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    Venezuela, una mirada transversal:  Petrodólares, fracaso macroeconómico, deriva autoritaria y aislamiento internacional  

    En los últimos días, la dramática situación de Venezuela ha concentrado la atención de los principales medios de comunicación y líderes mundiales. El país caribeño está atravesando días muy difíciles y definitorios, tras la celebración de unos comicios presidenciales caracterizados por la falta de transparencia, la ausencia de observadores internacionales independientes, la inhabilitación de la candidata elegida por la oposición en unas primarias multitudinarias, y por el hecho de que todos los resortes del poder estatal fueron desplegados para garantizar la permanencia de Nicolas Maduro en el poder. 

    Las tensiones acumuladas en los meses previos a las elecciones, entre una oposición que desconfiaba del proceso electoral y de las garantías brindadas por las autoridades, un gobierno que repitió hasta la saciedad que un eventual triunfo de la oposición provocaría el caos y derivaría en un baño de sangre, explotaron la misma noche de las elecciones, tras el comunicado del CNE (Consejo Nacional Electoral).   

    El Consejo Nacional Electoral, organismo cuyo funcionamiento debería garantizar el correcto desarrollo del proceso electivo, dictaminó la misma noche de la elección una victoria del actual presidente Maduro, por una diferencia de más de un millón de votos sobre Edmundo González Urrutia candidato de la Mesa de la Unidad Democrática (Designado tras la ya mencionada inhabilitación de María Corina Machado y de su sucesora Corina Yoris). Sin embargo, el CNE controlado por militares cercanos a Maduro, no pudo demostrar la veracidad de los datos publicados y ya pasados varios días continúa negándose a mostrar las actas electorales, alegando un supuesto hackeo, del que no existen pruebas. Por su parte la oposición asegura contar con una mayoría de las actas que demostrarían que González Urrutia obtuvo cerca de un 70% de los votos contra un 30 % obtenido por Maduro.  

    Frente a este difícil panorama, muchos se preguntarán cuáles son los posibles escenarios para dar una salida política que permita la normalización social y económica de un país, que en los últimos años ha sufrido una de las tasas de inflación más elevadas del mundo, un crecimiento exponencial de la desigualdad y de la violencia, y una deriva con graves tintes autoritarios. Estos fenómenos provocaron el éxodo de más de siete millones de venezolanos que se encuentran esparcidos por el mundo. (A los cuales se les han impuesto una serie de obstáculos burocráticos que les ha impedido votar)  

    A la hora de analizar los hipotéticos escenarios futuros, es imprescindible entender las características propias del caso venezolano y el desarrollo de una serie de eventos interrelacionados que han derivado en la situación actual. Venezuela es un caso único, cuya singularidad hace que no pueda ser comparado con otros países de la región, y mucho menos con casos como el cubano que nada tienen que ver con las particularidades propias del pueblo venezolano, a pesar de que desde algunos sectores se busquen constantemente imponer esta comparación. Cuba siempre tendrá esa mística forjada por aquellos jóvenes barbudos que subieron a Sierra Maestra para luchar contra una cruel dictadura y luego en el poder se enfrentaron a la principal potencia mundial en su patio trasero. 

    A la hora de intentar entender Venezuela, debemos recurrir al estudio del fenómeno del petróleo. Desde el primer descubrimiento realizado en tierras venezolanas a comienzos del Siglo XX, el petróleo y las ganancias obtenidas de su extracción han moldeado tanto la estructura socioeconómica como el desarrollo integral del país y de la sociedad que habita su suelo. La economía venezolana es una economía rentista, donde el petróleo representa más de un 90% de sus exportaciones. Es por este motivo que el país caribeño no debe ser comparado con otros países de la región, sino con países que comparten esta extrema dependencia de una sola materia prima (Por ejemplo, el caso de Nigeria también ultra dependiente del petróleo). 

    Esta coyuntura ha provocado el desarrollo de un estado, cuya función principal nunca ha sido recaudar impuestos para poder financiarse y desarrollar sus funciones ordenadoras de la sociedad, sino un estado al que siempre le ha alcanzado con administrar y distribuir las rentas del oro negro. El petróleo sin dudas es una bendición que solo algunos privilegiados países poseen, pero una mala administración de este recurso y sus ganancias derivadas puede acabar convirtiéndose en una perdición, y Venezuela es el mejor ejemplo de este fenómeno. 

