La Ley del Solo Sí es Sí ha vuelto a poner de manifiesto el peligro de que nuestros políticos jueguen a capricho con el Código Penal
Nuestros políticos (aunque algunos más que otros) no son muy diferentes de los niños: tienen que estar entretenidos. Claro es, que de alguna manera tienen que justificar sus sueldos, pero ello no quita que la mayoría de las cuestiones que saltan a la primera plana política no sean más que eso: juegos. El problema aparece cuando se ponen a jugar con cosas peligrosas. La Constitución, el Código Penal, la fiscalidad o la legislación laboral son posiblemente los “entretenimientos” más peligrosos a los que un político puede dedicarse. Y lo son porque supone hacer cosas de verdad, que afectan a la vida de la gente, y no simplemente refritos de cosas que ya existían para hacer el paripé y justificar su sueldo.
Probablemente, la última chapuza de este orden, como sabrán mis queridos lectores, ha sido la conocida como “Ley del Solo sí es Sí”. Repasemos sus principales hitos.
i) En su conceptualización, según aducen sus partidarios, es una ley que se elaboró para vedar casos sangrantes como el de “La Manada”, en el que se condenó por abuso sexual a los autores de una violación en grupo a una chica en los Sanfermines. Sobre esto, se olvidan dos cosas:
-La primera es que, finalmente, sin necesidad de reforma alguna del Código Penal, los miembros de La Manada acabaron condenados por agresión sexual (y más específicamente, violación – agresión sexual con penetración) a la pena de 15 años de prisión. Y tal fue así porque el problema en el análisis que de ese caso se hizo en Primera Instancia, no era que hubiera un problema legislativo. Si el problema hubiera estado en la ley, el Tribunal Supremo, por muy “supremo” que fuera, no les hubiera podido terminar condenando por agresión sexual. El problema radicaba en la interpretación que se hizo de la intimidación- interpretación que ya encargó el Tribunal Supremo de corregir.
-La segunda consideración es que, aunque esta afirmación pueda resultar discutible desde el punto de vista técnico, no es tampoco descabellado pensar que, aun con esta reforma del Código Penal, en un caso similar al de “La Manada”, podría llegar a imponérseles la misma pena que se les impuso en un primer momento, con la única diferencia de que se denominaría “agresión” y no “abuso” sexual.
ii) A la hora de defender la Ley del Solo Sí es Sí, sus partidarios repiten constantemente el lema de que esta ley “pone el consentimiento en el centro”. Esta es, posiblemente, la afirmación más sorprendente de todas cuantas se hacen. Y es tan sorprendente, precisamente, porque en los delitos contra la libertad sexual, contra lo que se atenta, como su propio nombre indica, es la libertad sexual. Afirmar que, anteriormente, el consentimiento no estaba “en el centro”, es sencillamente, mentir.
Cosa distinta, y esto es lo que no explican los partidarios de esta ley, es que anteriormente, con la finalidad de acotar los ataques más graves contra la libertad sexual (denominados “agresión sexual”) de los ataques más leves (denominados “abuso sexual”), se utilizaban los elementos de la violencia y la intimidación. Pero, en cualquier caso, estos no eran el núcleo de la conducta penada, sino un elemento para graduarla. Afirmar lo contrario resulta igual de disparatado que decir que el derecho de propiedad de las personas se encuentra desamparado, porque solo es “robo” cuando te quitan tus cosas con violencia o intimidación, y si no es “hurto”.
iii) Si lo que hemos visto hasta ahora ya resulta, cuanto menos, patético, la elaboración del texto legislativo no se ha quedado atrás. Como ya expliqué en un artículo anterior, la rebaja de las penas mínimas ha provocado una avalancha de revisiones de condena, que han terminado por reducir la pena, o incluso poner en libertad a centenares de agresores sexuales. Resulta, cuanto menos, curioso, que se afirme la existencia de una conspiración en la judicatura para derribar al actual Gobierno, a través de pronunciamientos sobre una cuestión tan polémica como es la retroactividad de la ley penal. ¿Quién no ha ido nunca en el autobús y no ha escuchado una acalorada bronca sobre la aplicabilidad de la ley penal en el tiempo? Cuando aparecen leyes intermedias la cosa llega ya a las manos…
iv) Sarcasmo aparte, hay una última cuestión a tratar, que, a mi juicio, resulta posiblemente la más lamentable de todas. Y es que, por lo visto, ahora se pretende “revertir” esta reforma y subir las penas. Tal vez habría que devolver a los padres intelectuales de esta idea a la Facultad de Derecho, pues se ve que el día en el que explicaron en penal la irretroactividad de la ley penal desfavorable salieron la noche de antes, o algo, porque no se enteraron de mucho. En relación con esto, yo solo estoy esperando sus reacciones cuando vean que los jueces siguen dictando revisiones de condena a pesar de la subida de penas…
La lección que creo que debemos de extraer de este episodio es que con el Código Penal no se juega. Porque tú puedes tener una ideología, y que esa ideología tuya se plasme en el Código Penal si cuentas con la mayoría necesaria para ello. Pero lo que se te exige como poder público es que dicha reforma sea técnicamente correcta, pues si lo haces mal, tendrás efectos indeseados, y no conseguirás otras cosas que sí pretendes. Y si de verdad te crees la ideología que tratas de plasmar, deberías lamentarte por ello. Porque tú eres un representante público, no un niño. Y el Código Penal es una ley, no un juguete.
