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    Lortu Arte, elecciones en Euskadi y la batalla del relato 

    El pasado domingo, más de un millón de ciudadanos acudieron a las urnas para decidir con su voto, el futuro político de Euskadi. Con una participación del 62 % del electorado, el Partido Nacionalista Vasco fue la formación más votada obteniendo el 35 % de los votos, lo que se traduce en la obtención de 27 escaños en el parlamento autonómico, los mismos que obtuvo EH Bildu, a pesar de recibir casi treinta mil votos menos. En tercer lugar, se situó el Partido Socialista de Euskadi obteniendo 12 escaños y alrededor del 14 % de los votos. Por su parte los populares obtuvieron 7 escaños con menos del 10 % de los votos. Los dos escaños restantes tuvieron como destinatarios a Vox y a Sumar, dejando a Podemos sin representación parlamentaria 

    Sin embargo, estos datos no son definitivos, ya que todavía no han sido contabilizados los votos del Censo Electoral de Residentes Ausentes. Ochenta mil ciudadanos vascos residentes en el extranjero han tenido la posibilidad de ejercer su derecho al sufragio, tras la eliminación del denominado voto rogado, de los cuales ha votado un 10 %. El cómputo final de estos votos, que tendrá lugar el viernes próximo, podría deshacer el empate existente entre las dos principales formaciones independentistas inclinado la balanza a favor de alguna de los dos. 

    Los resultados de las elecciones sin dudas presentan el inicio de un nuevo ciclo político en Euskadi y el fin de una época donde los Jeltzales han dominado la política vasca desde una posición predominante, con la excepción de dos breves periodos de dominio socialista. Si bien es verdad que el próximo lehendakari será el candidato del PNV, Imanol Pradales, que contará con el apoyo de los socialistas para alcanzar una mayoría de investidura. El empate en escaños nos hace pensar en que durante la próxima legislatura seremos testigos de una lucha permanente entre el Partido Nacionalista Vasco y EH Bildu, por el liderazgo del espacio independentista. 

    A pesar de no haber alcanzado el tan ansiado sorpasso, la formación liderada por Arnaldo Otegui y que ha llevado como candidato al desconocido Pello Otxandiano, ha sido la principal ganadora de la noche, incrementando su representación en seis escaños y obteniendo noventa mil votos más que hace cuatro años. El momento tan esperado por los abertzales ha llegado, EH Bildu es la fuerza más votada entre los jóvenes, ha obtenido los mismos escaños que el PNV y ha sido la fuerza más votada tanto en Gipuzkoa como en Araba. Resulta evidente que durante el transcurso de esta legislatura los peneuvistas continuarán sufriendo el desgaste que supone gobernar, mientras que EH Bildu continuara fortaleciendo su posición desde la oposición, a través de los municipios que gobierna y presionando a la coalición de gobierno, con el peso que otorgan sus 27 diputados en el parlamento de Vitoria. 

    Por su parte el PSE ha logrado incrementar su representación en dos escaños y es previsible que exija una mayor participación en el futuro gobierno para dar su apoyo en la investidura de Pradales. Esto podría traducirse en que los socialistas se hagan con el control de una consejería más con respecto a las que tienen en la actualidad. La posición de los socialistas vascos no dependía únicamente de sus propios resultados, sino de la aritmética parlamentaria. Una victoria de EH Bildu hubiese situado al PSE en una situación muy comprometida, ya que tendrían que haber elegido entre continuar apoyando al PNV o dar su apoyo a una mayoría de investidura progresista liderada por EH Bildu, algo que los socialistas habían negado rotundamente durante la campaña.  

    El Partido Popular ha mejorado sus resultados, pero continúa siendo una formación irrelevante en el escenario político vasco, y no ha logrado arrebatar a Vox su único escaño. Pese a que algunos dirigentes del PP vasco han interpretado los resultados como una victoria, los resultados del domingo indican una clara derrota para el PP. Claramente una mayoría de la sociedad vasca ha dado la espalda a los populares y a su política de confrontación estéril permanente. Desde Génova continúan sin entender la realidad existente en Euskadi y partiendo de un diagnóstico erróneo, desarrollan una estrategia destinada al fracaso. Un partido como el popular, que ha gobernado España en reiteradas ocasiones, no puede conformarse con la obtención de resultados tan mediocres en una comunidad como Euskadi. 

