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    Sánchez, el mejor adepto al régimen

    Sugiero a la Fundación Nacional Francisco Franco que este año otorgue su condecoración a nuestro presidente, nadie como él merece más este reconocimiento por su excepcional e incansable empeño en mantener viva la memoria del “Caudillo”.

    Lo de siempre, pero esta vez más que nunca. El martes, anunciaba Sánchez la organización de más de un centenar de actos con motivo del 50 aniversario de la muerte de Franco. Ni uno, ni dos, ni tres, más de 100. Y es que en cuanto las cosas se ponen feas para el Gobierno, nada como recurrir a la vieja táctica delfrancomodín como cortina de humo y descanso momentáneo. Un breve amaino en una tormenta perfecta de escándalos e incoherencias que les permite coger fuerzas y prepararse para el siguiente vendaval. Un respiro para una ejecutiva de apoyos mermados y menguantes, sometida a chantaje para poder continuar, y sobrepasada por casos de corrupción que afloran por todo el entorno del partido e incluso en el dormitorio del Palacio de la Moncloa.

    El Gobierno vive una situación límite, el “fango” empieza a salir a la luz. Desde casa recibimos estas noticias con la preocupante serenidad de quien ya de por sí se siente engañado, pero con el asombro propio del que no podía sospechar la complejidad y alcance de este. La sociedad española ha desarrollado una triste tolerancia a la corrupción, hasta el punto en que su factura electoral cada vez es menor, al considerar esta casi como inherente al cargo. Partiendo de esta base, siempre nos quedará pensar que al menos no gobierna la derecha…

    Pero ellos son los primeros que saben que esto no ha hecho más que empezar. Lo que ahora contemplamos con indignación será la punta del iceberg. Solo una maniobra de distracción de magnitudes ciclópeas podrá disipar la atención de la opinión pública de lo que aún está por venir y lo que podría llegar a salir a la luz. 

    Los principales golpes de efecto ya han sido utilizados, Franco ya no está, José Antonio tampoco. Tengo el convencimiento de que entre los deseos más íntimos del presidente se encuentra el de volar por los aires la cruz más grande del mundo, pero hasta que ese momento se pueda materializar, no queda más remedio que apostar por primar la cantidad frente a la calidad.

    Una cantidad que asciende a más de ocho actos de temática franquista al mes. Está por ver si serán suficientes para la consecución del objetivo último, que ya adelanto que no es ni la conmemoración de las víctimas ni siquiera el ensalzamiento de la democracia. 

    Mientras tanto, sugiero a la Fundación Nacional Francisco Franco que este año otorgue su condecoración a nuestro presidente, nadie como él merece más este reconocimiento por su excepcional e incansable empeño en mantener viva la memoria del “Caudillo”. 

    Después de esto, pueden disolverse, no tienen por qué esperar a que la Ley de Memoria Democrática les conculque su derecho de asociación y les obligue a echar la persiana. De todas formas, han perdido la razón de ser, ya no son necesarios. Pero no deben de preocuparse, Moncloa ha recogido el testigo y se encargará mejor que nadie de que Franco nunca deje de estar presente en las vidas de los españoles. 

    Es más, me atrevo a afirmar que casi sin lugar a duda, que este gobierno ha contribuido más que ninguna otra organización, persona o partido a la producción de “simpatizantes” del régimen:

    Por un lado, personas que vivieron la transición, y sienten ahora por primera vez la obligación moral de poner en valor que la grandeza de nuestro proceso constituyente radica en que fue fruto del mayor consenso jamás logrado en la historia de España, y que se inició con la aprobación de la Ley para la Reforma Política en el seno de las Cortes franquistas y promovida por ministros franquistas, aunque le pese al PSOE. 

    Por otro, jóvenes conservadores que, sin haber tenido ningún tipo de contacto con el franquismo, lo son ahora más que sus padres, por pensar con cierta lógica y la rebeldía que les es propia que, si tanto empeño tiene el PSOE y sus socios en criticarlo, será porque algo bueno tendrá. Que este fenómeno se produce no es una mera elucubración sin fundamento, ya ha ocurrido con los toros, que ha pasado de estar en horas bajas a convertirse en un espectáculo al que acuden mayoritariamente jóvenes de 18 a 25 años; y si todavía no me creen, animo al lector a investigar la intención de voto en esta franja de edad. A lo mejor los jóvenes no son tan de izquierdas como nos pensamos. Sigan así y episodios como el Cara al Sol cantado en el colegio o cerrando discotecas trascenderá de lo anecdótico para convertirse en la norma. 

    Ya decía con atino Antonio Banderas que tenía la impresión de que Franco llevaba más tiempo muerto en el ´85 que ahora. Lo realmente grave y lamentable es la instrumentalización del dolor y el lodo del pasado para tapar el fango del presente. No obstante, me atrevo a augurar que ni los dos actos conmemorativos a la semana previstos van a ser suficientes para que el PSOE pueda contrarrestar lo que se le viene encima. 

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