Seguramente hayas oído hablar en los últimos meses de las violaciones de los derechos humanos cometidas por el ejército de Azerbaiyán sobre los armenios en la región de Nagorno Karabaj.
Sin embargo, esta situación no es nueva. Es más, cuenta con un lejano antecedente, cuando en la Primera Guerra Mundial, los turcos asesinaron a 1.500.000 armenios por colaborar con el imperio ruso versus el otomano.
Desde entonces, la región que hoy día se compone de los Estados de Azerbaiyán, Armenia, y la República de Arstaj, se ha caracterizado por la inestabilidad y la violencia armada. En este territorio han tenido lugar ya dos guerras. La comprendida entre 1988 y 1994 entre Armenia y Azerbaiyán, que finalizó con la intervención del Ejército Rojo ruso y la construcción de la República Socialista Federativa Soviética Transcaucásica; y la que tuvo lugar entre septiembre y noviembre de 2020, que acabó con la victoria de Azerbaiyán, recuperando parte de Nagorno Karabaj, y con un acuerdo de paz entre armenios y azeríes.
No obstante, el conflicto aún no se había resuelto, ya que la histórica rivalidad entre los ciudadanos de ambos Estados no se entierra de forma tan sencilla. La distancia entre armenios y azeríes se basa en la religión, siendo los armenios cristianos y los azeríes musulmanes (85% chiitas). A esto se suma la relevancia geoestratégica de Nagorno Karabaj, de la que luego hablaremos.
Fruto de la no resolución del conflicto es la tercera guerra que viene librándose desde agosto de 2022, la cual coincide curiosamente con la guerra entre Rusia y Ucrania. Digo curiosamente porque no es casualidad. En las relaciones internacionales nada pasa porque sí, o dicho de otro modo, cada movimiento tiene su razón. En este caso, Azerbaiyán aprovecha la priorización de Putin de la guerra en Ucrania para avanzar sobre el Alto del Karabaj. Este avance es cómodo gracias a la superioridad militar azerí, que se debe a una gran inversión en defensa durante la pasada década.
Y bien, ¿cuál es la respuesta de la comunidad internacional ante la voluntad de Azerbaiyán de ampliar sus fronteras mediante el uso de la fuerza y la violación de los derechos humanos de los armenios?
Lo cierto es que Rusia ha sido el único país que ha apoyado militarmente a Armenia a lo largo de las últimas décadas. Irán de momento ha movilizado parte de sus tropas en la frontera con Azerbaiyán, aunque seguramente como elemento de disuasión, vista su inacción en 2020.
Estarás preguntándote qué papel está jugando la UE. La respuesta está en el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania y el cierre de los gaseoductos procedentes del primero. La necesidad de buscar productores de gas alternativos llevó a la Unión a firmar un acuerdo con Azerbaiyán en julio de 2022 para duplicar el suministro de gas hasta 2027, haciendo uso del Trans Adriatic Pipeline, el cual transporta gas desde Azerbaiyán hasta Italia, Grecia, y Bulgaria.
Este movimiento de la UE hace que no tenga prácticamente capaciadad de actuación y deba limitarse a hacer medidas declaraciones instando al respeto de la integridad territorial de Armenia, y de los derechos humanos de su población, incluida aquella que reside en Nagorno Karabaj, que en 1936, cuando Stalin la incluyó dentro de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán, era de un 94%, y hoy también sigue siendo considerable a pesar del exilio al que muchos azeríes se han visto sometidos.
Por tanto, Armenia se encuentra actualmente sin ningún apoyo franco, mientras que Azerbaiyán es impulsado por Turquía e Israel, el cual importa petróleo de Azerbaiyán.
La última pregunta que debemos responder para comprender este viejo conflicto es qué posee la República de Arstaj o República de Nagorno Karabaj para ser objeto de tanta violencia. Pues bien, esta región es de gran importancia geoestratégica porque a través de ella transcurre el corredor de oleoductos y gaseoductos que transportan petróleo y gas desde el Mar Caspio al resto del mundo.
En definitiva, el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán es una muestra más de que la diplomacia internacional se basa en la búsqueda permanente del interés estatal, sin importar cualquier otra cosa, ni siquiera la violación de derechos humanos de civiles.
No critico lo primero. Sí lo segundo. Considero que la diplomacia es el arte de hacer prosperar a tu país y mejorar su posición en el extranjero, siendo este el objetivo número uno, a través de una actuación lo más justa y solidaria posible con el resto de Estados.
En otras palabras, ir más allá de lo conocido y lo común en la búsqueda de alternativas beneficiosas para tu país, con el propósito de encontrar la mejor de las opciones, y que esta contribuya al mismo tiempo a la promoción de la justicia y la solidaridad.
