Freno en la subida de tipos de interés en EEUU y un aumento ligero en los de Europa, parece que los bancos centrales empiezan a tomar medidas para relajarse ante uno de los mayores enemigos que han tenido hasta la fecha, la inflación, pero vamos a analizar un poco más a fondo el porqué de estos hechos.
Mensualmente, se lleva a cabo una reunión del directorio del Banco Central Europeo (BCE) con el objetivo de abordar las tasas de interés a corto plazo para el país en cuestión. Después de esta reunión, se emite una declaración que revela la tasa establecida. La decisión sobre cómo establecer estas tasas de interés se basa principalmente en la inflación y los intereses de los bancos centrales.
Uno de los principales objetivos del banco central es lograr estabilidad económica. Cuando la tasa anual de inflación supera aproximadamente el 2%, el banco central responde aumentando las tasas de interés para reducir los precios, ya que crea un aumento del valor monetario haciendo más difícil la adquisición de este.
Al aumentar las tasas de interés, aumentan el valor de los bonos y el efecto que se consigue es atraer a inversores en general, lo que a su vez impulsa la demanda de la moneda nacional. Las tasas de interés a corto plazo tienen un impacto significativo en el valor de la moneda del país.
La importancia de las tasas de interés radica en que altas tasas atraen a inversores extranjeros que buscan proteger su capital sin asumir riesgos.
Ahora bien, durante el mes de junio se han revelado dos de los datos más inquietantes para los inversores a lo largo del mundo, desde EEUU Jerome Powel nos anunciaba la necesidad de seguir controlando la inflación, un discurso que se lleva repitiendo desde hace ya un tiempo y del que muchos otros países han sido contagiados.
EEUU ha decido durante el mes de junio abstenerse de subir los tipos y han preferido mantenerlos en el 5.25%, unas tasas que jamás habíamos visto, aunque avisan que habrá nuevas subidas antes de acabar el año.
En Europa nos hemos encontrado con un discurso bastante más agresivo que en el americano, habiendo subido los tipos al 4% y con un mensaje contundente de parte de Christine Lagarde: «No pensamos en una pausa. El viaje no ha terminado», un ultimátum para acabar con este enemigo que ellos mismos han creado y que encima se atreven acusar al cambio climático como uno de los causantes de las catástrofes que estamos viviendo.
No es de extrañar que después de ver las consecuencias de haber impreso cantidades ingestas de billetes para “rescatar” a la economía en tiempos de pandemia, veamos como varias entidades bancarias se han visto obligadas a ser absorbidas por otras empresas y rescatadas por los bancos centrales para no desatar el pánico en el sector financiero.
En este contexto, el BCE ha manifestado públicamente su inquietud por la situación del sistema bancario, especialmente tras los problemas que han enfrentado algunos bancos estadounidenses, como la quiebra del Silicon Valley Bank y la salida masiva de depósitos debido a estas subidas constantes de tipos.
También se ha puesto atención en el sector inmobiliario, advirtiendo sobre los riesgos de la falta de liquidez en los fondos de inversión inmobiliaria. Lagarde, ha mencionado que los problemas del sector inmobiliario que se están observando en países como Alemania podrían agravarse si aumenta el desempleo y si las condiciones financieras se vuelven más restrictivas, lo que encarecería las hipotecas y limitaría los nuevos préstamos además de ser un futuro probable si siguen con estas medidas.
En cuanto a la devolución de las líneas de financiación bancaria por un total de 477.000 millones de euros, que deben realizar los bancos europeos el 28 de junio, el BCE no muestra preocupación alguna, ya que se trata de un programa lanzado con una duración de tres años debido a la pandemia, y su finalización estaba prevista en el calendario del sector desde su anuncio.
El Euribor a doce meses, cerró en un 3,93% aunque hasta ahora ha evitado superar el umbral del 4%, tras la decisión tomada por el Banco Central Europeo, es probable que finalmente supere este nivel.
Todas estas medidas aumentarán el costo de los préstamos en general, lo que dificultará a las empresas acceder a financiamiento y podría tener consecuencias en sus inversiones, especialmente para las pequeñas y medianas empresas y para los consumidores, será más difícil obtener crédito para cubrir gastos generales.
En resumen las medidas adoptadas por los diferentes bancos centrales llevan siendo muy similares desde hace ya un tiempo, la perspectiva a futuro no es muy alentadora ya que ellos mismos ya han manifestado sus intenciones para los próximos meses, lo que nos queda por averiguar serán los diferentes retos a los que nos tendremos que enfrentar en el futuro por culpa de estas medidas.
