¡Ciudadanos de la República Moldava de Transnistria, despertad! ¡Abrid los ojos! Mirad a vuestro alrededor. ¿Qué veis? Oscuridad. Y no tenéis luz porque Rusia os ve como una mera herramienta geopolítica, no como socios o aliados, y mucho menos como un pueblo al que proteger…
Este enero ha terminado un acuerdo de cinco años entre Rusia y Ucrania que permitía el tránsito de gas ruso a través de Ucrania hacia el resto de Europa. Ucrania se negó a renovarlo para evitar que el Kremlin siguiera beneficiándose de sus exportaciones de gas y financiando su guerra. La decisión irritó a los gobiernos de Hungría y Eslovaquia, ambos altamente dependientes de la energía rusa. Sin embargo, como se viene publicando, Moldavia ha sido el país más afectado, ya que hasta el 70% de su energía dependía de las importaciones de la región separatista de Transnistria, respaldada por Rusia.
Rusia era el principal proveedor de gas para las centrales eléctricas de Transnistria. El estado independiente (de facto) nunca tenía que pagar por sus importaciones de gas y luego revendía parte de la energía producida al resto de Moldavia. Con la detención del tránsito de gas a través de Ucrania, Transnistria ya no recibe nada y no puede cubrir sus propias necesidades; y mucho menos revenderlo. Las autoridades moldavas han tenido que declarar un estado de emergencia e implementar medidas de ahorro de energía, como una reducción del alumbrado público.
Aunque Moldavia ha logrado asegurar suministros de energía alternativos (aunque costosos) que le permitirán mantener la mayor parte de su industria, Transnistria no lo ha conseguido. Actualmente, los habitantes de Transnistria están afrontando cortes de luz, y una falta de agua caliente y calefacción general. Las autoridades separatistas se han visto obligadas a cerrar fábricas (todas excepto las de producción agroalimentaria), lo que ha aumentado el desempleo y causado un colapso industrial. También han tenido que cerrar colegios y otros centros educativos, mientras sihuen con la esperanza de que pronto se reanude el suministro de gas ruso.
Desafortunadamente, los habitantes de la región están sufriendo enormemente (mucho más que en el resto de Moldavia, por las razones mencionadas anteriormente), solamente porque el Kremlin está utilizando su poder para crear malestar social en Moldavia e influir en la opinión pública para mantener a la pequeña nación postsoviética en su esfera de influencia. Este chantaje energético ocurre en un momento crítico para Moldavia: hace pocos meses, el país votó estrechamente a favor de reafirmar sus aspiraciones europeas en un referéndum nacional y reeligió a su presidenta proeuropea, Maia Sandu. Pero Moldavia también tiene elecciones parlamentarias este verano, lo que supone una segunda oportunidad para el Kremlin de instaurar un gobierno prorruso en el país (véase Georgia) y lo desvíe de su dirección proeuropea.
Foto propia,Tiraspol, 2023.
Algunos analistas y muchas otras personas señalarían (correctamente) que la mayoría de estos problemas podrían evitarse si Moldavia importase gas ruso a través de los gasoductos ya existentes en los Balcanes (transitando por Bulgaria y Rumania), evitando el tránsito por Ucrania. Después, Moldavia podría enviar algo de gas a Transnistria. Esto es cierto, excepto que Rusia se ha negado a hacerlo. ¿Por qué? Porque, según funcionarios rusos, Moldovagaz debe a Gazprom, empresa estatal rusa, unos 709 millones de dólares y no reanudarán los envíos de gas hasta que la deuda sea saldada. Moldavia, por su parte, afirma que la deuda es mucho menor, alrededor de 8,6 millones de dólares, según una auditoría internacional, e incluso se ha ofrecido a pagarla de inmediato, pero esto no ha llevado a ningún acuerdo.
Este no es un patrón nuevo: Rusia siempre apoya sus intereses inmediatos, incluso en detrimento de sus supuestos aliados.
