Septiembre es históricamente uno de los meses más desafiantes para los mercados bursátiles, trayéndonos sin fallo una tendencia conocida como el «Efecto Septiembre».
El objetivo de este artículo es desentrañar el origen y las razones detrás de la conocida tendencia bajista de septiembre en los mercados financieros. Al analizar factores históricos, estacionales y macroeconómicos, se busca ofrecer una perspectiva más amplia que permita a los inversores entender por qué este mes es percibido como desafiante y cómo los patrones de comportamiento colectivo pueden influir en las dinámicas de precios. De este modo, se pretende ayudar a los lectores a contextualizar mejor esta volatilidad y tomar decisiones de inversión más fundamentadas.
Para lograrlo, se apoya en un enfoque basado en datos históricos y análisis de eventos recientes, complementándolo con un repaso de factores estacionales y psicológicos que impactan en los mercados. Además, se incluyen ejemplos específicos y referencias de movimientos bursátiles, así como cambios recientes en las políticas monetarias de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, que permiten identificar las causas subyacentes de la volatilidad observada en septiembre.
Origen del Mito Los principales índices bursátiles de Estados Unidos han mostrado una tendencia negativa recurrente en septiembre, reportado cifras negativas año tras año. El S&P 500 ha registrado un rendimiento mensual promedio de -1.2%, finalizando en terreno negativo el 55% de las veces desde 1928. El Nasdaq, por su parte, históricamente cae un promedio del 0.8% en septiembre, mientras que el Dow Jones retrocede alrededor del 0.7%. Este año no ha ocurrido nada fuera de lo esperado: caída de las bolsas e inestabilidad en el mercado de divisas y materias primas. Si bien es cierto que no existe un consenso generalizado sobre la causa definitiva, tenemos la certeza de que tiene más de una.
Tendencias históricas En primera instancia, se encuentran las tendencias históricas y los factores de comportamiento de los mercados. A lo largo de la historia, numerosas crisis financieras han ocurrido en los meses de otoño. Entre ellas, encontramos el colapso del mercado en 1929 y la crisis financiera de 2008, que aunque no estén directamente relacionadas con la estación, generan una mayor sensibilidad hacia la volatilidad y el riesgo en esta época del año. Septiembre se presenta como una profecía autocumplida, en tanto en cuanto la tendencia pasada fuerza a los inversores a tomar decisiones anticipadas basadas en una expectativa, convirtiendo casi sin darse cuenta a esta en una realidad. Resulta todo este proceso de decisión en un ciclo de comportamiento colectivo que amplifica las pérdidas del mes y agrava el sesgo de confirmación de los inversores más temerosos que buscan señales, exacerbando la tendencia bajista.
Efectos estacionales En segunda instancia, se nos presentan las razones sociales, fiscales y estacionales. El fin del verano y el retorno a la rutina provoca un aumento de actividad en los mercados, que sufren una mayor volatilidad ante los ajustes de los inversores respecto a sus carteras de inversión, preparándose para el nuevo curso. Después de un periodo tradicionalmente relajado, el verano, los inversores reevalúan sus posiciones, normalmente con una venta masiva de activos que ejerce presión bajista sobre los precios de las acciones y demás instrumentos financieros. La gran mayoría de fondos mutuos finalizan su año fiscal en septiembre, y mediante ventas masivas reestructuran sus carteras y cambian posiciones para minimizar las distribuciones de ganancias de capital a sus inversores. A causa de esto, acciones que han tenido un buen desempeño se venden, perdiendo valor en el mercado a pesar de su rendimiento excelente durante el año. Junto a los fondos mutuos, encontramos el cierre de trimestres fiscales y reportes financieros de los propios inversores. Siendo septiembre el último mes del tercer trimestre fiscal, estos prefieren, en ocasiones, tomar beneficios o reducir pérdidas ante la publicación de los informes. Los inversores más formados y racionales evalúan las previsiones de ventas para las fiestas, riesgos geopolíticos o cambios regulatorios, y optan por posturas más conservadoras reduciendo la demanda de acciones, lo que genera de manera inevitable una mayor presión vendedora en el mercado, empujando los precios a la baja.
