Desde el advenimiento de este milenio el escenario internacional ha sido testigo de un constante debilitamiento de la posición española y por ende del deterioro tanto de su imagen como de su proyección en el plano internacional. Este proceso ha provocado que, en la actualidad, sean muchos los expertos y analistas que coinciden en que España debería ocupar una posición más relevante a nivel internacional de la que realmente ocupa. A continuación, enumeraré una serie de factores políticos, económicos, culturales, geográficos e históricos que han caracterizado y continúan caracterizando el devenir histórico del Reino de España y sobre los cuales se ha consolidado el rol que este desempeña en el ámbito de las relaciones internacionales.
España es la cuna del idioma español, la segunda lengua con el mayor número de hablantes nativos tan solo por detrás del chino mandarín, además representa la cuarta economía de la zona euro y el cuarto estado más poblado de la UE. Su privilegiada ubicación en el mapamundi la erige como punto de contacto entre Europa y África y lugar de encuentro entre el océano atlántico y el mar mediterráneo. Estas características geográficas sumadas a su pertenencia a la OTAN y la extensa trayectoria de sus Fuerzas Armadas la convierten en un actor privilegiado del tablero geopolítico mundial. La cultura, las ciencias y el deporte son otras áreas en las cuales los españoles han contribuido enormemente al desarrollo de las mismas.
Sin embargo, pese a todas las cualidades mencionadas anteriormente, el rol que ocupa España en el escenario mundial ha ido menguando constantemente en el transcurso de las últimas dos décadas y esto se debe principalmente a la falta de consenso entre los principales partidos políticos a la hora de establecer los aspectos fundamentales que deben dar continuidad, estabilidad, y credibilidad a la política exterior del estado español. La unilateralidad es una característica que lamentablemente define el accionar de los diferentes gobiernos en esta materia. Cada cambio de ciclo político conlleva un viraje radical en la elaboración y ejecución de los principios rectores de la acción exterior y por ende una ruptura de la tan necesaria continuidad y credibilidad a la hora de desarrollar las relaciones con el mundo que nos rodea. Es imprescindible poner fin a esta situación y que el consenso entre gobierno y oposición sean la base a través de la cual España puede proyectarse internacionalmente como un actor serio, creíble y determinante. La presidencia rotatoria de la Unión Europea que ostentará España en el segundo semestre de este año es una oportunidad única para relanzar la política exterior española y construir los pilares para que de manera paulatina y sostenible España recupere el rol que le corresponde en el mundo.
El segundo semestre del vigente año debe ser el punto de partida para abordar, desde una perspectiva de estado y consensuada, las directrices de la acción exterior del Reino. A través de los canales democráticos e institucionales preestablecidos con las Cortes Generales como escenario preferente. Para de esta manera revitalizar las relaciones con ciertas regiones y actores internacionales que revisten una especial importancia a la hora de defender los intereses y promover los valores españoles. Es necesario estrechar los lazos y volver a encauzar las relaciones con América Latina y el Caribe, con los Estados Unidos de América, con el Magreb, y con el mundo mediterráneo. Además de afianzar la posición española dentro de la UE, establecer una posición clara y entendible frente al conflicto en Ucrania, desarrollar una relación sostenible con un socio comercial imprescindible como los es la República Popular China (en el marco de la política exterior común europea), fortalecer la relación de la UE con los Balcanes Occidentales y tender puentes con los actores emergentes del Sur Global como lo son la India, Brasil, Sudáfrica, e Indonesia entre otros.
Entiendo que dentro del ámbito de las relaciones con los socios europeos es necesario poner un especial énfasis en las negociaciones con el Reino Unido en torno a la cuestión de Gibraltar. Aprovechando el inicio de una nueva etapa y el abrupto cambio producido con respecto a las condiciones preexistentes, provocado por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Ante esta situación el reclamo español de soberanía con respecto al peñón y su entorno debe constituir un pilar fundamental de la acción exterior española sin que esto conlleve un deterioro de las relaciones diplomáticas y comerciales con el Reino Unido.