«El mercado puede permanecer irracional más tiempo del que usted puede permanecer solvente»
Freno en la subida de tipos de interés en EEUU y un aumento ligero en los de Europa, parece que los bancos centrales empiezan a tomar medidas para relajarse ante uno de los mayores enemigos que han tenido hasta la fecha, la inflación, pero vamos a analizar un poco más a fondo el porqué de estos hechos.
Mensualmente, se lleva a cabo una reunión del directorio del Banco Central Europeo (BCE) con el objetivo de abordar las tasas de interés a corto plazo para el país en cuestión. Después de esta reunión, se emite una declaración que revela la tasa establecida. La decisión sobre cómo establecer estas tasas de interés se basa principalmente en la inflación y los intereses de los bancos centrales.
Uno de los principales objetivos del banco central es lograr estabilidad económica. Cuando la tasa anual de inflación supera aproximadamente el 2%, el banco central responde aumentando las tasas de interés para reducir los precios, ya que crea un aumento del valor monetario haciendo más difícil la adquisición de este.
Al aumentar las tasas de interés, aumentan el valor de los bonos y el efecto que se consigue es atraer a inversores en general, lo que a su vez impulsa la demanda de la moneda nacional. Las tasas de interés a corto plazo tienen un impacto significativo en el valor de la moneda del país.
La importancia de las tasas de interés radica en que altas tasas atraen a inversores extranjeros que buscan proteger su capital sin asumir riesgos.
Ahora bien, durante el mes de junio se han revelado dos de los datos más inquietantes para los inversores a lo largo del mundo, desde EEUU Jerome Powel nos anunciaba la necesidad de seguir controlando la inflación, un discurso que se lleva repitiendo desde hace ya un tiempo y del que muchos otros países han sido contagiados.
EEUU ha decido durante el mes de junio abstenerse de subir los tipos y han preferido mantenerlos en el 5.25%, unas tasas que jamás habíamos visto, aunque avisan que habrá nuevas subidas antes de acabar el año.
En Europa nos hemos encontrado con un discurso bastante más agresivo que en el americano, habiendo subido los tipos al 4% y con un mensaje contundente de parte de Christine Lagarde: «No pensamos en una pausa. El viaje no ha terminado», un ultimátum para acabar con este enemigo que ellos mismos han creado y que encima se atreven acusar al cambio climático como uno de los causantes de las catástrofes que estamos viviendo.
No es de extrañar que después de ver las consecuencias de haber impreso cantidades ingestas de billetes para “rescatar” a la economía en tiempos de pandemia, veamos como varias entidades bancarias se han visto obligadas a ser absorbidas por otras empresas y rescatadas por los bancos centrales para no desatar el pánico en el sector financiero.
En este contexto, el BCE ha manifestado públicamente su inquietud por la situación del sistema bancario, especialmente tras los problemas que han enfrentado algunos bancos estadounidenses, como la quiebra del Silicon Valley Bank y la salida masiva de depósitos debido a estas subidas constantes de tipos.
También se ha puesto atención en el sector inmobiliario, advirtiendo sobre los riesgos de la falta de liquidez en los fondos de inversión inmobiliaria. Lagarde, ha mencionado que los problemas del sector inmobiliario que se están observando en países como Alemania podrían agravarse si aumenta el desempleo y si las condiciones financieras se vuelven más restrictivas, lo que encarecería las hipotecas y limitaría los nuevos préstamos además de ser un futuro probable si siguen con estas medidas.
En cuanto a la devolución de las líneas de financiación bancaria por un total de 477.000 millones de euros, que deben realizar los bancos europeos el 28 de junio, el BCE no muestra preocupación alguna, ya que se trata de un programa lanzado con una duración de tres años debido a la pandemia, y su finalización estaba prevista en el calendario del sector desde su anuncio.
El Euribor a doce meses, cerró en un 3,93% aunque hasta ahora ha evitado superar el umbral del 4%, tras la decisión tomada por el Banco Central Europeo, es probable que finalmente supere este nivel.
Todas estas medidas aumentarán el costo de los préstamos en general, lo que dificultará a las empresas acceder a financiamiento y podría tener consecuencias en sus inversiones, especialmente para las pequeñas y medianas empresas y para los consumidores, será más difícil obtener crédito para cubrir gastos generales.
En resumen las medidas adoptadas por los diferentes bancos centrales llevan siendo muy similares desde hace ya un tiempo, la perspectiva a futuro no es muy alentadora ya que ellos mismos ya han manifestado sus intenciones para los próximos meses, lo que nos queda por averiguar serán los diferentes retos a los que nos tendremos que enfrentar en el futuro por culpa de estas medidas.