El pasado 26 de julio asistimos a un nuevo golpe militar en África, esta vez en Níger, considerado la última democracia del Sahel. Europa y Estados Unidos se lamentan, y con razón, tras los recientes derrocamientos en Mali, Chad, Guinea, Sudán, y Burkina Faso.
Sin embargo, ¿era Níger un país democrático? ¿Funcionaba la democracia en Níger? Estas dos preguntas deben responderlas ustedes mismos. Yo me quedo con que la democracia está en crisis, en Níger, y en el resto del mundo. Cuando una clase política a la cual los ciudadanos han elegido no es capaz de garantizar unas mínimas condiciones de vida, es normal que la confianza de los representados se vea mermada y se genere un clima favorable a un golpe de Estado. Porque un golpe militar nunca pasa por nada, siempre pasa por algo.
En el caso de Níger, es la pobreza generalizada, la corrupción política, y la inseguridad terrorista la causante de que la Junta Militar dirigida por Abdourahamane Tiani detuviese al presidente Mohamed Bazoum y tomase el poder. A estas tres causas principales se suma la influencia del Kremlin en la región en los últimos años, animando a la población a levantarse contra el “dominio colonial” francés y occidental.
En cuanto a la situación actual en Níger, esta es catastrófica. La crisis humanitaria provocada por la escasez de alimentos característica de esta temporada se ve agravada por las sanciones de la CEDEAO, tales como cierre de fronteras, que está afectando a su vez a los países fronterizos, cortes de suministro eléctrico, bloqueo de productos alimentarios y farmacéuticos, o suspensión de transacciones financieras.
Es aquí donde hay que entrar a valorar el propósito de estas acciones punitivas, y el efecto de las mismas sobre la población nigerina, la cual es víctima directa de ellas.
En este sentido, me gustaría saber qué persigue Borrell cuando dice que la UE podría imitar las sanciones impuestas por la CEDEAO, sin descartar tampoco la financiación de una posible intervención militar que supondría un conflicto armado internacional, el cual sumado al de Ucrania multiplicaría el gasto de la UE.
Analizando esta posibilidad, no puedo más que situarme en contra de una operación que conllevaría la muerte segura de miles de personas inocentes, víctimas de una clase política ineficaz y corrupta, y rehenes de una Junta Militar con intereses ocultos bajo el golpe.
Sería una guerra atroz en la que hasta la población nigerina está dividida. Por un lado, los que apoyan a la Junta y culpan a Francia de la situación de crisis y precariedad, y por otro, los que defienden el regreso del gobierno democrático de Bazoum. A favor de la intervención, a día de hoy, están Nigeria, Benín, Costa de Marfil, y Senegal, más el apoyo financiero de la UE, EEUU y Canadá. En contra de la misma, Mali y Burkina Faso, que contarían con el apoyo del grupo Wagner, a pesar de la crisis de liderazgo existente tras la muerte de Prigozhin.
En mi opinión, los grandes beneficiarios de una intervención armada serían Rusia, que conseguiría su objetivo de desestabilizar la región, y los grupos terroristas yihadistas, que harían de Níger un nuevo refugio.
Volviendo ahora a la idea planteada en el primer párrafo, la UE y EEUU son conscientes de la importancia de un país como Níger, último bastión democrático del Sahel, con cuyo gobierno tenían buena relación y dormían tranquilos al garantizar cierta estabilidad en la región. Ahora temen el surgimiento de una nueva ola terrorista que podría llegar a nuestro continente, la entrada masiva de inmigrantes al sur de Europa de forma ilegal, y la pérdida de influencia en Níger y en el Sahel, acompañada por un mayor protagonismo del grupo Wagner, que se siente cómodo entre las Juntas Militares gobernantes.
Por ello, tanto la UE como EEUU harán todo lo posible por restituir el gobierno de Bazoum, en estrecha colaboración con la CEDEAO, la cual lleva semanas preparándose para una intervención militar.
En conclusión, estamos ante una situación muy compleja, en la que cada movimiento cuenta y repercute sobre la vida de miles de ciudadanos nigerinos y africanos. Pienso que la vía diplomática y política es la única solución posible, y por tanto el diálogo y la negociación con la Junta Militar nigerina es y será imprescindible durante los próximos meses.
El plan de transición de seis meses de Argelia es una opción. Este pone el foco en el desarrollo económico, que dará lugar posteriormente a un orden político democrático estable. Porque ya ha quedado demostrado que un sistema democrático requiere de cierto bienestar económico y social para mantenerse.
No obstante, considero que la negociación con la Junta Militar nigerina será más difícil que ese plan, ya que buscará permanecer en el poder por más tiempo, luego el diálogo con ella habrá de prolongarse.