    Retomando el análisis de la evolución histórica, el desarrollo de la industria petrolera generó a lo largo del Siglo XX, la concentración de la riqueza nacional en manos de quienes controlaban los yacimientos petrolíferos y la aparición de una clase social pudiente estrechamente relacionada con este sector. Pese a la mencionada concentración de la riqueza, durante los años de bonanza económica producto de los elevados precios del barril en los mercados internacionales, las abundantes ganancias solían derramarse a otras capas de la sociedad, haciendo de Venezuela uno de los países más igualitarios del continente americano y posibilitando la existencia de una extendida tradición democrática e institucional.   

    Pero como todos sabemos, los ciclos económicos llegan a su fin, y en Venezuela los años de crecimiento económico comenzaron a terminarse a mediados de la década de los 80 bajo el mandato de Carlos Andrés Pérez. En ese contexto se desarrolló el Caracazo, una serie de protestas contra las medidas de ajuste económico aplicadas por el gobierno, que fueron respondidas por una feroz represión por parte de las fuerzas de seguridad que se saldaron con miles de víctimas entre muertos y heridos.  

    Este triste episodio marcó sin dudas un punto de inflexión en la historia de Venezuela, dando inicios a un proceso de transformación de la realidad política, que años más tarde culminaría con un fallido intento de golpe de estado liderado por un comandante de paracaidistas llamado Hugo Chávez y su posterior llegada al poder a través de los canales democráticos, dando inicio a la denominada como era bolivariana. Chávez fue uno de los primeros lideres en visualizar que el modelo económico vigente, no había sido capaz de absorber en el sistema productivo a miles de venezolanos emigrados del campo a la ciudad y que era necesario lograr una serie de avances sociales para mejorar la situación de los más desfavorecidos, además de buscar una mejor distribución de la renta petrolera entre las capas más pobres de la sociedad. 

    Chávez ganó las elecciones presidenciales de 1999 bajo la promesa de refundar la República y convocar una asamblea constituyente para reemplazar a la constitución vigente en ese momento. Una vez en el poder, el carisma y las transformaciones sociales impulsadas por su gobierno lo catapultaron a erigirse como un líder popular, respetado tanto dentro como fuera de Venezuela.   

    Durante sus primeros años al frente del país, organizó una serie de misiones sociales y de programas económicos con el fin de mejorar las condiciones de vida de la población. Durante largos años en los que los que el precio del barril de petróleo se encontraba en valores altísimos, el gobierno chavista utilizó las ingentes cantidades de dinero recibidas para llevar a cabo sus programas, además de expandir la proyección internacional de Venezuela como faro de los movimientos populares en Iberoamérica, en el Caribe, además de estrechar  lazos con las denominadas potencias revisionistas como Rusia, China o Irán, que compartían con el proyecto bolivariano su oposición a la hegemonía estadounidense en el plano internacional.   

    En paralelo a su crecimiento político, los sucesivos gobiernos chavistas buscaron asegurarse el control de la economía y de los destinos del país, aupados por sus holgadas victorias electorales. Esto llevó a Chávez a ordenar un viraje hacia lo que él denominaba Socialismo del Siglo XXI, llevando a cabo una serie de profundas reformas económicas, incrementando el endeudamiento externo y el déficit fiscal, ideologizando en exceso a la ahora denominada Fuerza Armada Nacional Bolivariana, llevando a cabo una serie de expropiaciones, y provocando una reestructuración forzada de la gerencia de PDVSA tras la huelga petrolera realizada entre los años 2002 y 2003, de la que Chavez salió victorioso y fortalecido . Para algunos expertos este viraje fue producto del golpe de estado fallido organizado por la oposición en el año 2002, sin embargo, para otros las tentaciones autoritarias ya caracterizaban a Chávez, desde antes de su llegada al poder.  

    Con el paso de los años, la falta de inversión y de una planificación a futuro para la industria petrolera, provocaron una disminución de la capacidad de producción y un lento pero constante declive económico. Este fenómeno, sumado a una caída pronunciada de los precios internacionales del petróleo, tuvo una gran repercusión en la economía venezolana.  