La excusa de la deuda para no suministrar gas a Moldavia es muy cuestionable, dado el control de Rusia sobre Moldovagaz: Gazprom posee el 50% más una acción de la empresa y el gobierno respaldado por Rusia en Transnistria posee el 13,44%. El estado moldavo solo cuenta con alrededor del 35% de las acciones. Esto significa que, si el Kremlin realmente quisiera que Moldovagaz pagara su deuda a Gazprom, tendría formas de realizarlo. Esta situación solo evidencia la intencionalidad detrás del chantaje energético de Rusia, que deja a los transnistrios como el daño colateral en los esfuerzos del Kremlin por crear inestabilidad y tensiones sociales en Moldavia antes de sus elecciones.
Los transnistrios tradicionalmente han considerado a Rusia como un aliado, un socio y un protector. Rusia los apoyó en su lucha de independencia de Moldavia y ha ayudado a mantener viva su industria y economía. Aunque Rusia nunca ha reconocido oficialmente a Transnistria como un estado soberano, mantiene entre 1,500 y 2,000 soldados en la región, lo que puede considerarse una ocupación. Muchos incluso llegaban a pensar que Rusia consideraba a la región como una extensión de la propia Rusia, pero esto también es cuestionable. En el pasado, Transnistria se ha beneficiado del gas gratuito y del respaldo ruso porque era geopolíticamente conveniente para Rusia, no por lealtad o protección. Ahora, la estrategia de Rusia ha cambiado, y los ciudadanos transnistrios son los que están pagando el precio. Este no es un patrón nuevo: Rusia siempre apoya sus intereses inmediatos, incluso en detrimento de sus supuestos aliados.
Ya es hora de que los ciudadanos de la República Moldava de Transnistria cuestionen el camino que han tomado hasta ahora y se den cuenta de que la Rusia de Putin no es un aliado paternalista de confianza. Están sufriendo miserias, incluida la pérdida de empleos, calefacción y necesidades básicas, por la agravamiento de la crisis que supone tanto la lealtad equivocada de su gobierno al Kremlin, como su negativa a aceptar ayuda de Moldavia o de la UE. Su gobierno ya no representa (si es que alguna vez lo hizo) legítimamente sus intereses y los está llevando a lo que se ha definido como una «potencial crisis humanitaria» solo para mantenerse en el poder.
Insto a la población de Transnistria a reconsiderar su alineación con Rusia y a presionar para lograr una resolución de su conflicto con Moldavia. Sí, Rusia pronto podría reanudar el suministro de gas a Moldavia y Transnistria de alguna forma. Pero así como el Kremlin les habrá “concedido” ese privilegio, estará dispuesto a quitárselo de nuevo cuando le convenga ejercer presión sobre el país. Mantener esos profundos lazos con Rusia ha demostrado no ser un plan confiable ni sostenible para Transnistria. El Kremlin no los ve como ciudadanos rusos que tienen que ser protegidos, sino como una simple herramienta para coaccionar a Moldavia y causar inestabilidad, incluso aunque lleve a su miseria.
La reintegración con Moldavia, con algunas condiciones de autonomía especial, como la protección de las minorías y sus derechos, podría proporcionar a Transnistria estabilidad, certeza y un mayor y mejor acceso a los recursos y mercados europeos. Haría que su región, sus trabajos, sus familias (en resumen, sus vidas) fueran menos vulnerables a la coacción rusa. Sí, los lazos estrechos con Rusia han traído ventajas para el estado no reconocido, pero la región ha permanecido pobre, está en manos de oligarcas y sus ciudadanos se enfrentan a muchas restricciones diarias innecesarias.
Los transnistrios no pueden permitirse esperar a que Rusia los priorice; la crisis actual lo demuestra. Deberían presionar a su gobierno para cambiar de rumbo y, como mínimo, realinearse con Moldavia y la UE. Si el gobierno transnistrio se niega a actuar (como será el caso), la población deberá exigir cambios, sea mediante protestas u otros medios. Será una misión difícil, por supuesto, con mucha oposicion de las autoridades, ya que reintegrarse con Moldavia acabaría con el control de los oligarcas en Transnistria y el Kremlin apoyaría su permanencia, pero podría conseguirse. El pueblo transnistrio solo tiene que darse cuenta de que el «conflicto congelado» los está congelando literalmente, y que su gobierno no actúa para evitarlo.