El reto al que se enfrenta el gobierno español en materia de política exterior es enorme, es por esto que como he mencionado anteriormente es necesario contar con el apoyo de la oposición y de todos los actores que elaboran, desarrollan y ejecutan la acción exterior. Como he mencionado anteriormente las Cortes Generales son el lugar propicio donde el gobierno debe explicar sus decisiones y lograr los apoyos necesarios para alcanzar los objetivos establecidos de manera eficaz y exitosa. Un pacto de estado en esta materia facilitaría el entendimiento entre las diferentes formaciones y garantizaría la continuidad de la política exterior española más allá de los diferentes ciclos políticos. Pero para que esto suceda es necesaria la predisposición de los principales actores políticos a dejar de lado las cuestiones partidarias y priorizar la defensa de los intereses de España.
Las fricciones entre el gobierno y el PP con respecto a la solicitud hecha por el vicesecretario general de la formación popular, Esteban González Pons, para que el líder de la oposición y presidente del Partido Popular Alberto Núñez Feijóo visite a las tropas españolas desplegadas en Letonia durante la precampaña electoral del 28-M y su rechazo por parte del Ministerio de Defensa liderado por Margarita Robles , junto con la presencia de posiciones anti-atlantistas sostenidas por algunos miembros de la coalición de gobierno, la falta de explicaciones brindadas por el gobierno con respecto al cambio de postura frente a la situación del Sahara Occidental y el desarrollo de una diplomacia paralela por parte del Govern en el exterior en detrimento de los intereses de España son algunos de los obstáculos que España debe superar urgentemente para recuperar el importante papel internacional que le corresponde.
Confío en la capacidad de la clase política que nos representa para consensuar las directrices de una política exterior autónoma, realista y eficaz que sea sostenible en el tiempo independientemente de quien resida en el Palacio de La Moncloa.Si bien es verdad que cada gobierno tiene la potestad de establecer ciertos matices en este área, las principales directrices no deben ser modificadas porque la defensa de los intereses de España y la proyección de sus valores como sociedad debería ser un factor común entre todas las formaciones políticas, con posibilidades de acceder al ejercicio del poder a través de la voluntad popular expresada en las urnas. En materia de política exterior el futuro nos encontrará unidos o dominados, porque la falta de consenso no hace más que debilitar la posición española y beneficiar a otros actores internacionales a quienes por distintos motivos les interesa en mayor o menor medida una España dividida, débil e incapaz de defender sus intereses fuera de sus fronteras.
En el momento actual es imprescindible recomponer las relaciones con la mayor potencia mundial como lo son los Estados Unidos de América (la visita del presidente del gobierno a la Casa Blanca programada para el próximo 12 de mayo es una oportunidad que debe ser aprovechada), sin que esto conlleve un seguidismo incondicional de política exterior estadounidense. El desarrollo de la relación con Washington debe evitar repetir una serie de errores cometidos en el pasado tanto durante la segunda presidencia del popular José María Aznar como durante los gobiernos del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. España no debe perseguir ni una subordinación a los intereses estadounidenses como sucedió durante la invasión de Irak, ni tampoco promover el deterioro de las relaciones entre ambos estados como sucedió durante los gobiernos del expresidente socialista y posteriormente durante los años del popular Mariano Rajoy.
La recomposición de las relaciones hispano-estadounidenses es un hecho que debe conducir a la profundización y el desarrollo de una política exterior autónoma en Latinoamérica y el Caribe para lograr que España recupere el papel predominante en los asuntos de esta región que le corresponde debido a motivos lingüísticos, históricos, económicos, religiosos y culturales. El gobierno español y los responsables de la acción exterior del Reino deben volver a desempeñar un rol central en la resolución de los diferentes conflictos y problemas que afectan a millones de personas en Nicaragua, Cuba, Venezuela, Colombia entre otros estados. En este sentido la defensa del hispanismo y la hispanidad no debe constituir una proclama nostálgica y anacrónica sino un eje vertebrador de las relaciones entre Madrid y las diferentes capitales de Hispanoamérica.