Eventos macroeconómicos Globales En tercera instancia, encontramos los eventos macroeconómicos globales. Septiembre es siempre un mes clave para la Reserva Federal de EE. UU o el Banco Central Europeo, que evalúan y comunican cambios en las tasas de interés o políticas de estímulo económico. Cualquier indicio de endurecimiento de estas políticas monetarias o incertidumbre estatal provoca nerviosismo en los mercados, a corto y medio plazo.
Este septiembre de 2024, la FED ha recortado las tasas de interés en 50 puntos básicos, reduciendo el rango de referencia a 4.9%. Siendo esta una de las primeras reducciones de tasas en cuatro años, encontramos como su causa la respuesta a la desaceleración del mercado laboral y aun enfriamiento de la inflación.
Por otro lado, el BCE también ha ajustado sus políticas monetarias, con un recorte de 25 puntos básicos en la tasa de depósito, llevándola a 3.50%. Esta medida ha sido vista por los expertos como un intento de estimular el crecimiento en la zona euro y abordar las crecientes preocupaciones de una posible recesión a corto plazo.
Conclusión Aunque el «Efecto Septiembre» es una tendencia observada, no garantiza pérdidas en todos los años. En última instancia, factores económicos, decisiones de política monetaria y eventos imprevistos influyen de manera decisiva en el comportamiento del mercado, contrarrestando o intensificando las tendencias estacionales. Sin embargo, el historial sugiere que septiembre es un mes donde la cautela suele prevalecer en los mercados financieros. Ante este panorama de incertidumbre, solo queda recordar lo que el célebre John Templeton predicaba:
“Un inversor que tiene todas las respuestas ni siquiera entiende las preguntas”
Septiembre se presenta como una profecía autocumplida, en tanto en cuanto la tendencia pasada fuerza a los inversores a tomar decisiones anticipadas basadas en una expectativa, convirtiendo casi sin darse cuenta a esta en una realidad. Resulta todo este proceso de decisión en un ciclo de comportamiento colectivo que amplifica las pérdidas del mes y agrava el sesgo de confirmación de los inversores más temerosos que buscan señales, exacerbando la tendencia bajista.
Septiembre es históricamente uno de los meses más desafiantes para los mercados bursátiles, trayéndonos sin fallo una tendencia conocida como el «Efecto Septiembre».
El objetivo de este artículo es desentrañar el origen y las razones detrás de la conocida tendencia bajista de septiembre en los mercados financieros. Al analizar factores históricos, estacionales y macroeconómicos, se busca ofrecer una perspectiva más amplia que permita a los inversores entender por qué este mes es percibido como desafiante y cómo los patrones de comportamiento colectivo pueden influir en las dinámicas de precios. De este modo, se pretende ayudar a los lectores a contextualizar mejor esta volatilidad y tomar decisiones de inversión más fundamentadas.
Para lograrlo, se apoya en un enfoque basado en datos históricos y análisis de eventos recientes, complementándolo con un repaso de factores estacionales y psicológicos que impactan en los mercados. Además, se incluyen ejemplos específicos y referencias de movimientos bursátiles, así como cambios recientes en las políticas monetarias de la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, que permiten identificar las causas subyacentes de la volatilidad observada en septiembre.
Origen del Mito
Los principales índices bursátiles de Estados Unidos han mostrado una tendencia negativa
recurrente en septiembre, reportado cifras negativas año tras año. El S&P 500 ha registrado un rendimiento mensual promedio de -1.2%, finalizando en terreno negativo el 55% de las veces desde 1928. El Nasdaq, por su parte, históricamente cae un promedio del 0.8% en septiembre, mientras que el Dow Jones retrocede alrededor del 0.7%.
Este año no ha ocurrido nada fuera de lo esperado: caída de las bolsas e inestabilidad en el
mercado de divisas y materias primas.
Si bien es cierto que no existe un consenso generalizado sobre la causa definitiva, tenemos la certeza de que tiene más de una.