¡Ciudadanos de la República Moldava de Transnistria, despertad! ¡Abrid los ojos! Mirad a vuestro alrededor. ¿Qué veis? Oscuridad. Y no tenéis luz porque Rusia os ve como una mera herramienta geopolítica, no como socios o aliados, y mucho menos como un pueblo al que proteger…
Este enero ha terminado un acuerdo de cinco años entre Rusia y Ucrania que permitía el tránsito de gas ruso a través de Ucrania hacia el resto de Europa. Ucrania se negó a renovarlo para evitar que el Kremlin siguiera beneficiándose de sus exportaciones de gas y financiando su guerra. La decisión irritó a los gobiernos de Hungría y Eslovaquia, ambos altamente dependientes de la energía rusa. Sin embargo, como se viene publicando, Moldavia ha sido el país más afectado, ya que hasta el 70% de su energía dependía de las importaciones de la región separatista de Transnistria, respaldada por Rusia.
Rusia era el principal proveedor de gas para las centrales eléctricas de Transnistria. El estado independiente (de facto) nunca tenía que pagar por sus importaciones de gas y luego revendía parte de la energía producida al resto de Moldavia. Con la detención del tránsito de gas a través de Ucrania, Transnistria ya no recibe nada y no puede cubrir sus propias necesidades; y mucho menos revenderlo. Las autoridades moldavas han tenido que declarar un estado de emergencia e implementar medidas de ahorro de energía, como una reducción del alumbrado público.
Aunque Moldavia ha logrado asegurar suministros de energía alternativos (aunque costosos) que le permitirán mantener la mayor parte de su industria, Transnistria no lo ha conseguido. Actualmente, los habitantes de Transnistria están afrontando cortes de luz, y una falta de agua caliente y calefacción general. Las autoridades separatistas se han visto obligadas a cerrar fábricas (todas excepto las de producción agroalimentaria), lo que ha aumentado el desempleo y causado un colapso industrial. También han tenido que cerrar colegios y otros centros educativos, mientras sihuen con la esperanza de que pronto se reanude el suministro de gas ruso.
Desafortunadamente, los habitantes de la región están sufriendo enormemente (mucho más que en el resto de Moldavia, por las razones mencionadas anteriormente), solamente porque el Kremlin está utilizando su poder para crear malestar social en Moldavia e influir en la opinión pública para mantener a la pequeña nación postsoviética en su esfera de influencia. Este chantaje energético ocurre en un momento crítico para Moldavia: hace pocos meses, el país votó estrechamente a favor de reafirmar sus aspiraciones europeas en un referéndum nacional y reeligió a su presidenta proeuropea, Maia Sandu. Pero Moldavia también tiene elecciones parlamentarias este verano, lo que supone una segunda oportunidad para el Kremlin de instaurar un gobierno prorruso en el país (véase Georgia) y lo desvíe de su dirección proeuropea.
Algunos analistas y muchas otras personas señalarían (correctamente) que la mayoría de estos problemas podrían evitarse si Moldavia importase gas ruso a través de los gasoductos ya existentes en los Balcanes (transitando por Bulgaria y Rumania), evitando el tránsito por Ucrania. Después, Moldavia podría enviar algo de gas a Transnistria. Esto es cierto, excepto que Rusia se ha negado a hacerlo. ¿Por qué? Porque, según funcionarios rusos, Moldovagaz debe a Gazprom, empresa estatal rusa, unos 709 millones de dólares y no reanudarán los envíos de gas hasta que la deuda sea saldada. Moldavia, por su parte, afirma que la deuda es mucho menor, alrededor de 8,6 millones de dólares, según una auditoría internacional, e incluso se ha ofrecido a pagarla de inmediato, pero esto no ha llevado a ningún acuerdo.