En cuanto a Europa que es el ámbito geográfico y cultural donde mejor se ha desempeñado España en las últimas décadas, resulta necesario continuar incrementado el peso de los representantes españoles en las instituciones, continuar estrechando los lazos de cooperación con los socios comunitarios y revitalizar el rol de España en el ámbito europeo utilizando la presidencia rotatoria de la UE como herramienta. En este sentido tanto el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, como el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación José Manuel Albares deben liderar las negociaciones para lograr una salida negociada del conflicto en Ucrania y por otro lado acelerar las negociaciones con respecto a la expansión de la UE en los Balcanes Occidentales.
También es importante establecer un marco confiable y creíble de cooperación con la ribera sur del mediterráneo que permita a la UE contar con el apoyo de estos estados en la lucha contra la inmigración ilegal, el tráfico de personas, el terrorismo y otras amenazas que afectan a los estados europeos en su conjunto. Abordar estas cuestiones mediterráneas con el respaldo del conjunto de los miembros de la UE es un espaldarazo importante para recomponer las relaciones comerciales y políticas con Argelia y obtener de Marruecos una serie de compromisos vinculados al respeto de la españolidad de Ceuta y Melilla y la delimitación de las aguas frente a Canarias. Por último, en cuanto al conflicto en Ucrania, España tiene la oportunidad de revertir la posición ambigua sostenida al inicio del conflicto y equiparar sus esfuerzos con los mantenidos por sus aliados europeos durante este difícil periodo. Para de esta manera sostener el enorme esfuerzo mantenido por el pueblo ucraniano, su gobierno y sus instituciones desde el inicio de la invasión rusa. Sin que esto signifique dejar de promover las negociaciones para alcanzar una paz justa y verdadera.
FRANCISCO PROVENZANO VIÑUALES
« Confío en la capacidad de la clase política que nos representa para consensuar las directrices de una política exterior autónoma, realista y eficaz que sea sostenible en el tiempo independientemente de quien resida en el Palacio de La Moncloa »
Desde el advenimiento de este milenio el escenario internacional ha sido testigo de un constante debilitamiento de la posición española y por ende del deterioro tanto de su imagen como de su proyección en el plano internacional. Este proceso ha provocado que, en la actualidad, sean muchos los expertos y analistas que coinciden en que España debería ocupar una posición más relevante a nivel internacional de la que realmente ocupa. A continuación, enumeraré una serie de factores políticos, económicos, culturales, geográficos e históricos que han caracterizado y continúan caracterizando el devenir histórico del Reino de España y sobre los cuales se ha consolidado el rol que este desempeña en el ámbito de las relaciones internacionales.
España es la cuna del idioma español, la segunda lengua con el mayor número de hablantes nativos tan solo por detrás del chino mandarín, además representa la cuarta economía de la zona euro y el cuarto estado más poblado de la UE. Su privilegiada ubicación en el mapamundi la erige como punto de contacto entre Europa y África y lugar de encuentro entre el océano atlántico y el mar mediterráneo. Estas características geográficas sumadas a su pertenencia a la OTAN y la extensa trayectoria de sus Fuerzas Armadas la convierten en un actor privilegiado del tablero geopolítico mundial. La cultura, las ciencias y el deporte son otras áreas en las cuales los españoles han contribuido enormemente al desarrollo de las mismas.
Sin embargo, pese a todas las cualidades mencionadas anteriormente, el rol que ocupa España en el escenario mundial ha ido menguando constantemente en el transcurso de las últimas dos décadas y esto se debe principalmente a la falta de consenso entre los principales partidos políticos a la hora de establecer los aspectos fundamentales que deben dar continuidad, estabilidad, y credibilidad a la política exterior del estado español. La unilateralidad es una característica que lamentablemente define el accionar de los diferentes gobiernos en esta materia. Cada cambio de ciclo político conlleva un viraje radical en la elaboración y ejecución de los principios rectores de la acción exterior y por ende una ruptura de la tan necesaria continuidad y credibilidad a la hora de desarrollar las relaciones con el mundo que nos rodea. Es imprescindible poner fin a esta situación y que el consenso entre gobierno y oposición sean la base a través de la cual España puede proyectarse internacionalmente como un actor serio, creíble y determinante. La presidencia rotatoria de la Unión Europea que ostentará España en el segundo semestre de este año es una oportunidad única para relanzar la política exterior española y construir los pilares para que de manera paulatina y sostenible España recupere el rol que le corresponde en el mundo.