Gonzalo Villarías
“Porque tú eres un representante público, no un niño. Y el Código Penal es una ley, no un juguete”
La Ley del Solo Sí es Sí ha vuelto a poner de manifiesto el peligro de que nuestros políticos jueguen a capricho con el Código Penal
Probablemente, la última chapuza de este orden, como sabrán mis queridos lectores, ha sido la conocida como “Ley del Solo sí es Sí”. Repasemos sus principales hitos.
i) En su conceptualización, según aducen sus partidarios, es una ley que se elaboró para vedar casos sangrantes como el de “La Manada”, en el que se condenó por abuso sexual a los autores de una violación en grupo a una chica en los Sanfermines. Sobre esto, se olvidan dos cosas:
-La primera es que, finalmente, sin necesidad de reforma alguna del Código Penal, los miembros de La Manada acabaron condenados por agresión sexual (y más específicamente, violación – agresión sexual con penetración) a la pena de 15 años de prisión. Y tal fue así porque el problema en el análisis que de ese caso se hizo en Primera Instancia, no era que hubiera un problema legislativo. Si el problema hubiera estado en la ley, el Tribunal Supremo, por muy “supremo” que fuera, no les hubiera podido terminar condenando por agresión sexual. El problema radicaba en la interpretación que se hizo de la intimidación- interpretación que ya encargó el Tribunal Supremo de corregir.
-La segunda consideración es que, aunque esta afirmación pueda resultar discutible desde el punto de vista técnico, no es tampoco descabellado pensar que, aun con esta reforma del Código Penal, en un caso similar al de “La Manada”, podría llegar a imponérseles la misma pena que se les impuso en un primer momento, con la única diferencia de que se denominaría “agresión” y no “abuso” sexual.
ii) A la hora de defender la Ley del Solo Sí es Sí, sus partidarios repiten constantemente el lema de que esta ley “pone el consentimiento en el centro”. Esta es, posiblemente, la afirmación más sorprendente de todas cuantas se hacen. Y es tan sorprendente, precisamente, porque en los delitos contra la libertad sexual, contra lo que se atenta, como su propio nombre indica, es la libertad sexual. Afirmar que, anteriormente, el consentimiento no estaba “en el centro”, es sencillamente, mentir.
Cosa distinta, y esto es lo que no explican los partidarios de esta ley, es que anteriormente, con la finalidad de acotar los ataques más graves contra la libertad sexual (denominados “agresión sexual”) de los ataques más leves (denominados “abuso sexual”), se utilizaban los elementos de la violencia y la intimidación. Pero, en cualquier caso, estos no eran el núcleo de la conducta penada, sino un elemento para graduarla. Afirmar lo contrario resulta igual de disparatado que decir que el derecho de propiedad de las personas se encuentra desamparado, porque solo es “robo” cuando te quitan tus cosas con violencia o intimidación, y si no es “hurto”.
iii) Si lo que hemos visto hasta ahora ya resulta, cuanto menos, patético, la elaboración del texto legislativo no se ha quedado atrás. Como ya expliqué en un artículo anterior, la rebaja de las penas mínimas ha provocado una avalancha de revisiones de condena, que han terminado por reducir la pena, o incluso poner en libertad a centenares de agresores sexuales. Resulta, cuanto menos, curioso, que se afirme la existencia de una conspiración en la judicatura para derribar al actual Gobierno, a través de pronunciamientos sobre una cuestión tan polémica como es la retroactividad de la ley penal. ¿Quién no ha ido nunca en el autobús y no ha escuchado una acalorada bronca sobre la aplicabilidad de la ley penal en el tiempo? Cuando aparecen leyes intermedias la cosa llega ya a las manos…
iv) Sarcasmo aparte, hay una última cuestión a tratar, que, a mi juicio, resulta posiblemente la más lamentable de todas. Y es que, por lo visto, ahora se pretende “revertir” esta reforma y subir las penas. Tal vez habría que devolver a los padres intelectuales de esta idea a la Facultad de Derecho, pues se ve que el día en el que explicaron en penal la irretroactividad de la ley penal desfavorable salieron la noche de antes, o algo, porque no se enteraron de mucho. En relación con esto, yo solo estoy esperando sus reacciones cuando vean que los jueces siguen dictando revisiones de condena a pesar de la subida de penas…
La lección que creo que debemos de extraer de este episodio es que con el Código Penal no se juega. Porque tú puedes tener una ideología, y que esa ideología tuya se plasme en el Código Penal si cuentas con la mayoría necesaria para ello. Pero lo que se te exige como poder público es que dicha reforma sea técnicamente correcta, pues si lo haces mal, tendrás efectos indeseados, y no conseguirás otras cosas que sí pretendes. Y si de verdad te crees la ideología que tratas de plasmar, deberías lamentarte por ello. Porque tú eres un representante público, no un niño. Y el Código Penal es una ley, no un juguete.
Gonzalo Villarías