Tendencias históricas
En primera instancia, se encuentran las tendencias históricas y los factores de comportamiento de los mercados.
A lo largo de la historia, numerosas crisis financieras han ocurrido en los meses de otoño. Entre ellas, encontramos el colapso del mercado en 1929 y la crisis financiera de 2008, que aunque no estén directamente relacionadas con la estación, generan una mayor sensibilidad hacia la volatilidad y el riesgo en esta época del año.
Septiembre se presenta como una profecía autocumplida, en tanto en cuanto la tendencia
pasada fuerza a los inversores a tomar decisiones anticipadas basadas en una expectativa,
convirtiendo casi sin darse cuenta a esta en una realidad. Resulta todo este proceso de decisión en un ciclo de comportamiento colectivo que amplifica las pérdidas del mes y agrava el sesgo de confirmación de los inversores más temerosos que buscan señales, exacerbando la tendencia bajista.
Efectos estacionales
En segunda instancia, se nos presentan las razones sociales, fiscales y estacionales.
El fin del verano y el retorno a la rutina provoca un aumento de actividad en los mercados, que sufren una mayor volatilidad ante los ajustes de los inversores respecto a sus carteras de inversión, preparándose para el nuevo curso. Después de un periodo tradicionalmente relajado, el verano, los inversores reevalúan sus posiciones, normalmente con una venta masiva de activos que ejerce presión bajista sobre los precios de las acciones y demás instrumentos financieros.
La gran mayoría de fondos mutuos finalizan su año fiscal en septiembre, y mediante ventas masivas reestructuran sus carteras y cambian posiciones para minimizar las distribuciones de ganancias de capital a sus inversores. A causa de esto, acciones que han tenido un buen desempeño se venden, perdiendo valor en el mercado a pesar de su rendimiento excelente durante el año.
Junto a los fondos mutuos, encontramos el cierre de trimestres fiscales y reportes financieros de los propios inversores. Siendo septiembre el último mes del tercer trimestre fiscal, estos prefieren, en ocasiones, tomar beneficios o reducir pérdidas ante la publicación de los informes. Los inversores más formados y racionales evalúan las previsiones de ventas para las fiestas, riesgos geopolíticos o cambios regulatorios, y optan por posturas más conservadoras reduciendo la demanda de acciones, lo que genera de manera inevitable una mayor presión vendedora en el mercado, empujando los precios a la baja.
Eventos macroeconómicos Globales
En tercera instancia, encontramos los eventos macroeconómicos globales.
Septiembre es siempre un mes clave para la Reserva Federal de EE. UU o el Banco Central
Europeo, que evalúan y comunican cambios en las tasas de interés o políticas de estímulo
económico. Cualquier indicio de endurecimiento de estas políticas monetarias o incertidumbre estatal provoca nerviosismo en los mercados, a corto y medio plazo.
Este septiembre de 2024, la FED ha recortado las tasas de interés en 50 puntos básicos,
reduciendo el rango de referencia a 4.9%. Siendo esta una de las primeras reducciones de tasas en cuatro años, encontramos como su causa la respuesta a la desaceleración del mercado laboral y aun enfriamiento de la inflación.
Por otro lado, el BCE también ha ajustado sus políticas monetarias, con un recorte de 25 puntos básicos en la tasa de depósito, llevándola a 3.50%. Esta medida ha sido vista por los expertos como un intento de estimular el crecimiento en la zona euro y abordar las crecientes preocupaciones de una posible recesión a corto plazo.
Conclusión
Aunque el «Efecto Septiembre» es una tendencia observada, no garantiza pérdidas en todos los años. En última instancia, factores económicos, decisiones de política monetaria y eventos imprevistos influyen de manera decisiva en el comportamiento del mercado, contrarrestando o intensificando las tendencias estacionales. Sin embargo, el historial sugiere que septiembre es un mes donde la cautela suele prevalecer en los mercados financieros.
Ante este panorama de incertidumbre, solo queda recordar lo que el célebre John Templeton predicaba:
“Un inversor que tiene todas las respuestas ni siquiera entiende las preguntas”