    Hablando de fracasos, debemos mencionar el desempeño electoral tanto de Sumar como de Podemos. Sumar ha podido retener solamente un único escaño de los seis obtenidos por Podemos durante la pasada legislatura, mientras que los morados han sido relegados del parlamento vasco al no obtener ni un solo escaño. Ante esta situación es evidente que ha habido muchísimos votantes que en las elecciones de hace cuatro años se habían inclinado por Podemos y el pasado domingo se han inclinado por EH Bildu. La división de las formaciones de la denominada izquierda confederal ha provocado un gran trasvase de votos hacia la formación abertzale, que en los últimos años ha desarrollado una agenda económica y social para imponerse en este segmento ideológico. 

    En último lugar Vox ha logrado mantener su único escaño, en un territorio en el que sus ideas calan muy poco entre los ciudadanos y en el que durante parte de la pasada legislatura ha sufrido la imposición de un lamentable cordón sanitario que fue anulado por el Tribunal Constitucional. Dada esta situación, las previsiones de las encuestas y la voluntad del Partido Popular de dejar a Vox sin representación, el escaño obtenido por Amaia Martínez representa una pequeña victoria para los liderados por Santiago Abascal, que han resistido al embate. 

    Una vez finalizado el breve análisis de los resultados obtenidos por cada una de las formaciones, voy a intentar descifrar las claves y las causas del actual escenario político en Euskadi. El actual escenario se caracteriza por un crecimiento electoral exponencial de EH Bildu, al mismo tiempo que el PNV sufre un desgaste permanente, producto de largos años en el gobierno, de las problemáticas derivadas de la gestión de la salud y de la educación en el ámbito autonómico, y también del primer caso de corrupción, poniendo fin al denominado como oasis vasco. La competencia entre las dos formaciones independentistas tiene lugar, a la vez que los dos principales partidos del espectro político español tienen nulas posibilidades de gobernar en la comunidad y su rol tiene un papel meramente secundario, sobre todo en el caso de los populares.  

    Frente a esto toca preguntarse cómo se ha arribado a este contexto. A la situación actual se ha llegado por una multiplicidad de factores, de entre los que se destacan los relacionados con la construcción de un relato sobre el pasado y también a la capacidad de cada una de las formaciones para adaptarse a las profundas transformaciones que ha sufrido la sociedad vasca en los últimos años. Tras el cese definitivo de la actividad armada de ETA y su posterior disolución, el escenario político vasco entro en una nueva fase que permitió a la izquierda abertzale ampliar sus horizontes y desligarse del rotulo de ser el brazo político del grupo terrorista ETA. Al mismo tiempo que EH Bildu, cambiaba su estrategia dando más importancia a las cuestiones sociales y económicas, el Partido Popular no supo cambiar su estrategia una vez ETA dejo de desempeñar una posición de protagonista en el devenir político de Euskadi.  

    En este contexto se empezó a gestar el escenario actual donde las opciones independentistas se han consolidado como actores principales de la política vasca, a pesar de que la independencia no se encuentra entre las principales preocupaciones de la población. La gran baza tanto de EH Bildu para crecer y del PNV para mantenerse en el poder, ha sido la cercanía con el territorio y el entendimiento de la naturaleza y de las características de la sociedad vasca. A la sociedad vasca se le ha impuesto un relato sobre su historia, a la medida de las necesidades del independentismo vasco, ante la pasividad del nacionalismo español que ha cedido la iniciativa y no ha desempeñado la labor necesaria de defender la innegable españolidad de Euskadi y la perfecta compatibilidad entre el sentir vasco y el sentir español. Y dentro del marco teórico derivado del relato tergiversado de la historia reciente, los partidos independentistas son los más beneficiados.  

    Y en este proceso son culpables tanto el PSOE como el PP. Los primeros han comprado el discurso de la izquierda independista y han realizado un profundo viraje ideológico para acercarse a sus postulados, y los segundos se han negado a dar la batalla cultural y combatir al independentismo en el campo de las ideas. En reiteradas ocasiones el sacrificio realizado por los socialistas y los populares vascos durante los años del terror no fue correspondido por el accionar de sus pares en Madrid. 