    Para empeorar aún más la situación, Venezuela no había desarrollado en absoluto sectores económicos ajenos al petróleo (Con la excepción del turismo, aunque tampoco era explotado al máximo de sus posibilidades), por lo que era extremadamente dependiente de las importaciones lo que la hacía más vulnerable frente a la imposibilidad de hacerse con reservas de moneda fuerte para pagar estos productos importados. En sus momentos iniciales, la debacle económica fue contrarrestada entre la población, por el carisma de Chávez y por los recuerdos recientes de los avances sociales ocurridos durante los primeros años.  

    Sin embargo, la enfermedad de Chávez trastocó todos los planes del bloque bolivariano y su prematura muerte en La Habana en el año 2013, aceleró el devenir de los acontecimientos. En sus últimos meses de vida, Chávez había vencido en las elecciones presidenciales al candidato de la oposición Enrique Capriles por una amplia diferencia. Tras su muerte, se volvieron a celebrar elecciones entre su sucesor Nicolas Maduro y Capriles, donde se volvió a imponer el bloque bolivariano, pero esta vez por un estrecho margen y con la oposición denunciando fraude.  

    La llegada de Maduro al poder cuyo carisma y su formación nada tienen que ver con la de su predecesor en el cargo, se dio en un contexto de inminente super crisis económica producto de la herencia recibida, pero que fue agudizada por su ineficiente manejo de la economía, producto de su inexperiencia y falta de formación. Por otra parte, a diferencia de Chávez, Maduro no provenía de las fuerzas armadas y para ganarse el respaldo de los militares, colocó a muchos de estos a cargos de organismos oficiales y empresas estatales incrementando el nivel de ineficiencia, dado que los mismos no estaban preparados para ejercer las funciones asignadas. 

    Al pésimo manejo de la crisis económica, se agregó un incremento considerable de la represión y un evidente giro autoritario. El triunfo de la oposición en las elecciones legislativas del año 2015, que significó la pérdida del control de la Asamblea Nacional por parte del gobierno, fue un duro golpe para Maduro que desconoció a dicha Asamblea y convocó una Asamblea Constituyente controlada en su totalidad por el chavismo y que busco reemplazar las funciones del órgano legislativo controlado por la oposición. 

    El encarcelamiento de diversos líderes opositores, el cierre de medios de comunicación contrarios al gobierno, y las prácticas poco transparentes en los diferentes comicios celebrados, provocaron un aumento considerable de la presión internacional y el aislamiento del gobierno de Maduro que tenía graves problemas en el frente económico, a la vez que se hacían públicos sucesivos escándalos de corrupción.  

    Frente a este contexto desfavorable, Maduro eligió adelantar los comicios presidenciales del año 2018 cuyos resultados fueron desconocidos por la comunidad internacional entre graves denuncias de falta de transparencia y con una abstención récord cercana al 70%. El inicio de su segundo mandato presidencial se vio caracterizado por la escasez de bienes, la falta de alimentos, la imposibilidad de vender el petróleo en los mercados internacionales, las sanciones por parte de Estados Unidos y el reconocimiento de Guaidó como presidente de Venezuela por parte de decenas de estados lo que conllevo la existencia de un gobierno paralelo, el congelamiento de los fondos venezolanos en el exterior y la pérdida de legitimidad de Maduro en el plano internacional.  

    En estos durísimos momentos el régimen bolivariano pudo sobrevivir por diversos factores. En primer lugar, porque el aislamiento internacional no fue total, ya que China, Rusia, Cuba, Irán, Turquía y Nicaragua prestaron vital ayuda al gobierno de Maduro durante esos años. Otorgándole tanto apoyo a nivel económico, como a nivel militar y de inteligencia. En segundo lugar, porque la oposición se mostró siempre dividida y extremadamente dependiente de una intervención militar estadounidense o de una ruptura de la unidad militar venezolana que nunca sucedió. En tercer lugar, porque el chavismo contaba con un férreo control sobre el aparato estatal y sobre todas las prestaciones sociales que reciben millones de venezolanos y por último porque primero el COVID y luego la Guerra en Ucrania modificaron sustancialmente el escenario internacional de forma imprevista.  