El segundo semestre del vigente año debe ser el punto de partida para abordar, desde una perspectiva de estado y consensuada, las directrices de la acción exterior del Reino. A través de los canales democráticos e institucionales preestablecidos con las Cortes Generales como escenario preferente. Para de esta manera revitalizar las relaciones con ciertas regiones y actores internacionales que revisten una especial importancia a la hora de defender los intereses y promover los valores españoles. Es necesario estrechar los lazos y volver a encauzar las relaciones con América Latina y el Caribe, con los Estados Unidos de América, con el Magreb, y con el mundo mediterráneo. Además de afianzar la posición española dentro de la UE, establecer una posición clara y entendible frente al conflicto en Ucrania, desarrollar una relación sostenible con un socio comercial imprescindible como los es la República Popular China (en el marco de la política exterior común europea), fortalecer la relación de la UE con los Balcanes Occidentales y tender puentes con los actores emergentes del Sur Global como lo son la India, Brasil, Sudáfrica, e Indonesia entre otros.
Entiendo que dentro del ámbito de las relaciones con los socios europeos es necesario poner un especial énfasis en las negociaciones con el Reino Unido en torno a la cuestión de Gibraltar. Aprovechando el inicio de una nueva etapa y el abrupto cambio producido con respecto a las condiciones preexistentes, provocado por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Ante esta situación el reclamo español de soberanía con respecto al peñón y su entorno debe constituir un pilar fundamental de la acción exterior española sin que esto conlleve un deterioro de las relaciones diplomáticas y comerciales con el Reino Unido.
El reto al que se enfrenta el gobierno español en materia de política exterior es enorme, es por esto que como he mencionado anteriormente es necesario contar con el apoyo de la oposición y de todos los actores que elaboran, desarrollan y ejecutan la acción exterior. Como he mencionado anteriormente las Cortes Generales son el lugar propicio donde el gobierno debe explicar sus decisiones y lograr los apoyos necesarios para alcanzar los objetivos establecidos de manera eficaz y exitosa. Un pacto de estado en esta materia facilitaría el entendimiento entre las diferentes formaciones y garantizaría la continuidad de la política exterior española más allá de los diferentes ciclos políticos. Pero para que esto suceda es necesaria la predisposición de los principales actores políticos a dejar de lado las cuestiones partidarias y priorizar la defensa de los intereses de España.
Las fricciones entre el gobierno y el PP con respecto a la solicitud hecha por el vicesecretario general de la formación popular, Esteban González Pons, para que el líder de la oposición y presidente del Partido Popular Alberto Núñez Feijóo visite a las tropas españolas desplegadas en Letonia durante la precampaña electoral del 28-M y su rechazo por parte del Ministerio de Defensa liderado por Margarita Robles , junto con la presencia de posiciones anti-atlantistas sostenidas por algunos miembros de la coalición de gobierno, la falta de explicaciones brindadas por el gobierno con respecto al cambio de postura frente a la situación del Sahara Occidental y el desarrollo de una diplomacia paralela por parte del Govern en el exterior en detrimento de los intereses de España son algunos de los obstáculos que España debe superar urgentemente para recuperar el importante papel internacional que le corresponde.