    Los jóvenes vascos que no han vivido los peores años de la violencia terrorista de ETA ven en los postulados de EH Bildu la posibilidad de alcanzar una mayor justicia social, en una sociedad en la que la desigualdad se ha incrementado producto de la desindustrialización. La juventud también ve en sus candidatos una mayor cercanía para con las preocupaciones de los jóvenes y a una formación capaz de alcanzar casi todos sus objetivos políticos como el acercamiento de los presos etarras o la revitalización del euskera promovida desde las instituciones. La imagen que tienen estos jóvenes de la formación liderada por Otegui, es producto del relato impuesto desde las instituciones vascas, desde los medios de comunicación autonómicos y desde las entidades educativas.  

    La tergiversación de los hechos históricos ha construido una idea de una “Euskal Herria “oprimida por el gobierno español, donde los etarras eran luchadores por la libertad y donde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado eran simples torturadores. Para construir este relato inverosímil y moldeado a las necesidades de los herederos políticos de ETA (con la complicidad del PNV), se niega a los jóvenes la verdad sobre el Reino de Navarra, sobre los orígenes del nacionalismo vasco moderno a finales del siglo XIX, sobre la realidad del frente vasco en la Guerra civil española, o sobre los mismos orígenes de ETA.  

    Acaso que pensarían los jóvenes independentistas defensores de la inmigración ilegal, si leyeran los postulados de Sabino Arana. Que pensarían los jóvenes abertzales acérrimos defensores de la república del Frente Popular, si aprendieran en el colegio, que el gobierno vasco liderado por el Lehendakari Aguirre simplemente se inclinó por el bando republicano por haber obtenido el estatuto de autonomía, pero que al ser una formación católica y conservadora tenía una profunda cercanía ideológica con el bando vencedor. Que pensarían si supieran, que el ejército vasco prefirió entregarse a los italianos en Santoña a proseguir la defensa de la república en Asturias. O que pensarían estos jóvenes progresistas y anticlericales, de las profundas raíces católicas de los fundadores de ETA. 

    Esta política de tregiversacion se encuadra en una estrategia más amplia desarrollada por los ideólogos y cuadros políticos de ETA. Como lo han expresado en multiplicidad de ocasiones, los herederos del grupo terrorista no pararán hasta conseguir su principal objetivo de proclamar una república vasca y socialista. La presión ejercida mediante la utilización de una violencia descomunal, les ha permitido obtener una seria de cesiones que ahora explotan dentro del marco democrático para su propio beneficio. 

    Los hechos mencionados y analizados a lo largo del artículo nos indican que el futuro político de Euskadi es proclive a un crecimiento incluyo mayor de las fuerzas independentistas y esto significa una grave amenaza para la integridad territorial de España, para la igualdad de todos los españoles y para la continuidad histórica de la nación española. Entiendo perfectamente a quienes defienden la idea de que el actual sistema de partidos es el culpable de esta situación, porque como bien decía un mártir español, los partidos políticos y las clases sociales dividen a la nación. Pero la coyuntura actual no permite una reforma del sistema, sino que la batalla debe ser dada dentro del sistema. Y para esto es necesario que los supuestos defensores de la nación española entiendan la necesidad de dar la batalla cultural en Euskadi y de realizar una gigantesca tarea pedagógica.

    De nada sirve una confrontación estéril con las formaciones independentistas, mientras los jóvenes son adoctrinados día a día. Si para quienes dicen ser liberales, la principal medida a adoptar en Euskadi es la ilegalización de Bildu (medida que ya fue adoptada en el pasado y que no consiguió sus propósitos) mal vamos. Dado el acercamiento entre socialistas y abertzales y la irrelevancia de Vox en Euskadi, la única formación con posibilidades de llevar a cabo esta tarea es el Partido Popular. Pero para que esto suceda es necesario que los populares se bajen al barro y salgan, aunque sea un rato, de Getxo, de Mendizorroza o del barrio de Salamanca, para poder entender la realidad existente en la sociedad vasca y dar la pelea calle a calle y barrio a barrio. 

    « A la sociedad vasca se le ha impuesto un relato sobre su historia, a la medida de las necesidades del independentismo vasco, ante la pasividad del nacionalismo español que ha cedido la iniciativa y no ha desempeñado la labor necesaria de defender la innegable españolidad de Euskadi y la perfecta compatibilidad entre el sentir vasco y el sentir español»

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