El dólar estadounidense ha sido la moneda dominante en el mundo durante varias décadas, con más del 60% de las reservas globales y la mayoría de las transacciones comerciales y financieras internacionales liquidándose en esta moneda. Sin embargo, la hegemonía del dólar podría estar en riesgo debido a múltiples factores, incluyendo el ascenso del yuan como una moneda global y el debilitamiento del poder económico y político de los Estados Unidos.
Para empezar, es claro que a través del estudio de los patrones históricos, podemos identificar tendencias y predecir eventos futuros. Desde la antigua Roma hasta el Imperio Británico, la historia nos ha enseñado que todas las grandes potencias eventualmente experimentan un declive y en muchos casos, este está relacionado con la pérdida de su hegemonía monetaria. Las últimas tres hegemonías mundiales, los Países Bajos, el Reino Unido y los Estados Unidos, comparten un elemento clave en su establecimiento como potencias mundiales: tener la moneda de reserva internacional. Durante los siglos XVII y XVIII, el gulden neerlandés fue la moneda de reserva internacional, y su hegemonía se desvaneció cuando los Países Bajos perdieron su posición dominante en el comercio mundial. Luego, la libra esterlina del Reino Unido se convirtió en la moneda de reserva mundial durante gran parte del siglo XIX y principios del siglo XX, y su caída se relacionó directamente con la pérdida de la hegemonía monetaria debido al Acuerdo del Bretton Woods que estableció el dólar como la moneda de reserva en 1944. Desde entonces, el dólar estadounidense se ha mantenido como la moneda de reserva mundial. Pero ¿qué indicaciones tenemos de que la hegemonía del dólar está llegando a su fin?
Desde 1971, cuando el expresidente estadounidense Richard Nixon elimino el “patrón oro”, el valor del dólar estadounidense esta respaldado únicamente por la confianza común en la moneda. Por ende, una perdida masiva de confianza en el dólar llevaría inevitablemente a su devaluación y al fin de la hegemonía de este como moneda de reserva mundial. Aunque muchos pensarían que una pérdida de confianza en el dólar es muy poco probable, los enormes déficits presupuestarios y comerciales de Estados Unidos, así como su polarización política y vacío de liderazgo global, han debilitado significativamente la confianza en el dólar como una moneda segura y estable. A todo esto, se le suman las políticas aislacionistas estadounidenses como las guerras comerciales y retirada de acuerdos internacionales que disminuyen aún más el atractivo del dólar.
Además, que tener la moneda de reserva mundial inevitablemente lleva a una acumulación de deuda masiva, Estados Unidos históricamente ha financiado su crecimiento económico con deuda. De esta manera apalancan un consumo por encima de las capacidades reales del país a corto plazo lo que proyecta una imagen de prosperidad. El problema viene cuando la deuda es muy grande y ya no hay fondos suficientes para financiarla. Aquí es cuando el gobierno debe decidir si incumplir los pagos o imprimir más dinero, y evidentemente, siempre eligen la segunda opción. Esto sucedió con el imperio neerlandés, los británicos y en la historia reciente, Estados Unidos ha tenido que recurrir a este mecanismo durante la crisis del “dot com”, la crisis del 2008 y el COVID, en donde el banco central ha intervenido imprimiendo más dinero para mantener la economía a flote. Aunque en el corto plazo esta medida parece solucionar los problemas, a largo plazo lleva a una pérdida de confianza en la moneda, lo que disminuye aún más la demanda por ella, aumenta la diversificación de las reservas globales de divisas, disminuyendo la habilidad de Estados Unidos de financiar sus déficits comerciales y presupuestarios lo que lleva a un incremento aun mayor en este llevando así, a un círculo vicioso.