Confío en la capacidad de la clase política que nos representa para consensuar las directrices de una política exterior autónoma, realista y eficaz que sea sostenible en el tiempo independientemente de quien resida en el Palacio de La Moncloa.Si bien es verdad que cada gobierno tiene la potestad de establecer ciertos matices en este área, las principales directrices no deben ser modificadas porque la defensa de los intereses de España y la proyección de sus valores como sociedad debería ser un factor común entre todas las formaciones políticas, con posibilidades de acceder al ejercicio del poder a través de la voluntad popular expresada en las urnas. En materia de política exterior el futuro nos encontrará unidos o dominados, porque la falta de consenso no hace más que debilitar la posición española y beneficiar a otros actores internacionales a quienes por distintos motivos les interesa en mayor o menor medida una España dividida, débil e incapaz de defender sus intereses fuera de sus fronteras.
En el momento actual es imprescindible recomponer las relaciones con la mayor potencia mundial como lo son los Estados Unidos de América (la visita del presidente del gobierno a la Casa Blanca programada para el próximo 12 de mayo es una oportunidad que debe ser aprovechada), sin que esto conlleve un seguidismo incondicional de política exterior estadounidense. El desarrollo de la relación con Washington debe evitar repetir una serie de errores cometidos en el pasado tanto durante la segunda presidencia del popular José María Aznar como durante los gobiernos del socialista José Luis Rodríguez Zapatero. España no debe perseguir ni una subordinación a los intereses estadounidenses como sucedió durante la invasión de Irak, ni tampoco promover el deterioro de las relaciones entre ambos estados como sucedió durante los gobiernos del expresidente socialista y posteriormente durante los años del popular Mariano Rajoy.
La recomposición de las relaciones hispano-estadounidenses es un hecho que debe conducir a la profundización y el desarrollo de una política exterior autónoma en Latinoamérica y el Caribe para lograr que España recupere el papel predominante en los asuntos de esta región que le corresponde debido a motivos lingüísticos, históricos, económicos, religiosos y culturales. El gobierno español y los responsables de la acción exterior del Reino deben volver a desempeñar un rol central en la resolución de los diferentes conflictos y problemas que afectan a millones de personas en Nicaragua, Cuba, Venezuela, Colombia entre otros estados. En este sentido la defensa del hispanismo y la hispanidad no debe constituir una proclama nostálgica y anacrónica sino un eje vertebrador de las relaciones entre Madrid y las diferentes capitales de Hispanoamérica.
En cuanto a Europa que es el ámbito geográfico y cultural donde mejor se ha desempeñado España en las últimas décadas, resulta necesario continuar incrementado el peso de los representantes españoles en las instituciones, continuar estrechando los lazos de cooperación con los socios comunitarios y revitalizar el rol de España en el ámbito europeo utilizando la presidencia rotatoria de la UE como herramienta. En este sentido tanto el presidente del Gobierno Pedro Sánchez, como el ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación José Manuel Albares deben liderar las negociaciones para lograr una salida negociada del conflicto en Ucrania y por otro lado acelerar las negociaciones con respecto a la expansión de la UE en los Balcanes Occidentales.
También es importante establecer un marco confiable y creíble de cooperación con la ribera sur del mediterráneo que permita a la UE contar con el apoyo de estos estados en la lucha contra la inmigración ilegal, el tráfico de personas, el terrorismo y otras amenazas que afectan a los estados europeos en su conjunto. Abordar estas cuestiones mediterráneas con el respaldo del conjunto de los miembros de la UE es un espaldarazo importante para recomponer las relaciones comerciales y políticas con Argelia y obtener de Marruecos una serie de compromisos vinculados al respeto de la españolidad de Ceuta y Melilla y la delimitación de las aguas frente a Canarias. Por último, en cuanto al conflicto en Ucrania, España tiene la oportunidad de revertir la posición ambigua sostenida al inicio del conflicto y equiparar sus esfuerzos con los mantenidos por sus aliados europeos durante este difícil periodo. Para de esta manera sostener el enorme esfuerzo mantenido por el pueblo ucraniano, su gobierno y sus instituciones desde el inicio de la invasión rusa. Sin que esto signifique dejar de promover las negociaciones para alcanzar una paz justa y verdadera.
FRANCISCO PROVENZANO VIÑUALES