Mario Sanz Galacho
Los armenios son víctimas de una diplomacia europea vaga y apática
Sin embargo, esta situación no es nueva. Es más, cuenta con un lejano antecedente, cuando en la Primera Guerra Mundial, los turcos asesinaron a 1.500.000 armenios por colaborar con el imperio ruso versus el otomano.
Desde entonces, la región que hoy día se compone de los Estados de Azerbaiyán, Armenia, y la República de Arstaj, se ha caracterizado por la inestabilidad y la violencia armada. En este territorio han tenido lugar ya dos guerras. La comprendida entre 1988 y 1994 entre Armenia y Azerbaiyán, que finalizó con la intervención del Ejército Rojo ruso y la construcción de la República Socialista Federativa Soviética Transcaucásica; y la que tuvo lugar entre septiembre y noviembre de 2020, que acabó con la victoria de Azerbaiyán, recuperando parte de Nagorno Karabaj, y con un acuerdo de paz entre armenios y azeríes.
No obstante, el conflicto aún no se había resuelto, ya que la histórica rivalidad entre los ciudadanos de ambos Estados no se entierra de forma tan sencilla. La distancia entre armenios y azeríes se basa en la religión, siendo los armenios cristianos y los azeríes musulmanes (85% chiitas). A esto se suma la relevancia geoestratégica de Nagorno Karabaj, de la que luego hablaremos.
Fruto de la no resolución del conflicto es la tercera guerra que viene librándose desde agosto de 2022, la cual coincide curiosamente con la guerra entre Rusia y Ucrania. Digo curiosamente porque no es casualidad. En las relaciones internacionales nada pasa porque sí, o dicho de otro modo, cada movimiento tiene su razón. En este caso, Azerbaiyán aprovecha la priorización de Putin de la guerra en Ucrania para avanzar sobre el Alto del Karabaj. Este avance es cómodo gracias a la superioridad militar azerí, que se debe a una gran inversión en defensa durante la pasada década.
Y bien, ¿cuál es la respuesta de la comunidad internacional ante la voluntad de Azerbaiyán de ampliar sus fronteras mediante el uso de la fuerza y la violación de los derechos humanos de los armenios?
Lo cierto es que Rusia ha sido el único país que ha apoyado militarmente a Armenia a lo largo de las últimas décadas. Irán de momento ha movilizado parte de sus tropas en la frontera con Azerbaiyán, aunque seguramente como elemento de disuasión, vista su inacción en 2020.
Estarás preguntándote qué papel está jugando la UE. La respuesta está en el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania y el cierre de los gaseoductos procedentes del primero. La necesidad de buscar productores de gas alternativos llevó a la Unión a firmar un acuerdo con Azerbaiyán en julio de 2022 para duplicar el suministro de gas hasta 2027, haciendo uso del Trans Adriatic Pipeline, el cual transporta gas desde Azerbaiyán hasta Italia, Grecia, y Bulgaria.
Este movimiento de la UE hace que no tenga prácticamente capaciadad de actuación y deba limitarse a hacer medidas declaraciones instando al respeto de la integridad territorial de Armenia, y de los derechos humanos de su población, incluida aquella que reside en Nagorno Karabaj, que en 1936, cuando Stalin la incluyó dentro de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán, era de un 94%, y hoy también sigue siendo considerable a pesar del exilio al que muchos azeríes se han visto sometidos.
Por tanto, Armenia se encuentra actualmente sin ningún apoyo franco, mientras que Azerbaiyán es impulsado por Turquía e Israel, el cual importa petróleo de Azerbaiyán.
La última pregunta que debemos responder para comprender este viejo conflicto es qué posee la República de Arstaj o República de Nagorno Karabaj para ser objeto de tanta violencia. Pues bien, esta región es de gran importancia geoestratégica porque a través de ella transcurre el corredor de oleoductos y gaseoductos que transportan petróleo y gas desde el Mar Caspio al resto del mundo.
En definitiva, el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán es una muestra más de que la diplomacia internacional se basa en la búsqueda permanente del interés estatal, sin importar cualquier otra cosa, ni siquiera la violación de derechos humanos de civiles.
No critico lo primero. Sí lo segundo. Considero que la diplomacia es el arte de hacer prosperar a tu país y mejorar su posición en el extranjero, siendo este el objetivo número uno, a través de una actuación lo más justa y solidaria posible con el resto de Estados.
En otras palabras, ir más allá de lo conocido y lo común en la búsqueda de alternativas beneficiosas para tu país, con el propósito de encontrar la mejor de las opciones, y que esta contribuya al mismo tiempo a la promoción de la justicia y la solidaridad.
Mario Sanz Galacho