Ante esto, uno podría pensar que, para mantener el poder del dólar, Estados Unidos simplemente deberá generar confianza en el mercado internacional como lo ha logrado hacer en el pasado en la crisis de los 70’s o del 2008. Sin embargo, a esta posible crisis se le suma un nuevo contendor: China. Desde el comienzo del siglo el ascenso de China como una superpotencia económica y política está desafiando la hegemonía de Estados Unidos en muchas áreas, incluyendo comercio, tecnología e inversión. Además, como consecuencia de la creciente influencia económica y financiera de China, el yuan está ganando poder como moneda global. De acuerdo con un informe reciente de Global Times, la participación del yuan en pagos internacionales aumentó del 1,84% en 2015 al 2,37% en 2022, lo que lo ubica como la quinta moneda más utilizada internacionalmente.
Sin embargo, lo que es verdaderamente llamativo son las múltiples estrategias del gobierno chino para promover el uso del yuan que sin duda alguna llevará a un aumento significativo de esta cifra en los próximos años. Además de iniciativas como el proyecto de Franja y Ruta, el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (AIIB) y la Organización de Cooperación de Shanghái, China se ha posicionado en la última década como una alternativa al FMI y a Estados Unidos para países que necesitan acceder a deuda. Según The New York Times, China paso de brindar tan solo 10,000 millones de dólares en préstamos a otros países en 2014 a 40,500 millones de dólares en 2021 ubicándolo muy cerca a el FMI (todo esto en adición a los casi 900,000 millones de dólares que China ha prestado a países en desarrollo como parte de la iniciativa de Franja y Ruta). Aunque Estados Unidos ha acusado a China de incurrir en una “diplomacia de trampa de la deuda”, China continúa ofreciendo prestamos de emergencia para países en crisis de deudas como Turquía, Argentina, Sri Lanka y solidificando su posición como prestamista mundial. Debido a que China otorga más del 90% de estos préstamos en su propia moneda, a medida que esta tendencia continue, China asegurará el uso cada vez más frecuente del yuan para transacciones internacionales y consecuentemente se acercará cada vez más a reemplazar el dólar como moneda hegemónica.
Adicionalmente, los tratados internacionales y en especial el comercio de petróleo son elementos claves en el establecimiento de una moneda como dominante en el mercado internacional. Esto se debe a que el petróleo es la principal mercancía comercializada en todo el mundo, y por tanto, es una de las principales fuentes de demanda de moneda extranjera. Por ejemplo, durante los años 70, el dólar estadounidense se convirtió en la moneda dominante del mundo debido a que la mayoría de los países pagaban por el petróleo en dólares gracias a la política del “petrodólar”. Recientemente, China ha negociado con los países miembros de la OPEC para que la compra del crudo se realice en yuanes y en enero de este mismo año el ministro de Finanzas de Arabia Saudí, Mohamed Al-Jadaan, ha anunciado que su país está dispuesto a vender petróleo a cambio de otras monedas que no sean el dólar, mencionando específicamente el yuan. Esta declaración coincide con un aumento en la participación del yuan en el mercado ruso de divisas, que ha saltado del menos del 1% en enero a un impresionante 48% en noviembre de 2022, después de que los bancos rusos fueran excluidos del sistema internacional Swift debido a la guerra en Ucrania. Además, se ha anunciado recientemente que Brasil, la mayor economía de América Latina, ha firmado un acuerdo para unirse al CIPS (China Interbank Payment System), lo que permitirá el comercio bilateral en yuanes, excluyendo al dólar. Por último, cabe destacar que los BRICS (que en conjunto representan el 31.5% del PIB mundial), han estado explorando opciones de monedas alternativas al dólar para su comercio en los últimos años e incluso se ha considerado la posibilidad de crear una nueva divisa. Todo esto sugiere un cambio gradual hacia un sistema financiero en el que el yuan u otras monedas tendrán mayor influencia.
¿Es entonces el fin del dólar como moneda hegemónica? Lo cierto es que es imposible predecir esto con exactitud, pero la historia y las nuevas tendencias geopolíticas sugieren que esto esta cada día más cerca a suceder. Sin embargo, esta en las manos de los próximos gobiernos estadounidenses implementar políticas que generen confianza en los mercados internacionales para así evitar una anticipada perdida de la hegemonía del dólar.