Mario Sanz Galacho
Un golpe militar nunca pasa por nada, siempre pasa por algo
Sin embargo, ¿era Níger un país democrático? ¿Funcionaba la democracia en Níger? Estas dos preguntas deben responderlas ustedes mismos. Yo me quedo con que la democracia está en crisis, en Níger, y en el resto del mundo. Cuando una clase política a la cual los ciudadanos han elegido no es capaz de garantizar unas mínimas condiciones de vida, es normal que la confianza de los representados se vea mermada y se genere un clima favorable a un golpe de Estado. Porque un golpe militar nunca pasa por nada, siempre pasa por algo.
En el caso de Níger, es la pobreza generalizada, la corrupción política, y la inseguridad terrorista la causante de que la Junta Militar dirigida por Abdourahamane Tiani detuviese al presidente Mohamed Bazoum y tomase el poder. A estas tres causas principales se suma la influencia del Kremlin en la región en los últimos años, animando a la población a levantarse contra el “dominio colonial” francés y occidental.
En cuanto a la situación actual en Níger, esta es catastrófica. La crisis humanitaria provocada por la escasez de alimentos característica de esta temporada se ve agravada por las sanciones de la CEDEAO, tales como cierre de fronteras, que está afectando a su vez a los países fronterizos, cortes de suministro eléctrico, bloqueo de productos alimentarios y farmacéuticos, o suspensión de transacciones financieras.
Es aquí donde hay que entrar a valorar el propósito de estas acciones punitivas, y el efecto de las mismas sobre la población nigerina, la cual es víctima directa de ellas.
En este sentido, me gustaría saber qué persigue Borrell cuando dice que la UE podría imitar las sanciones impuestas por la CEDEAO, sin descartar tampoco la financiación de una posible intervención militar que supondría un conflicto armado internacional, el cual sumado al de Ucrania multiplicaría el gasto de la UE.
Analizando esta posibilidad, no puedo más que situarme en contra de una operación que conllevaría la muerte segura de miles de personas inocentes, víctimas de una clase política ineficaz y corrupta, y rehenes de una Junta Militar con intereses ocultos bajo el golpe.
Sería una guerra atroz en la que hasta la población nigerina está dividida. Por un lado, los que apoyan a la Junta y culpan a Francia de la situación de crisis y precariedad, y por otro, los que defienden el regreso del gobierno democrático de Bazoum. A favor de la intervención, a día de hoy, están Nigeria, Benín, Costa de Marfil, y Senegal, más el apoyo financiero de la UE, EEUU y Canadá. En contra de la misma, Mali y Burkina Faso, que contarían con el apoyo del grupo Wagner, a pesar de la crisis de liderazgo existente tras la muerte de Prigozhin.
En mi opinión, los grandes beneficiarios de una intervención armada serían Rusia, que conseguiría su objetivo de desestabilizar la región, y los grupos terroristas yihadistas, que harían de Níger un nuevo refugio.
Volviendo ahora a la idea planteada en el primer párrafo, la UE y EEUU son conscientes de la importancia de un país como Níger, último bastión democrático del Sahel, con cuyo gobierno tenían buena relación y dormían tranquilos al garantizar cierta estabilidad en la región. Ahora temen el surgimiento de una nueva ola terrorista que podría llegar a nuestro continente, la entrada masiva de inmigrantes al sur de Europa de forma ilegal, y la pérdida de influencia en Níger y en el Sahel, acompañada por un mayor protagonismo del grupo Wagner, que se siente cómodo entre las Juntas Militares gobernantes.
Por ello, tanto la UE como EEUU harán todo lo posible por restituir el gobierno de Bazoum, en estrecha colaboración con la CEDEAO, la cual lleva semanas preparándose para una intervención militar.
En conclusión, estamos ante una situación muy compleja, en la que cada movimiento cuenta y repercute sobre la vida de miles de ciudadanos nigerinos y africanos. Pienso que la vía diplomática y política es la única solución posible, y por tanto el diálogo y la negociación con la Junta Militar nigerina es y será imprescindible durante los próximos meses.
El plan de transición de seis meses de Argelia es una opción. Este pone el foco en el desarrollo económico, que dará lugar posteriormente a un orden político democrático estable. Porque ya ha quedado demostrado que un sistema democrático requiere de cierto bienestar económico y social para mantenerse.
No obstante, considero que la negociación con la Junta Militar nigerina será más difícil que ese plan, ya que buscará permanecer en el poder por más tiempo, luego el diálogo con ella habrá de prolongarse.
Mario Sanz Galacho