La excusa de la deuda para no suministrar gas a Moldavia es muy cuestionable, dado el control de Rusia sobre Moldovagaz: Gazprom posee el 50% más una acción de la empresa y el gobierno respaldado por Rusia en Transnistria posee el 13,44%. El estado moldavo solo cuenta con alrededor del 35% de las acciones. Esto significa que, si el Kremlin realmente quisiera que Moldovagaz pagara su deuda a Gazprom, tendría formas de realizarlo. Esta situación solo evidencia la intencionalidad detrás del chantaje energético de Rusia, que deja a los transnistrios como el daño colateral en los esfuerzos del Kremlin por crear inestabilidad y tensiones sociales en Moldavia antes de sus elecciones.
Los transnistrios tradicionalmente han considerado a Rusia como un aliado, un socio y un protector. Rusia los apoyó en su lucha de independencia de Moldavia y ha ayudado a mantener viva su industria y economía. Aunque Rusia nunca ha reconocido oficialmente a Transnistria como un estado soberano, mantiene entre 1,500 y 2,000 soldados en la región, lo que puede considerarse una ocupación. Muchos incluso llegaban a pensar que Rusia consideraba a la región como una extensión de la propia Rusia, pero esto también es cuestionable. En el pasado, Transnistria se ha beneficiado del gas gratuito y del respaldo ruso porque era geopolíticamente conveniente para Rusia, no por lealtad o protección. Ahora, la estrategia de Rusia ha cambiado, y los ciudadanos transnistrios son los que están pagando el precio. Este no es un patrón nuevo: Rusia siempre apoya sus intereses inmediatos, incluso en detrimento de sus supuestos aliados.
Ya es hora de que los ciudadanos de la República Moldava de Transnistria cuestionen el camino que han tomado hasta ahora y se den cuenta de que la Rusia de Putin no es un aliado paternalista de confianza. Están sufriendo miserias, incluida la pérdida de empleos, calefacción y necesidades básicas, por la agravamiento de la crisis que supone tanto la lealtad equivocada de su gobierno al Kremlin, como su negativa a aceptar ayuda de Moldavia o de la UE. Su gobierno ya no representa (si es que alguna vez lo hizo) legítimamente sus intereses y los está llevando a lo que se ha definido como una «potencial crisis humanitaria» solo para mantenerse en el poder.
Insto a la población de Transnistria a reconsiderar su alineación con Rusia y a presionar para lograr una resolución de su conflicto con Moldavia. Sí, Rusia pronto podría reanudar el suministro de gas a Moldavia y Transnistria de alguna forma. Pero así como el Kremlin les habrá “concedido” ese privilegio, estará dispuesto a quitárselo de nuevo cuando le convenga ejercer presión sobre el país. Mantener esos profundos lazos con Rusia ha demostrado no ser un plan confiable ni sostenible para Transnistria. El Kremlin no los ve como ciudadanos rusos que tienen que ser protegidos, sino como una simple herramienta para coaccionar a Moldavia y causar inestabilidad, incluso aunque lleve a su miseria.
La reintegración con Moldavia, con algunas condiciones de autonomía especial, como la protección de las minorías y sus derechos, podría proporcionar a Transnistria estabilidad, certeza y un mayor y mejor acceso a los recursos y mercados europeos. Haría que su región, sus trabajos, sus familias (en resumen, sus vidas) fueran menos vulnerables a la coacción rusa. Sí, los lazos estrechos con Rusia han traído ventajas para el estado no reconocido, pero la región ha permanecido pobre, está en manos de oligarcas y sus ciudadanos se enfrentan a muchas restricciones diarias innecesarias.
Los transnistrios no pueden permitirse esperar a que Rusia los priorice; la crisis actual lo demuestra. Deberían presionar a su gobierno para cambiar de rumbo y, como mínimo, realinearse con Moldavia y la UE. Si el gobierno transnistrio se niega a actuar (como será el caso), la población deberá exigir cambios, sea mediante protestas u otros medios. Será una misión difícil, por supuesto, con mucha oposicion de las autoridades, ya que reintegrarse con Moldavia acabaría con el control de los oligarcas en Transnistria y el Kremlin apoyaría su permanencia, pero podría conseguirse. El pueblo transnistrio solo tiene que darse cuenta de que el «conflicto congelado» los está congelando literalmente, y que su gobierno no actúa para evitarlo.
14.01.2025
Sam Ferdinand