El dólar estadounidense ha sido la moneda dominante en el mundo durante varias décadas, con más del 60% de las reservas globales y la mayoría de las transacciones comerciales y financieras internacionales liquidándose en esta moneda. Sin embargo, la hegemonía del dólar podría estar en riesgo debido a múltiples factores, incluyendo el ascenso del yuan como una moneda global y el debilitamiento del poder económico y político de los Estados Unidos.
Para empezar, es claro que a través del estudio de los patrones históricos, podemos identificar tendencias y predecir eventos futuros. Desde la antigua Roma hasta el Imperio Británico, la historia nos ha enseñado que todas las grandes potencias eventualmente experimentan un declive y en muchos casos, este está relacionado con la pérdida de su hegemonía monetaria. Las últimas tres hegemonías mundiales, los Países Bajos, el Reino Unido y los Estados Unidos, comparten un elemento clave en su establecimiento como potencias mundiales: tener la moneda de reserva internacional. Durante los siglos XVII y XVIII, el gulden neerlandés fue la moneda de reserva internacional, y su hegemonía se desvaneció cuando los Países Bajos perdieron su posición dominante en el comercio mundial. Luego, la libra esterlina del Reino Unido se convirtió en la moneda de reserva mundial durante gran parte del siglo XIX y principios del siglo XX, y su caída se relacionó directamente con la pérdida de la hegemonía monetaria debido al Acuerdo del Bretton Woods que estableció el dólar como la moneda de reserva en 1944. Desde entonces, el dólar estadounidense se ha mantenido como la moneda de reserva mundial. Pero ¿qué indicaciones tenemos de que la hegemonía del dólar está llegando a su fin?
Desde 1971, cuando el expresidente estadounidense Richard Nixon elimino el “patrón oro”, el valor del dólar estadounidense esta respaldado únicamente por la confianza común en la moneda. Por ende, una perdida masiva de confianza en el dólar llevaría inevitablemente a su devaluación y al fin de la hegemonía de este como moneda de reserva mundial. Aunque muchos pensarían que una pérdida de confianza en el dólar es muy poco probable, los enormes déficits presupuestarios y comerciales de Estados Unidos, así como su polarización política y vacío de liderazgo global, han debilitado significativamente la confianza en el dólar como una moneda segura y estable. A todo esto, se le suman las políticas aislacionistas estadounidenses como las guerras comerciales y retirada de acuerdos internacionales que disminuyen aún más el atractivo del dólar.
Además, que tener la moneda de reserva mundial inevitablemente lleva a una acumulación de deuda masiva, Estados Unidos históricamente ha financiado su crecimiento económico con deuda. De esta manera apalancan un consumo por encima de las capacidades reales del país a corto plazo lo que proyecta una imagen de prosperidad. El problema viene cuando la deuda es muy grande y ya no hay fondos suficientes para financiarla. Aquí es cuando el gobierno debe decidir si incumplir los pagos o imprimir más dinero, y evidentemente, siempre eligen la segunda opción. Esto sucedió con el imperio neerlandés, los británicos y en la historia reciente, Estados Unidos ha tenido que recurrir a este mecanismo durante la crisis del “dot com”, la crisis del 2008 y el COVID, en donde el banco central ha intervenido imprimiendo más dinero para mantener la economía a flote. Aunque en el corto plazo esta medida parece solucionar los problemas, a largo plazo lleva a una pérdida de confianza en la moneda, lo que disminuye aún más la demanda por ella, aumenta la diversificación de las reservas globales de divisas, disminuyendo la habilidad de Estados Unidos de financiar sus déficits comerciales y presupuestarios lo que lleva a un incremento aun mayor en este llevando así, a un círculo vicioso.