    En determinadas ocasiones hay sucesos totalmente inesperados que pueden llegar a provocar grandes cambios y transformaciones. Durante el año 2019, Venezuela sufrió sucesivos y duraderos apagones eléctricos. En el transcurso de los mismos y ante la imposibilidad de realizar pagos a través de medios electrónicos se empezó a consolidar la utilización de dólares físicos como método pago y unidad de valor. Con el paso del tiempo el gobierno comenzó a tolerar la utilización de los mismos facilitando la dolarización de facto de gran parte de la economía, lo que permitió reducir la hiperinflación y reordenar una economía caótica y destruida. Otro suceso inesperado fue el inicio de la Guerra de Ucrania y las fluctuaciones provocadas en los mercados energéticos globales, que provocaron un acercamiento del gobierno de los Estados Unidos de América para con Venezuela, con el fin de abastecerse de petróleo y lograr que las empresas estadounidenses pudieran volver a operar en tierras venezolanas. Como contraparte Estados Unidos se comprometió a reducir las sanciones, a reconocer al gobierno de Maduro y fomentar el diálogo entre gobierno y oposición con las miradas puestas en la celebración de unas elecciones presidenciales.  

    El gobierno y la oposición mantuvieron una serie de encuentros en Méjico y en Barbados, donde se acordó la celebración de las elecciones presidenciales. Sin embargo, una vez que la fecha de los comicios se acercaba y ante el temor de ser derrotado en las urnas, Maduro dio marcha atrás con algunas de sus promesas e inhabilitó a María Corina Machado la ganadora de las primarias de la oposición. Lo sucedido durante y después de los comicios ya es de sobra conocido por todos, y no quiere tornarme reiterativo relatando los hechos relacionados con el proceso electoral.   

    El futuro de Venezuela y de su gobierno es tan incierto como difícil. No tengo dudas de que el gobierno de Maduro se va a aferrar al poder a cualquier precio, porque una eventual pérdida del poder no supondría una vuelta a la oposición como sucede en otros países, sino que supondría la cárcel o el exilio para sus principales dirigentes. La decisión que acaben adoptando Colombia, Brasil y Méjico, también tendrá sin dudas una gran influencia sobre el porvenir político de Venezuela.  

    Desde mi punto de vista no existe una salida viable, sin otorgar una amnistía o una salida negociada a la clase dirigente venezolana. Tanto la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, como las fuerzas de seguridad, los colectivos chavistas, la clase social que se enriqueció durante estos años y parte del chavismo sociológico, no entregarán el poder si no reciben garantías suficientes.   

    Más allá de su manifiesta debilidad política y de legitimidad, Maduro cuenta con el control de los poderes fácticos, va a intentar ganar tiempo y recibir apoyo de sus aliados que quieren evitar a toda costa la llegada de la oposición pro estadounidense al poder. La salida más factible pasa por un proceso en el cual Brasil, Colombia y Méjico negocien con Maduro la celebración de otros comicios que sean verdaderamente transparentes con la presencia de observadores internacionales y con garantías, o la realización de una transición pactada con garantías para quienes dejan el poder.  

    A 25 años de la llegada de Chávez al poder, Venezuela se encuentra en una situación calamitosa producto de la dependencia excesiva del petróleo, la falta de diversificación, la pésima gestión macroeconómica y una deriva autoritaria que se ha encargado de dinamitar el legado de los grandes avances sociales alcanzados durante los primeros años de Chávez. Sin olvidarnos de la responsabilidad que tiene la opinión en este desastre, una oposición que nunca ha contribuido con una alternativa constructiva, que se ha visto envuelta en los mismos escándalos de corrupción que denunciaba del chavismo, que apoyó golpes de estado y que se arrodillo frente a los Estados Unidos pidiendo una intervención militar en su propio país.  

    « Más allá de su manifiesta debilidad política y de legitimidad, Maduro cuenta con el control de los poderes fácticos, va a intentar ganar tiempo y recibir apoyo de sus aliados que quieren evitar a toda costa la llegada de la oposición pro estadounidense al poder. La salida más factible pasa por un proceso en el cual Brasil, Colombia y Méjico negocien con Maduro la celebración de otros comicios que sean verdaderamente transparentes con la presencia de observadores internacionales y con garantías, o la realización de una transición pactada con garantías para quienes dejan el poder   »

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