicitado ya el bueno de Zelenski, y que Lituania, Países Bajos, y Polonia están dispuestos a enviar.
En definitiva, la guerra sigue su camino, y ahora es la OTAN la que hace uso de la doctrina militar “escalar para desescalar”, empleada ya en la Guerra Fría por la misma. Lo que parece haber olvidado EEUU es el riesgo que conlleva tomar la decisión que ha tomado, poniendo en peligro la seguridad de todos, mientras Europa sigue sumisa a su voluntad.
Mario Sanz Galacho
Estados unidos sigue siendo el adalid de una europa sumisa a su voluntad
A nadie le es indiferente la situación actual del conflicto entre Rusia y Ucrania, donde cada vez hay más riesgo de que surja una confrontación directa entre Rusia y Estados Unidos y sus aliados de la OTAN. El envío de tanques supone un aumento claro de la escalada. Es un paso grande hacia la Primera Guerra Nuclear.
Entiendo que Ucrania y en concreto Zelenski soliciten esta ayuda militar para impedir que Rusia siga ocupando territorio ucraniano. También entiendo que Polonia haya enviado ya más de 250 T-72, y esté preparando un segundo envío, dada su proximidad a Rusia. Sin embargo, lo que no logro entender es que EEUU, Alemania, Francia, Reino Unido, e Israel, además de otros Estados como España, aunque algo más tarde, vayan a obedecer esta demanda en lugar de continuar trabajando en un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania.
Las únicas razones que encuentro a esta decisión política son, por un lado, evitar que Rusia siga conquistando territorio ucraniano y pueda ganar la guerra, y por otro, no echar por tierra la ayuda financiera a Ucrania y las sanciones económicas a Rusia que tanto están perjudicando la economía europea y mundial, además de la asistencia humanitaria y el apoyo armamentístico ya brindado.
Y es ahora cuando tenemos que formularnos una pregunta: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para evitar que Putin invada Ucrania? ¿Qué nivel de riesgo vamos a asumir?
La contienda bélica se acerca a un momento crucial, muy delicado para todos. Cada día que pasa estamos más cerca de un enfrentamiento directo con Rusia, que, a nadie se le escapa, pondría en peligro la vida de todos los ciudadanos del globo, haciéndose realidad la doctrina de la Destrucción Mutua Asegurada del que fuera secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger.
Y ya no sólo eso, sino la desprotección de la seguridad nacional que implica que un Estado se desprenda de sus tanques y los envíe a otro país. A esto se suma el desconocimiento de los soldados ucranianos sobre cómo emplear esos tanques, para cuyo proceso de formación llevará semanas.
Ahora bien, ¿quién es el mayor responsable de esta precipitada decisión política? Los Estados Unidos de América, los cuales han presionado a sus socios aliados para proceder al envío de los Leopard 2 alemanes, los Leclerc franceses, los Challenger 2 británicos, y los Merkava israelíes. No hay duda de que los norteamericanos siguen siendo los escritores de la historia, mientras que Europa sucumbe a sus deseos. Deseos que pueden significar la catástrofe humana más grande conocida.
Esto sin hablar de los cazas F-16 que también ha solicitado ya el bueno de Zelenski, y que Lituania, Países Bajos, y Polonia están dispuestos a enviar.
En definitiva, la guerra sigue su camino, y ahora es la OTAN la que hace uso de la doctrina militar “escalar para desescalar”, empleada ya en la Guerra Fría por la misma. Lo que parece haber olvidado EEUU es el riesgo que conlleva tomar la decisión que ha tomado, poniendo en peligro la seguridad de todos, mientras Europa sigue sumisa a su voluntad.
Mario Sanz Galacho