Ante esto, uno podría pensar que, para mantener el poder del dólar, Estados Unidos simplemente deberá generar confianza en el mercado internacional como lo ha logrado hacer en el pasado en la crisis de los 70’s o del 2008. Sin embargo, a esta posible crisis se le suma un nuevo contendor: China. Desde el comienzo del siglo el ascenso de China como una superpotencia económica y política está desafiando la hegemonía de Estados Unidos en muchas áreas, incluyendo comercio, tecnología e inversión. Además, como consecuencia de la creciente influencia económica y financiera de China, el yuan está ganando poder como moneda global. De acuerdo con un informe reciente de Global Times, la participación del yuan en pagos internacionales aumentó del 1,84% en 2015 al 2,37% en 2022, lo que lo ubica como la quinta moneda más utilizada internacionalmente.
Sin embargo, lo que es verdaderamente llamativo son las múltiples estrategias del gobierno chino para promover el uso del yuan que sin duda alguna llevará a un aumento significativo de esta cifra en los próximos años. Además de iniciativas como el proyecto de Franja y Ruta, el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (AIIB) y la Organización de Cooperación de Shanghái, China se ha posicionado en la última década como una alternativa al FMI y a Estados Unidos para países que necesitan acceder a deuda. Según The New York Times, China paso de brindar tan solo 10,000 millones de dólares en préstamos a otros países en 2014 a 40,500 millones de dólares en 2021 ubicándolo muy cerca a el FMI (todo esto en adición a los casi 900,000 millones de dólares que China ha prestado a países en desarrollo como parte de la iniciativa de Franja y Ruta). Aunque Estados Unidos ha acusado a China de incurrir en una “diplomacia de trampa de la deuda”, China continúa ofreciendo prestamos de emergencia para países en crisis de deudas como Turquía, Argentina, Sri Lanka y solidificando su posición como prestamista mundial. Debido a que China otorga más del 90% de estos préstamos en su propia moneda, a medida que esta tendencia continue, China asegurará el uso cada vez más frecuente del yuan para transacciones internacionales y consecuentemente se acercará cada vez más a reemplazar el dólar como moneda hegemónica.
Adicionalmente, los tratados internacionales y en especial el comercio de petróleo son elementos claves en el establecimiento de una moneda como dominante en el mercado internacional. Esto se debe a que el petróleo es la principal mercancía comercializada en todo el mundo, y por tanto, es una de las principales fuentes de demanda de moneda extranjera. Por ejemplo, durante los años 70, el dólar estadounidense se convirtió en la moneda dominante del mundo debido a que la mayoría de los países pagaban por el petróleo en dólares gracias a la política del “petrodólar”. Recientemente, China ha negociado con los países miembros de la OPEC para que la compra del crudo se realice en yuanes y en enero de este mismo año el ministro de Finanzas de Arabia Saudí, Mohamed Al-Jadaan, ha anunciado que su país está dispuesto a vender petróleo a cambio de otras monedas que no sean el dólar, mencionando específicamente el yuan. Esta declaración coincide con un aumento en la participación del yuan en el mercado ruso de divisas, que ha saltado del menos del 1% en enero a un impresionante 48% en noviembre de 2022, después de que los bancos rusos fueran excluidos del sistema internacional Swift debido a la guerra en Ucrania. Además, se ha anunciado recientemente que Brasil, la mayor economía de América Latina, ha firmado un acuerdo para unirse al CIPS (China Interbank Payment System), lo que permitirá el comercio bilateral en yuanes, excluyendo al dólar. Por último, cabe destacar que los BRICS (que en conjunto representan el 31.5% del PIB mundial), han estado explorando opciones de monedas alternativas al dólar para su comercio en los últimos años e incluso se ha considerado la posibilidad de crear una nueva divisa. Todo esto sugiere un cambio gradual hacia un sistema financiero en el que el yuan u otras monedas tendrán mayor influencia.
¿Es entonces el fin del dólar como moneda hegemónica? Lo cierto es que es imposible predecir esto con exactitud, pero la historia y las nuevas tendencias geopolíticas sugieren que esto esta cada día más cerca a suceder. Sin embargo, esta en las manos de los próximos gobiernos estadounidenses implementar políticas que generen confianza en los mercados internacionales para así evitar una anticipada perdida de la hegemonía del dólar.